Jueves 11 de enero del 2007.
Las campanas.
Si escuchas doblar las campanas, piensa que tocan para ti.
Un universo se apaga cuando muere un hombre.
Un árbol no perdura eternamente.
Un hijo no perdura eternamente.
Un libro se pudrirá en los estantes de una librería de segunda mano, ya lleno de polvo y con las paginas amarillentas, como de huesos desecados al sol.
Todo se olvida.
Las flores del cementerio siempre están mustias del olvido y las moras silvestres de los muros jugosas, grandes, maduras, presta a deshacerse en tu boca.
Las puertas de los cementerios están llenas de rejas ¿miedo a que escapen los muertos?
Tu cama se llenara de otros olores, recuerdo de otras batallas en una inútil lucha por la vida.
¿Tu cama? Nada es tuyo, todo pertenece a la Parca que te lo reclamara con intereses. Y acordarse de llevar siempre encima una moneda para pagar al barquero, a Caronte, al pasar la laguna Estigia... ¡Pobre del que no la lleve para el pago! Una simple moneda para pagar nuestro paso al otro lado.
Llevarla siempre.
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