sabado 27 de enero del 2007.
¡Que frío! Hace un frío “do carallo” y, con el, viene la vista y el olor de los animales muertos. Será manía pero no me gusta nada como las señoronas, y las no señoronas, del barrio sacan del fondo del armario las pieles y a darse el garbeo oliendo a muerto, vistiendo a muerto, enfriando, en suma, a los muertos con un cierto deje a orgullo mal entendido de su posesion mas preciada. Aterido de frío caminas en una procesion de restos lujosos de hermosas fieras asesinadas para que unas pocas puedan combatir el frío. Mejor dicho, puedan lucir sus “hermosas pieles”.
No pasaran frío, pero apestan.
Orgullosas y altivas con la putrefacción cuestas.
Si pensaran en como se cazan a esos bichos, esas trampas cebo de mandíbulas de acero, que capturan al animal, fracturándolo, lastimándolo, normalmente sin matarlo, muerte que sobreviene después de horas de una lenta agonía que no son capaces de comprender; algunas veces son días hasta que pasa el cazador a recobrar las presas. Hay una resolución de la UE para prohibirlas pero se va postergando año a año.
Un abrigo es igual a ocho pumas…quince zorros…55 martas…
Si, en la calle vemos esos abrigos de piel autentica, de una industria que ha extinguido a muchas clases de animales y pone en peligro a muchas otras. Impactante, por ejemplo, es la matanza anual de los bebes focas. Un animal español en peligro, el lince ibérico, hace años, no muchos, llegaba a las peleterías de Madrid; hoy con graves problemas para su conservación.
Además hay alternativas… ¡Hay alternativas! El cuero procedentes del ganado domestico es una, otra son las bellas combinaciones de seda natural y lana de camello (Piel de nutria), lana de angora (Visón). Mucho mejor es usar las fibras naturales como la lana, algodón o lino y estan después las fibras artificiales, autentica ingeniería de la imitación. Y, en último caso, está ese extraño concepto de “pieles ecológicas”, para un “uso sustentable” de animales en granjas.
No hay excusas. No tenemos excusas.
Viene el frío, viene el hedor de los animales muertos paseando por las aceras de la gran ciudad; mi ciudad.