Thursday, January 25, 2007

Jueves 25 de enero del 2007.
Preguntas sin respuestas.
Estamos en una sociedad anestesiada, dormida. Se han ido perdiendo los ideales, se han ido escapando aquellas preguntas que eran vitales para entendernos: "¿de donde venimos? ¿Que somos? ¿A donde vamos? ¿Que sentido tiene nuestra vida aquí? ¿Porque la muerte? ¿Porque hay que sufrir?".
Todo se nos escapa en un febril ritmo de vida, de noticias, de cambio, de consumo. No tenemos tiempo para pensar y, al tiempo, nos da miedo pensar. Estamos llenos de miedo. Quizás es al revés, nos metemos en un ritmo frenético de acciones sin sentido para huir de nosotros mismos, para no ver el vació que reina en nuestros cerebros y corazones, prueba de ello es cierta incapacidad para la soledad o hablar de la muerte de forma clara y natural. Alguien debiera enseñarnos, prepararnos para morir, pero claro, poco a poco, hablar de la muerte se esta convirtiendo en un tabú.
Por eso nos vamos conformando (desplazando energías y pensamientos), sin alcanzar ningún compromiso personal, con partidos de fútbol, con estatutos inútiles, con leyes minoritarias, con libertades de aquí, libertades de allá o peleamos para meter preso a un hombre por maltratar a un perro (destruyendo una vida y una familia) y nos llenamos de desolación por los miles de muertos al año en las carreteras españolas sin hacer nada practico, o nos escandalizamos por algún anuncio sexista, o por el trabajo de modelos recogepelotas en un campeonato de tenis, o nos irritamos porque en un juego de consola de la segunda guerra mundial no hay posibilidad de elegir a una mujer como protagonista, o buscamos una falsa salida en una falsas cartas de un falso tarot, o las piedras lunares que no existen, o perseguimos a fumadores de tabaco dejando funcionar el gran negocio de las drogas y un largo e interminable etc.
Huimos de la realidad, huimos de pensar en quien somos, donde estamos, adonde vamos.
Y huimos, también, de la pasión, del compromiso valiente y personal. Es demasiado para nosotros, demasiado trabajo.
Y los jóvenes que no son tontos lo ven, lo entienden, lo aceptan y se buscan sus propias huidas. Después nos mesaremos los cabellos y gritaremos a un Dios desconocido y pediremos ayuda a desconocidos y no entenderemos nada porque estaremos en un mundo desconocido y nos preguntaremos porque no lo vimos antes y buscaremos un culpable etéreo, desconocido y entraremos en la depresión y el llanto, en el crujir de dientes y el rechinar de huesos.
Será tarde.
Aun no es tarde.

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