Saturday, September 29, 2018

Es un cementerio de recuerdos olvidados,


Es un cementerio de recuerdos olvidados,

como bajeles que se esfuman, se desvanecen

dentro del océano azul que llora  y se conmueve



Vacías espirales que juegan a perseguirse

por viejas minas seniles inundadas, lodos

conmoviendo las entrañas que sufren y lloran



La nada cubre parpados de grises cenizas

los devora voraz de forma rápida y lenta

 el mundo se convulsiona, rompe, se fragmenta



Agujeros en el papel de nuestra historia

nada queda, chirriantes crujidos que estremecen

y, por dentro, un cuerpo convulso, olvidado, llora.


Wednesday, September 26, 2018

La luna se asoma tímida


La luna se asoma tímida tras los tejados

de la vieja ciudad, deja un rastro de violencia,

mata los colores vivos de la vida en fluencia.

Todo es gris, color del gélido acero sangrado.



Solo se mueven las vivaces sombras, vallados,

aceras...el árbol desnudo se vuelve ciencia

ante el pequeño limonero que lo contempla,

un poco más arriba, con sus pequeños dados,



con cierta lujuria...la vida dormita y sueña,

caminantes ciegos con otras vidas y tiempos,

aventuras voraces con perlas marfileñas....



Otrora verde, otrora amarillo, hoy desnudo

despojado como Adán y Eva en su huida de vergüenza,

estremecido fugaz con el viento del deudo...



(Detrás del balcón flotas,

mudo en nido de piedra,

tu alma brilla de notas;

blanco rayo de luna,

lento transmuta todo

en ruinas, viejas diosas

raptadas, huidas...rotas.

                               Y Selene tímida

huyendo con la aurora...

le besa dulce y leve...)

Monday, September 24, 2018

La caja...


La caja, cuadrada y de brillantes colores solo tenía una simple nota amarilla pegada en la parte superior con un post-it: “No abrir antes de navidad”.

NI un indicativo de para quien o de quien lo enviaba. Solo esa indicación. Pero es que estábamos en pleno Junio y los exámenes finales a la vuelta de la esquina y lo que era mejor, el botellón de fin de curso que prometía y mucho, una de las chicas de enfermería estaba en perspectivas de caer rendida, todo un bombón.

Había aparecido encima de su cama por lo que se la apropio de forma inmediata ante una cierta mueca de desprecio de su compañero de habitación. También se podría detectar en sus ojos un cierto brillo de envidia si prestabas atención. Pero ya sabes lo que no puedes tener no vale para nada y que no le aproveche a otro.

La agito un poco, con cuidado, con mimo, casi a la altura de la cabeza, cerca del oído derecho; parecía un crio de de once o doce años ante la gran sorpresa de su vida. Nada se movía u oscilaba en su interior, al menos anda que hiciera ruido. La caja era de cartón duro, lacado y decorada con figuritas de un Santa Claus barrigón y con una sonrisa terrible por el brillo de sus dientes. Sin lazos, sin cierres, sin tapa….cuando lo comprendió arrugo los ojos y una gruesa y profunda línea vertical se puso entre ellos, le daba un aire de concentración máxima y, al tiempo, como si no fuera más que un pobre idiota, como le decía el catedrático de Física, el Morales, por su incompetencia ante la teoría de la relatividad y sus complejas paradojas espacio temporales.

Las ventanas del cuarto estaban abiertas. Se podían ver las ramas de algunos árboles que cercaban el edificio y le daban un cierto aire de privacidad. Risas y gritos llegaban de forma natural y cercana, los jaleos de algún partido de baloncesto en el campo de deportes, algún pájaro buscando amores o comida o huyendo de los gatos del campus, el rugido de alguna moto de gran cilindrada de algunos  de los pijos de las residencias colindantes y el ruido menor de los coches.

Le daba vueltas a la caja una y otra vez incapaz de concentrarse en lo importante, los estudios pendientes. El libro abierto todavía en el primer tema, el cuaderno de notas también abierto con el bolígrafo tirado encima, las intenciones eran buenas pero la caja…. El ventilador daba vueltas insomnes y aletargadas.

Se acordó del chiste viejo y tonto, solo una tomadura de pelo infantil y pobre pero que siempre daba resultado con las chicas:

“-¿Trajiste la caja?

-¿Qué caja?...

-¡La que sube y baja!...”

La midió con su regla graduada, la del insoportable dibujo técnico con sus perspectivas y secciones. Cotas principales: 250 por 250 por 250. Paso un dedo por las aristas del cubo. Trato de raspar la superficie con una uña un tanto larga y sucia, tan descuidada como era el mismo; intento lo mismo con un bolígrafo. Busco con ahínco un punto de cierre o de apertura que sería lo mismo. Como en los juegos de Wally empezó a buscar diferencias en las figuras, alguna imperfección, alguna pista en ellas o fuera de las mismas, algo que estaba disimulado entre ellas pero….nada….se corto un dedo con uno de los vértices, un esquina especialmente agresiva, que le saco un simple goterón de sangre roja que cayó encima de la pernera de su pantalón y le hizo decir más de una palabrota.

Lo saco de su mundo particular su compañero o compi para la cena. Como si despertara de un mal sueño, miro en su entorno reconociendo sitio y lugar y a su colega; dejo con pesar la caja dichosa encima de su cama, se puso su chaleco vaquero y salieron. La puerta sonó como una despedida…no entendía como había pasado la tarde tan rápida….

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Laura entro en la habitación con su salero y energía de siempre. Tiro el bolso en la silla, lanzo por los aires su manoletinas blancas y ya un tanto descoloridas, colgó su chaquetilla en el perchero y se quedo parada ante la visión de una caja cuadrada, espectacular, con mucho colorido de rojos y amarillos y verdes,  encima de su cama. Se acerco despacio, como si pensase que todo lo que veía era una fantasía de su mente calenturienta (mas bien pensó en una broma pesada de alguien o una gamberrada de los chicos del apartamento de al lado, a los que daba calabazas un día sí y otro también), y vio el pequeño letrero, el que ponía “No abrir antes de navidad”. Solo eso, nada que dijera si era de verdad para ella o de quien sería el regalo…avanzó despacio y la cogió…inmediatamente sintió una grave preocupación pensando en quien podría haber entrado y dejado la misma allí, en su intimidad, en su mundo…y como podían haber realizado todo eso….tuvo miedo….


Saturday, September 22, 2018

Se va....


Se va....

               se va...

                            se va...

                                          se va...

arrastrando sus cadenas

invisibles, va cargando,

como su único equipaje,

a cuestas, todas sus penas....

Vieja, envuelta en harapos,

llena el alma de mensajes

incurables, dolorosos ajes.



Se va...

             se va...

                          se va....

                                        se va...

nunca mirara hacia "donde"

ni hacia las nubes lejanas,

avanza lenta con sus pies

convertidos en muñones...

manos abiertas, campanas,

palpando amores, traspiés

dejados por los cabrones...



Se va...

             se va...

                          se va...

                                             se va...



dejando un rastro de polvo

desesperado

                         de dolor;



una triste historia fugaz

enamorado

                       en el llanto;



y huellas, y un gesto inasible....

de abandono

                             precipitado.



Se va...

              se va....

                             se va...



                                            se va...............

                   

Wednesday, September 19, 2018

Soledad (VIII).


Soledad (VIII).

Hora punta en un vagón de metro abarrotado. Algarabía de voces y gritos, empujones discretos  y algún manoseo de viejo verde putrefacto...una babel de hablas y razas, de actitudes y formas, de sonido y olores. Imposible no sentirse un tanto agredido por esa exultante proximidad de gente ajena, desconocida, cada uno con su cruz a cuesta y su destino diferente. Unos pocos, los menos, leyendo un libro que, aun no sé porque, normalmente lo llevan forrado para que no se vea el titulo, para que nadie se entere que leen. Otros, los más jóvenes con cara de sueño van repasando lecciones que dejaron de lado en unos tiempos que dedicaron a  otras cosas como guasapear o a jugar con la maquinita matando zombis (nosotros, en nuestros viejos tiempos, matábamos marcianitos). Los mas con su móviles a cuestas moviendo los dedos para escribir en un teclado misérrimo y a unas velocidades inhumanas mientras, de vez en cuando, se les escapa una sonrisa tonta; me acordaba yo de mi madre, que en paz descanse, aquello de los locos que se ríen solos...y unos poquitos, solo unos poquitos, sentados en su asientos, duermen...confío en que se despierten antes de que tren arranque en su bajada.

Un vagón de metro como siempre con unas personas de siempre, a las horas de siempre de todos los días...

Allí estaba yo, medio adormilado, con un codo puntiagudo en mi espalda, un bolso asesino golpeándome el vientre, tratando de no caerme encima de la señora de enfrente y agarrándome como podía en una barra lejana.

Y de pronto la vi...ajena a todo, en una esquina de la puerta de salida, con la mirada perdida en un punto alto y lejano, como mas allá de Marte y Júpiter y Pluton...joven, bonita, delgada, altura estándar, con un rostro dulce de Madonna gótica, ojos de tierra húmeda, un bolso negro colgaba de su hombro izquierdo, ajena a este prosaico mundo, huida de todo lo que la rodeaba.

Mientras la miraba, un segundo apenas, que es de mala educación mirar fijamente a la gente mucho rato, un grueso lagrimón le cayó por su mejilla. Ni se inmuto, siguió tal cual, en su mundo de dolor y soledad. A esa primera lagrima le fueron sucediendo otras...le alargue con cierta vergüenza mi paquete de pañuelitos de papel (eché de menos el pañuelo de tela blanco e inmaculado que normalmente llevo encima pero que este catarro de semanas hace necesario el uso de los de papel). La cría se bajo de sus nubes solo una centésima de segundo, miro el paquete y me hizo un gesto de que no al tiempo que del otro ojo una nueva riada de lagrimas empezaban a caer...negó con la cabeza y con la manga de la chaqueta se limpio la cara.

El tren paro y se abrieron las puertas. Salimos. Ella quedo allí, en su rincón, en su soledad y sus penas.

Espero y ruego que sea feliz, que sus penas sean como la espuma del mar, ligeras y que difuminan pronto. El tiempo todo lo cura y los temores de joven se ven casi ridículos ya a nuestra provecta edad.

Monday, September 17, 2018

Llora la joven virgen del metro


Llora la joven virgen del metro

tenue, en un rincón, ante las puertas,

silencio, que desengaños tiene

como en una fiesta y algarabía

en fieras bocas de los dragones...



Una perla cae por sus mejillas

se demora lenta, sorprendida

muriendo con las puertas cerradas...



La joven de mirada perdida

Llora, en sabe que mundos lejanos,

que cruces gamadas en el pecho

se le clavan como tiara de púas...



Sufre, sola, abandonada, ajena,

solo un pañuelo blanco, doblado

de forma geométrica y precisa,

se le ofrece como ofrenda o expiación...



Se abren vacios infinitos.

El abuelo, triste, sale

con el pañuelo negado

que tira en la papelera.

Saturday, September 15, 2018

Una taza de cafe con leche (VII)


Empezó con su rito de todos los días. Abrir la caja hermética del café, sacar la pequeña palada que le daba la cantidad exacta del mismo, verterla en el molinillo manual, moler...ese era el momento álgido por los aromas que le envolvían y el sonido del crujido de los granos al romperse...molienda manual, lenta y precisa,  para que el café no se calentase antes de tiempo.

Tiempo y armonía. Aromas y sonidos. El brazo derecho girando con una fuerza liviana, conteniéndose; el brazo izquierdo agarrando el aparato para que no se moviera. Un universo en armonía, formando el caos, la destrucción de unas formas para transfórmalas en polvo (Polvo eres y en polvo te convertirás pero siempre polvo enamorado). Aspirando el perfume del café, deleitándose en el ritmo de la molienda (Ojala lloviera café en el campo...), tomándose su tiempo.

El café ya molido a la cafetera, recién lavada y secada con esmero. El agua filtrada, no hay que fiarse de lo que sale por las cañerías no siempre limpias. Tres granitos de sal del Himalaya.

Dejara hacer el café, aspirar ese vapor tenue y amargado. Escuchar el gluglú de seres hundiéndose en las ciénagas. Dejar reposar, todo tiene su tiempo, todo necesita su tiempo.

La taza con su platillo de porcelana, y a cucharilla de acero inoxidable (nada de plata, por favor) se colmo con el liquido caliente y denso. No sobro ni una gota.

La cogió y aspiro, de nuevo, el café recién hecho al tiempo que giraba la cucharilla.

Nada de azúcar, estropea un buen café. No llegaba al extremo de los viejos marineros con aquellos cafés en los que la cuchara se quedaba vertical pero, todo tiene su puntito. Era un momento difícil pues la tentación de bebérselo era muy grande, pero no, el tiempo es el tiempo y hay que esperar. Un gili le dijo una vez que lo importante de un viaje no es a donde se va sino el viaje en sí mismo. Para meterlo en un barril vacio y tirarlo por las laderas de Pico Perdido y que disfrutase del viaje. Tampoco dejarlo enfriar.

Como todas las cosas en la vida a sorbos cortos y degustando, el máximo placer, los cinco sentidos al pleno, eufóricos y descontrolados...la cafeína inundando la sangre y la cabeza, revitalizándolo, poniéndolo a cien para ser capaz de todo lo que se propusiese, casi un Dios o un monstruo.

Jack se levanto del sillón, se puso su gabán negro, cogió su inseparable maletín de médico y salió a la niebla londinense...


Thursday, September 13, 2018

Una taza de buen café con leche (VI)


Una taza de café con leche (VI)

Los avisos de todo tipo te los pasaste por el forro de tus cojones. Que si evacuación ya, que si centros de acogida, que si era peligroso quedarse por el ataque químico inminente, que había que salir de Madrid capital...tu, más chulo que la una, te quedaste en casa preparando un buen café con leche, a tu hora, a tu método, en tu sillón favorito...

El olorcito te hacía casi estornudar de tan bueno que estaba. Poco azúcar, que le quita el sabor. La leche entera y bio.

La televisión apagada pues solo daba el anuncio y orden de la evacuación de la ciudad; salía la alcaldesa con voz de apremio, la delegada de gobierno con voz imperiosa, el ministro de interior en plan ordeno y mando. ¡Te iban a engañar a ti!, todo era una pura pantomima por los últimos resultados electorales que habían dejado descolocados a todos esos politicuchos de tres al cuarto.

El primero sorbo siempre era el mejor, toda tu boca se preparaba para esa gama de cientos de sabores casi perfectos, tu nariz recogía con fruición los efluvios de la taza, cerrabas los ojos degustando....

Un simple café con leche, un perfecto café con leche.

No te esperabas el retorcijón de tripas, un movimiento subversivo y ominoso  que hasta dolía.

Aguantaste hasta el final con el café y entraste en el retrete. Se sentaste y defecaste casi con un alivio orgásmico, eras como una fuente interminable de detritus y mierda. Una buena limpieza, pensaste.

Te limpiaste y viste el papel higiénico lleno de sangre y babas, sangre, mucha sangre, muchas babas blancuzcas mezcladas. Orinaste sangre. Cuando quisiste levantarte no podías, no solo no tenias fuerzas si no que notabas como tu cuerpo se vaciaba de  nuevo con  un glub glub glub infecto y doloroso.

Tu mente iba a la taza de café, tu delicioso café, tu ultimo café...


Tuesday, September 11, 2018

La luna...


La luna silente

¡0h,si! la luna

en el cielo negro



¡Oh, sí! el negro cielo

silente de tormentas...

devorador del tiempo...



¡Oh, sí! el tiempo

en el reloj del abuelo

cubriéndonos de arrugas...



¡Oh, sí! las arrugas

como pliegues del papel

abandonado en la papelera...



¡Oh, sí! papeles

escritos con sangre

de heridas abiertas...



¡Oh, sí! abiertas

puertas, en casas

de piedra ya incendiadas....



¡Oh, sí! incendios

de verde y corazón

carbonizando recuerdos....



¡Oh, sí! recuerdos

tristes, telúricos

aun no escritos...


Sunday, September 09, 2018

Tercera incidencia nocturna.


Incidencia nocturna III. Descanso nocturno.



A la tercera va la vencida. A pesar de todo, esta última noche, sobre las tres, me desperté. Mi angustia ante la hora que marcaba de forma infame el despertador me hizo revivir las pasadas tres noche y, en concreto, las dos de la caza y captura de los vencejos.



Pero solo fue una falsa alarma, un toque del subconsciente, un aviso de Dios sabe que. Trate de escuchar algo por unos segundos, busque los ruidos de las últimas noches. No oí nada. Me vino a la mente, como un mazazo, la caída del segundo vencejo sin abrir las alas, como si desease ya una muerte que se le escapaba y el ruido sordo y brutal de su impacto contra el jardín del patio interior.



Me di media vuelta y me quede durmiendo pensando en el destino de dos pobres seres atrapados por la fatalidad. Mi mente fue recreando su historia. Como se conocieron bajo los cielos de este Madrid sucio, gris  y polucionado. Como buscaron un lugar para criar su nidada y el mal destino los atrajo a un agujero libre en la fachada de un edificio. Un bello agujero que parecía seguro, libre y perfecto para vivir. Como la hembra, menuda y frágil,  explorando se cayó por el tubo y sin querer se metió entre las palas de un ventilador y su carcasa. Pió y pió sin descanso, sin saber cómo salir de aquélla prisión. Como el macho, mas negro, mas grande, más duro, se metió como loco a buscarla y en llegando al sitio metió la cabeza como pudo para darle un beso, o algo de comida o una palabra de pájaro amable y llena de esperanza. Mi mente visualizo como, de pronto, se ponía en marcha el ventilador hiriendo y lastimando brutalmente a la hembra y cogiendo al macho por el cuello y partíendoselo.



Allí quedaron los dos, el uno muerto por amor y la otra atrapada con el cuerpo del amado esperando un final sin esperanza y sin entender nada de lo que estaba pasando. Pobres bichos. El final, una caída brutal y un romperse, como el cristal ante una piedra, en la tierra que la acogería como al hijo prodigo.



Mi mente recreó su imagen en el Paraíso de los Pájaros, donde los dos vuelan libres y juntos, juntándose los picos en unos besos que, aquí, en la tierra, no pudieron darse por culpa de un extractor de humos de un infierno de cocina.



Me dormí plácidamente hasta que me despertó el sonido de las campanas del reloj que me sonaron como canto de pájaros.


Friday, September 07, 2018

Segunda incidencia nocturna, segunda noche.


Incidencia nocturna II, segunda noche.



Pasada la aventura nocturna del vencejo, solo pensamos, en la siguiente noche, en que podremos dormir bien y tranquilos.



¡Qué ilusos! Olvidamos que los males nunca vienen solos. Que si hay dos noches malas, la estadística de Murphy dice que habrá una tercera y que puede ser pero, aun asi, de esperanzas también se vive pero nos se duerme.



Y en esa tercera noche, a las dos y media, como una maldición, de nuevo los extraños ruidos despertaron a los niños que, a su vez,  nos despertaron a nosotros metiéndose en nuestra cama y, a partir de ahí,  a no dormir. El ruidito se nos metía en la meninges como una daga de hielo afilado. Imposible poder conciliar de nuevo el sueño, a levantarse y ver que podriá pasar esta vez.



Todo se repetía como una maldición gitana o de vudú o vaya usted  a saber, los ruidos parecidos, el lugar, el mismo extractor de humos. Pero el vencejo que cazamos en la noche anterior estaba a buen recaudo, y muerto, el pobre...os lo confeso pensé en fantasmas, en monstruos...



Me desespere ante la campana de extracción, me entro una congoja que casi hace que golpease al aparatejo con mis puños desnudos pero me limite a quedarme allí delante con los brazos caídos. Respire hondo y lento, cogí las herramientas, martillo y dos destornilladores, y me puse al tajo otra vez mas. Lo primero la conexión de los ventiladores con el tubo, donde había encontrado al pájaro la noche anterior. Para mi sorpresa estaba vacío, no había nada.



Me entro una gran duda  y con cara de tonto examiné con cuidado todo el aparato, antes de pensar en desmontarlo totalmente. Veo, con asombro y, si, con un poco de miedo, que cada vez que se producía un ruido el ventilador derecho se movía, un poco, unos milímetros, casi nada pero lo suficiente para entender que había algo entre las paletas y la carcasa. Pero el espacio era mínimo, tenía que ser algo o muy pequeño o muy flexible…No os digo los malos pensamientos de ratones y ratas que cruzaron por mi cabeza ¡Con el asco que me dan!



No dije nada de la que pensaba, para no inquietar a los expectantes niños que estaban a mis espaldas alargando sus cabecitas todo lo que les daba.



Vi la fijación del ventilador, cuatro tornillos de cabeza de estrella. ¡A desmontar!



Los quito y cae el ventilador quedando sujeto, como si fuera una bisagra, por el cable eléctrico y, allí, pegado a la pared…otro vencejo, negro como la noche, un poco más pequeño que el anterior.



El pobre ya sin sujeción se cayó sobre la cocina. El "ploff" sonó como una ultima interrogación. Me puse un guante y lo agarre viendo que le faltaban plumas por algunas partes del cuerpo, las alas destrozadas, tenía un poco de sangre por las patas y unos ojos negros, pequeños y brillantes. Se dejo coger y no se movió para nada, Notaba su corazón latiendo rápido en mis manos. Hasta me daba pena si no fuera por la hora que era.



Mara a mi lado, lo miro con pena y me pidió que lo llevase a un veterinario. No pude decir nada, la mande a la cama lo mismo que a los otros. Me quede riendo tontamente con la ocurrencia de la niña.



Con pesar, y ya solo, lo tire por la ventana. Cayó a plomo, no hizo ningún intento de volar. El ruido que hizo contra el suelo del patio me encogió el corazón.



Deje todo tal como estaba y regrese a la cama.




Wednesday, September 05, 2018

Primera incidencia nocturna.


Incidencia nocturna.

Llevábamos casi dos noches sin dormir. Con la oscuridad y el silencio de la casa, aparecían extraños ruidos, en principio de origen desconocido. Desesperados nos acordábamos de los vecinos y de sus familiares, culpándolos pero, poco a poco, en esa segunda noche, fuimos localizando el sonido. Era dentro de nuestra propia casa, en la cocina, más concretamente sobre la estantería encima de la propia vitrocerámica; la pared de la misma da a un patio interior. Nos pusimos, con el cabreo del que no sabe lo que hace, eran ya las tres de la madrugada, a vaciar todo el mueble. No encontramos nada. Pero el ruido seguía allí, como un golpeteo sordo, totalmente irregular, arrítmico. Inconscientemente, me arrepentí algo más tarde,  puse el extractor de humos en marcha y se produjo un ruido extraño y casi se paró. Rápidamente lo desconecte.



Pensando, quien lo diría a aquellas horas de la noche en que podamos hacer funcionar las neuronas comprobando, de paso, que las tenemos, me puse a ver el tubo de extracción, por lo que tuve que desmontar mas maderas y tablas del mueble. Nada. Saque las rejillas del extractor, por allí no se podía ver nada. El ruido seguía, cada vez menos fuerte pero mas nítido y claro.


Logre desmontar una parte del tubo de extracción de humos y al ver la conexión con los dos ventiladores que tiene…un bichejo atrapado en el hueco y su cabeza metida entre las paletas y la carcasa del lado derecho.


Cuando lo agarre con la mano para sacarlo, fue todo de forma instintiva, se revolvió con furia clavándome las uñas en un dedo y dejando tres buenas marcas. Así que lo solté, me puse unos guantes de cocina y, con ellos, lo intente una vez más. Imposible, tenía el pobre la cabeza totalmente atrapada y si hacia más fuerza terminaría por decapitarlo (por eso lo de mi arrepentimiento de poner en marcha el extractor).



Los niños, Mara sobre todo,  huyeron a sus habitaciones, entre nerviosos y asqueados, entre curiosos y juguetones.


Así que nada, a desconectar el extractor, sacar los cables y desmontar totalmente el mismo, con el gran problema de los cuatro tornillos de amarre.


Ya abajo, veo bien como tiene totalmente empotrado la cabeza el pobre bicho, solo un triste y viejo vencejo. Con un destornillador hago, manualmente, girar el rotor en sentido contrario para traer la cabeza al espacio libre. Esta se suelta y, antes de que se pudiese escapar, lo agarro (con los guantes puestos) y compruebo que el pobre esta mas muerto que vivo.


Aparecen los niños que quieren verlo y quieren tocarlo, cosa que no les dejo, y quieren que lo cure, lo que les digo que ni por asomo, y quieren que baje y lo suelte en el parque, así que, con media sonrisa en la boca, lo meto en una bolsa que les doy y les digo que adelante, que vayan y lo liberen pero que piensen que esta moribundo, que será alimento rápido de algún gato.


Rehúsan, con un mohín de asco, la proposición y se van yendo a sus camas y dormir.


Terminada la epopeya nocturna, ya solo, me pongo a montar todo de nuevo. ¡Qué coñazo por un vencejo tonto!



¿Podremos dormir esa noche?


Monday, September 03, 2018

Incidente en la cocina (V).


(Inspirada por Olvido, Musa, gracias, espero que te guste).



Me levante del sofá para prepararme un café con leche, como los días después de comer. En la tele, con un cierto sobresalto, veo una figura cadavérica que, señalándome con el dedo, me dice que no me vaya, que la tragedia puede empezar.



Ridículo, me dije a mi mismo, no saben que inventar en la tele para tenerte atrapado, y avance por el pasillo, dirección cocina. Por las paredes, a mi paso, unas arañas peludas y patudas, salidas de Dios sabe donde, me miraban con cierta sorna, con avisos de tragedia.



Chirrió la ventana al pasar enfrente de ella.



Una serpiente zigzagueo delante de mí sobrecogiéndome.



Pero, ¿Qué pasa? -Me pregunte con un cierto pavor que iba invadiendo mi corazón ya de por si un tanto tembloroso.



Las luces del techo empezaron a titilar.



A mi mente, o fue un eco del viento que se coló distraídamente, vinieron aquellos famosos versos de “El caballero de Olmedo”: Que de noche le mataron / al caballero, / la gala de Medina, / la flor de Olmedo.



La luz se fue y volvió en unos segundos.



La puerta de la calle empezó a golpearse  rítmicamente, como queriendo evitar mi paso.



O, algo peor que quería entrar.



Nubes negras decoloraban los techos conforme avanzaba.



Entre en la cocina, todo estaba normal. ¡Gracias a Dios!



Me reí de mis suspicacias y de mis terrores ante el blanco inmaculado de los azulejos y de los muebles de la misma. La blancura de la nevera y la lavadora me devolvieron la cordura pues mi corazón estaba ya par romperse de miedo.



No eres un niño, ¡vamos ya!- me volví a decir, como para tranquilizarme, sabiendo que jamás estaría tranquilo antes de volver al salón con mi café.



Me lo puse de la cafetera y lo metí en el microondas. No lo hubiera hecho. Miles de rayos aparecieron en su interior, temblaba, rugía, escupía fuego….El clic del temporizador sonó, asustándome de nuevo, como una campana del cementerio llamando a los muertos.



Quise coger el vaso y me queme los dedos de la mano, ampollas salieron rápidamente con un aspecto verdoso y putrefacto que no me gusto nada.



Recordé el aviso de la tele. Recordé las voces del pasillo.

¡Que tragedia! Si siempre me quemo las manos- dije en voz alta para nadie en concreto, tratando de reírme sin conseguirlo.



Decidí devolver el café caliente a la jarra y ponerme uno en condiciones, no tan caliente, pero en ese momento la jarra voló por los aires yéndose a estrellarse contra el suelo, no me dio en la cabeza por un centímetro. Al tiempo, una garra ectoplasmica, fría, dura y con el toque de la desesperación me agarro la mano buena y, apretando hasta hacerme daño,  me hizo soltar el vaso que también cayo con un gran estrépito al suelo.



Los ruidos se sucedían mientras los cristales rotos reptaban y se me clavaban en las manos y los pies.



El café humeante, se retorcía como un gusano cadavérico, se unía  y avanzaba sobre mi como un gusano negro….los cristales vibraron y saltaron hacia mis ojos…despavorido huí de la cocina y me refugie en el salón donde, en la tele,  ponían la película “Polstergeist”.



Cómodamente sentado y sin café contemple la película preguntándome quien limpiaría el desaguisado de la cocina o si desaparecerían como los ectoplasmas o si no debería llamar para hacer un exorcismo.


Saturday, September 01, 2018

Incidente en la cocina (IV)


Incidente en la cocina.



Fecha: 14-9-18.



Lugar: cocina.



Hora: 15,15 horas.



Hechos: El sujeto calentó su café con leche en el microondas, en la sobremesa de la comida. Se paso de temperatura y casi hierve el café. Se quema al intentar sacarlo.



Decide echar el café caliente en la jarra de la cafetera, que contenía más café. Le cae la taza dentro de la jarra y del impacto se rompen los dos objetos.



Consecuencias: La cocina llena de café por todos lados y de miles de pequeños cristalitos mezclados con la sangre del sujeto que se corto al intentar recogerlos.



Encimera sucia, así como puerta y zonas interiores. El sujeto con cortes en las yemas de los dedos además de las quemaduras en la mano derecha.



Recomendaciones: Comprar nueva jarra de cafetera, así como un nuevo juego de tazas de café con asa grande (para manazas) y explicación al sujeto de las reglas del microondas (mínimo dos horas). Como castigo, una  vez sanado de los cortes en las manos el recoger la mesa, lavar la loza y limpiar la cocina un mínimo de dos meses seguidos.



Lo que levanto acta para lo que proceda.