Thursday, December 31, 2015

Feliz 2016.

Os deseo, lectores constantes, lo mejor para este año que entra, que se cumplan todos vuestros buenos deseos...

Tuesday, December 29, 2015

Viaje al sur.


Viaje al sur.

La niña va adormilada con el runrún del coche por la autopista del sur. Un sol terrible calienta el asfalto y levanta nubes de vapor del suelo que hace reverberar la luz y los objetos que se ven a su través.

No sabe dónde queda al sur, solo siente la palabra tal como la dijo su padre, con mayúsculas, con entonación y énfasis como si fuera lo más importante de sus vidas, “de sus putas vidas”,  como a veces se le escapa delante de ellos.

La cabeza le va dando bandazos con las curvas y los baches. No le importa, el tiempo es para ella, en esos momentos, como algo pastoso que no se detiene y que, al tiempo, la envuelve como sus mantas de Kitty allá en su vieja cama, en su vieja casa, en su lejano pueblo blanco y frio.

Siente que a su lado esta su hermanito, bien atado pues los viajes no le gustan y se pone furioso, histérico, manotea sin cesar, se muerde y arranca las uñas de los dedos, con lo que debe doler eso, y hay que atarlo para que no cree problemas. La última vez que papa y mama no lo ataron, padre feroz tuvo que pegarle muy fuerte, tanto que ella creyó que había muerto pero no, solo estaba dormido, inconsciente dijo padre feroz ya no tan feroz. Jamás vio a padre tan enfadado, ni siquiera cuando salieron por la noche, en silencio,  a la primera vez. Le agrada saber que está allí cerca, siente su calorcito que es como en verano los rayos de sol, siempre está despierto pero sabe que lo mejor es simular, como ella hace también.

Le inquieta no encontrar el sur, ese sur magnifico y con mayúsculas, lleno de vida y calorcito; sueña con un país lleno de juguetes, de niños como ellos y de mamas y papas; sin padres furiosos y temibles, sin madres que hacen daño. La vez anterior fue un fracaso. No llegaron al sur solo consiguieron llegar a un sitio húmedo que se llamaba Barcelona. En aquella ciudad todo fue mal desde el principio. No se entendía con nadie, se perdía por las calles, la comida era rara…apenas había críos de su edad donde vivieron y era mejor evitarlos, lo peor fue que padre no encontró trabajo, madre desapareció para no volver jamás, mejor así, madre tenía la mano muy dura y el genio presto, mejor así, papa en cambio es todo sonrisas y carantoñas, les compra helados y golosinas que saben muy dulces…

Pero antes, recuerda, solo fue otro falso sitio, Paris, no el sur. Se quedaron pronto sin dineros, sin gasolina, sin comida. Se movieron aprisa en la oscuridad mucho tiempo y madre se enfado tanto que le rompió un brazo, el derecho. Lo recuerda porque siempre que hay un cambio de tiempo le duele un poco y no quedo el hueso, dice papa con pena, bien soldado. Allí perdimos a la segunda mama, la rubia, de grandes pechos y ojos de cielo despejado. Allí estuvimos varios días solos, mi hermano y yo, sin salir del cuchitril, sin comer, casi sin beber pues a padre lo cogieron robando, el dice prestado, y estuvo unos días preso; él dice con las vacaciones del pobre sin hacer nada y todo gratis.

“Esperemos que el sur llegue pronto, mi vejiga está a punto de reventar, tengo mucho calor y el coche está demasiado caliente. No me atrevo a levantar la cabeza y decir nada pues tiene puesta la careta de padre. Me gusta cuando se pone la cara de papa, entonces es amable, le gustan los chistes y me hace cosquillas, puedo besarlo sin miedo y, a veces, incluso nos compra helados y chuches. Adoro a papa…Pero con la cara de padre es adusto y terrible, hace daño, mejor callar y esperar que todo cambie y el sur y la cara de papa llegue….pronto…como ese destino final…”

Wednesday, December 23, 2015

Feliz Navidad.

Feliz Navidad y un gran 2016 lleno de buenos propósitos y mejores resultados.

Tuesday, December 22, 2015

Se despertó lentamente en la cama del hospital...


Se despertó lentamente en la cama del hospital con un fuerte dolor de cabeza. Fue como levantarse un telón rojo del teatro con lo que su mirada iba descubriendo, poco a poco, los distintos aspectos del escenario. Miro en su entorno viendo lo poco que se puede ver en una habitación normal de un hospital cualquiera. La blancura de las paredes le cegaba y lastimaba las retinas. Se sentó como pudo, dolor incluido y mareos y ganas de vomitar,  apoyando la espada en el cabecero  pulso la perilla con el eterno botón rojo que estaba a su lado derecho, la del aviso a la enfermera del turno que fuese. Allí se quedo esperando largo rato a que alguien se dignase ir a ver que le pasaba mientras se acostumbraba a la luz y sus reflejos.

Las explicaciones no se las dio la enfermera/bruja de ojos pequeños y de larga nariz y grano incluido en ella, fue el propio doctor de urgencias  quien, mas tarde aun, le explico que en los análisis no tenía nada malo, que unos agentes municipales lo habían encontrado desmayado en un banco de El Retiro, cerca de la plaza y de la fuente del Ángel caído y no respondió a sus esfuerzos para despertarlo ni a los de los enfermeros del Samur que acudieron poco más tarde. Mientras le contaba esto con ese tono del profesional que pasa de casi todo se ponía las gafas en su sitio, un gesto inconsciente y reiterativo que le ponía de los nervios.

Había entrado por urgencias y ya que estaba despierto tenía que preguntarle a ver si había bebido o tomado cualquier cosa, algún narcótico u otro tipo de droga, lo que fuera, necesitaba saberlo para atenerse con la posible medicación necesaria y las contraindicaciones que pudiera haber. El no recordaba nada, bueno, casi nada, para el  solo eran preguntas vacías y sin sentido y sin respuestas aparentes, todo en un tono rojizo, como manchado. Todo le era extraño, como si no fuera con el, una pesadilla de esas que sabes que es una pesadilla y esperas el momento oportuno para que todo vuelva a la normalidad.

Pregunto por su ropa en un inciso del doctor que cada vez mas lo miraba de mal modo, un tanto huraño y con la cara ensombreciéndose, como si no creyera nada de lo que le decía, más bien de lo que no le decía. Se la mostraron en el armario de la habitación, abriendo la puerta blanca como todo y allí estaban su pantalón vaquero, la camisa roja a cuadros de leñador, su ropa interior de algodón que ya iba perdiendo el color original, y el abrigo de cuero largo como las alas de un murciélago peligroso y de forro granate del cual estaba más que orgulloso, era como su símbolo, una parte de su alma; todo estaba ya sucio salvo el abrigo con el espectral brillo de las alas de los cuervos.

Quiso saber cuándo podría salir de allí, quería poder ir a su casa y descansar en un sitio cómodo, conocido, familiar, aun sabiendo que estaría solo, sin ayuda de ningún tipo, solo como siempre estaba. El doctor con un cierto aire de pasotismo le dijo que al día siguiente si no había ningún retroceso en su estado, que le harían nuevas pruebas y si todo estaba tal cual podría irse en la tarde del día siguiente. Fue entonces cuando le vino la imagen acompañada de un rayo lleno de dolor en las sienes, el rostro de su chica con sus grandes ojos azules, de su amor y pregunto por ella, donde estaba, si la habían avisado, si podría llamarla desde allí. Un escueto y seco, como el estampido de una pistola de fogueo,  “más tarde”  fue la respuesta del médico con un adiós apresurado y salir de la habitación. Descubrió, para su pesar, una mueca triste, una mirada pesarosa que le dirigió la enfermera en una fracción de segundo que le dejo con la certeza de algo malo.

El “más tarde”  fue al otro día después de la comida, después de una aburrida jornada sin nada que hace salvo dormitar y ensoñar. Nada hay más tedioso que un día en un hospital sin hacer nada, sin visitas, sin poder leer, siempre con algo de dolor sordo y lejano, sin monedas para la televisión…y con miedo de saber y, también, del desconocer hechos de su vida reciente. Le sorprendió ver entrar al médico del día anterior con un hombre que por el aire descubrió enseguida que era un policía, tienen un aroma  algo diferente, un entorno como de casual pero hecho de piedra y sufrimiento, la ropa les queda distinta, miran diferente.

Lloró cuando le dijeron lo de la novia, muerta, golpeada, cinco extraños navajazos, posiblemente problemas de drogas pues tenía señales de pinchazos en los brazos…el entierro era ese mismo día a las seis de la tarde. Fue la información que recogió, poco pudo contestar a la preguntas del poli, el no recordaba nada de su situación anterior ni porque había aparecido en el parque, ni el porque de su desmayo…solo quería que lo dejaran en paz e ir a enterrar a su novia.

Lo dejaremos haciendo los absurdos trámites para salir del hospital y salir al fin con una luz que le cegaba, le dejaremos subiendo al taxi para ir a su apartamento, lo dejaremos ducharse largamente y ponerse una muda limpia, una camisa, un pantalón vaquero, las deportivas y, cómo no, el largo abrigo de piel negra; le dejaremos ir al cementerio y abrazar a los padres de su chica, llorar ante el ataúd marrón, con un gran Cristo de madera de ébano en la tapa, arrojar una rosa roja sobre él, llorar como una damisela cuando lo bajaban…

Fue, en el nuevo día,  a la comisaria y pregunto por el hombre que llevaba el caso, quería saber todo, quería saber el donde, el cómo, el porqué, en qué estado estaba la investigación y como podía el ayudar a esclarecer todo los hechos. El policía, inspector de homicidios le dijo,  le atendió amable pero serio, le hizo muchas preguntas casi todas sin respuestas antes de decirle lo que quería saber. Al parecer la chica iba sola, las huellas así lo decían, por el sendero de la rosaleda; aparentemente se paro en un sitio un rato y vario el rumbo noventa grados, se giro, se interno en un grupo de arboles como si alguien la hubiera llamado desde allí y esa persona, conocida seguro, la mato. ¿Huellas de la persona? No había señales definidas. ¿Señales del arma homicida? No definidas. Era exasperante, le dijo el poli, pocas veces había encontrado algo así, todo un misterio que ni los científicos podrían resolver salvo hacen conjeturas. La falta de huellas claras estaba en el que el agresor se puso algo en el calzado que lo disimulaba o un calzado especial ancho y largo que amortiguaba la pisada. El arma algo parecido, solo sabía que no era metálica, poco más.

Fue por allí en la tarde del domingo, chocando con los cientos de visitantes despistados, esquivando a los habituales de todos los días. Se llamo gilipollas por la decisión del día y de la hora, como si no conociese la afluencia de gente al parque. Caminó hasta la estatua negra que presidia la fuente con ese grito eterno, avanzo arrastrando los pies hasta la rosaleda hasta encontrar los sitios exactos, acompaño más con la mente que con los ojos, las pisadas de su chica. Se paro en el sitio más o menos exacto donde ella hizo lo mismo, avanzo cautelosamente hacia el sitio de altos y viejos arboles que le habían descrito y se metió entre ellos imaginando, agachado, tocando la tierra con su mano,  la escena; la chica, su chica, avanzando hacia allí toda confiada, alegre, sonriendo, feliz; su pelo que refulgía con el brillo del sol y le daba como una aureola de Madonna veneciana.

Imagino cómo se pararía ante la llamada de alguien conocido, el asesino, como buscaría en su entorno quien la había llamado por su nombre girando en un círculo. Lo encontraría, a él,  entre  aquellos arboles de gruesos troncos y negrísimas sombras…sonreiría al encontrarlo…llegaría junto  él y le saludaría, después,  un largo beso lleno de cariño y de amor. Hablarían del tiempo y de la última película de Scorcesse…

Fue en un momento determinado, quizás con la caída del sol y esa sombra serpenteante que nublaba los sentidos de la estatua maldita y atenazaba los corazones que sintió una ráfaga de viento frio, un aire gélido, satánico, que se le metía muy dentro y helaba sus sentimientos, los ojo le cambiaron y se pusieron de un verde esmeralda mientras sacaba, asustado,  de los bolsillos de su gabán dos gruesas placas de goma con tiras de velcro para sujetarlas y se las ponía bajo sus deportivas… mientras extraída su punzón redondo de caoba debidamente acerado… y llamaba a la chica que venía paseando por el parque, su chica, la llamaba pidiéndole ayuda si podría, por favor que tenía un problema.…y la chica rubia y bella, amorosa, se acercaba para ver qué pasaba con aquel joven novio muy atractivo, de grandes ojos verdes, le decía hola, que te pasa, como me has encontrado aquí y él le señalaba su mano izquierda lastimada y su gran cicatriz roja que iba desde los dedos hasta la muñeca y la chica, su chica, su amor, su novia para toda la vida,  se la cogía , le besaba con cariño y amor y en ese momento el punzón de madera dura como el ébano hacia una curva descendente brutal y rápida que se clavaba en el pecho de la joven que le mira sorprendida y aun enamorada, no creyendo en lo que está pasando y lo que pasa es que está perdiendo la vida, le están robando años y años de vida, le secuestran el futuro y las miles de posibilidades….mientras no muy lejos de allí un diablo negro con una serpiente enrollada en las piernas sonríe satisfecho…y le llama y le arrebata la cordura…

Sunday, December 20, 2015

Un beso de buenas noches.


Un beso de buenas noches.

Llego a casa con un cabreo que se le notaba en la cara. La típica mueca ceñuda, mirando al suelo, la boca encogida y un gruñido en vez de saludo. Se metió directamente en su habitación cerrando la puerta.

La llame para la cena. Tardo más de la cuenta pero, ya con el pijama puesto (más raro todavía que un perro en bikini) se sentó en su sitio, delante de un plato que o no veía o no le apetecía ver que son cosas muy diferentes según el momento o la causa.

Su padre no se enteraba ni de la misa la mitad, el a lo suyo, con sus chiste de siempre, con sus bromas infantiles, con sus ruiditos al comer y masticar, con su baile de los panes imitando al genio de Chaplin en su “La quimera del oro” su película preferida y siempre entusiasta de la misma.

Con todo aquello Mara hizo intención por dos veces de levantarse e irse pero cuando iniciaba el movimiento y me miraba y veía mi mirada asesina, la que pongo solo en contadas ocasiones, se volvía a su plato como si fuera lo más importante de su vida y el mayor secreto del mundo estuviese entres aquellas judías verdes y su huevo cocido…

No quería postre. No le permití aquello y, al menos, se tomo su “activia” de un trago y sin decir nada se marcho rumbo a su partícula mundo, es decir a su habitación, sus cuatro paredes con los poster, su televisión y su música.

Ya todo recogido, lavado y puesto a secar me acerque. Llame con cuidado y entre. Estaba  acostada con los auriculares puestos y la música que tronaba de ellos. Se los quite, sonreí y le pregunte a que venían esos morros, esa mal educación, ese pasar olímpicamente de todo y de todos, que no eran ni formas ni maneras.

Me dijo que había discutido con Sindy, que era una sinvergüenza, una déspota y que no sabía que o quien se creía.

“Me dijo que porque yo pasaba de ella, que llevaba evitándola más de dos meses, que nunca quedaba o la llamaba…le conteste que de acuerdo que le parecía mañana a la hora que ella pusiera. Me contesto con toda su desfachatez que mañana no podía, que le tocaba cuidar de la abuela y después ir a nos e donde. Le dijo que entonces que dijera ella el día y al hora y el lugar. Y me contesta que ya me lo dirá que esta semana era difícil porque tenía que hacer mil cosas…y entonces explote y le pregunte entonces porque era mi culpa, que yo llevaba un montón de veces que la llamaba y me decía siempre lo mismo que estaba ocupada …que más tarde, otro día, otra semana…le dije recuerda que me ponía en el twenty solo por conectarme contigo y …¿Qué me decías?...que no podía, que otro día, otra semanas, que ya veríamos y ahora va y me dice que la estoy evitando…¡YO!...que la estoy evitando yo….¿tú crees que esto es normal, mama?”

Le dije que ese mal estar no podía empañar su vida con los demás, con su familia por ejemplo, su padre en concreto por decir alguien, que debía ser de otra forma, tomarse las cosas de otro modo más sencillo y natural, tratando siempre que se tipo de comportamiento de los demás, que te echen la culpa de lo que pasa y de lo que no pasa, tan común por otro lado, no la afectasen de ningún modo.

“¿Es importante para ti esa chica?-le dije y conteste yo antes de que dijera nada- no lo creo si no habéis salido juntas en tres meses así que pasa un poco de ella y vete a darle un beso de buenas noches a tu padre que se quedo un poco mosca en la cena”

“Tienes razón, lo siento, pero lo del beso no podríamos pasar le extrañara pues hace mucho que no lo hago”

“No te preocupes, le extrañara y lo harás feliz, más feliz que en todo el día, vamos”…

Wednesday, December 16, 2015

Solo una furgoneta…


Solo una furgoneta…

No sé como relataros esta historia. Me pasó a mí de forma directa, la viví, la sufrí. No creo en esas imbecilidades de nada. Si en la pared hay una mancha rara es que detrás hay un escape de agua ¿me entendéis?

Todo empezó con una tormenta de verano, hace un par de semanas. Estábamos los cuatro de siempre en el parque, unos pitillos, una conversación insulsa y tonta que termina derivando a las chicas ¡cómo no! Y… empezó a llover, una de esas repentinas tormentas  de verano,  con mucho aparato eléctrico y unos zambombazos que te dejaban sordo.

Nos metimos en la furgoneta de Tonio. Tonio es un chico con pocas luces pero de buen talante, uno mas del grupo, buen tipo, no nos dejaría tirados por nada, se puede confiar en él; nos aprovechamos un poco, también hay que decirlo. Trabaja con su padre haciendo pequeños transportes, mudanzas, etc…por eso lo de su furgoneta. Esta era casi nueva y grande, gris ratón. Nos metimos en ella y nos sentamos en la parte trasera, la de la carga, como pudimos pues había algunos trastos embalados con sabanas blancas que tenía que entregar al día siguiente. Las puertas las dejamos un poco abiertas pues un poco de claustrofobia sí que nos da y el humo de los cigarros.

Tonio de vez en cuando nos consigue algún curro que nos viene muy bien y nosotros le correspondemos tratando de hacerlo lo mejor posible, cosas sencillas como eso cargar y descargar unos muebles, o unos electrodomésticos, etc. Para cosas más complicadas pues va a gente con experiencia, profesionales de toda la vida, no con nosotros, claro. Veinte eurillos por una tarde siempre son bienvenidos, sobre todo para nosotros  que siempre estamos a dos velas.

Sonó, de pronto, el claxon dándonos un susto de muerte. Nadie cercano al volante, incompresible, algún fallo eléctrico, pensé.

Las puertas se cerraron de golpe, una ráfaga de viento, pensé de nuevo  para mis adentros. Tonio quiso abrirlas pero nada, estaban como atascadas. Allí los cuatros mas encerrados que el Lute en sus tiempos.

En el techo, algo me atrajo mi atención sobre él, filigranas de humo formaban figuras extrañas, cambiantes con la luz de los cigarros que estábamos fumando, parecían formar rostros maléficos, sonrisas tremendas, carcajadas…

Intente salir pues aquello me estaba asustando un poco, imposible, las puertas no se abrían ni con oraciones. Os lo juro, ese día no había fumado ni un porro, de verdad, estabas más seco y sobrio y limpio que nunca. Me empecé a poner muy nervioso, colérico más bien y ese es un estado muy peligroso para mí.

Los cristales de los asientos delanteros, de pronto bajaron y subieron un par de veces, de forma caótica. Se nota que querían amedrentarme y lo iban consiguiendo, me estaba asustando de veras.

Arranco el coche, parecía que iba a ponerse en movimiento sin nadie al volante, rugió y dio como dos o tres sacudidas y con un par de toses roncas se paro. Tonio hizo el ademan de pasarse a los asientos delanteros pero no pudo.

El silencio que nos inundo era ominoso

Un gran golpe en mi lado, como si viniera de fuera, abollo la chapa y golpeándome me tiro sobre Cardi. Mire en la dirección del golpe todo estupefacto, y, con miedo, si, con miedo por una vez en mi vida. Cardi, por si no lo he dicho es el delincuente habitual del grupo  siempre está entrando y saliendo de comisaria, una pena. La última, más de seis meses, fue por robar en un coche de la policía municipal, solo a él se le ocurriría hacer algo parecido.

Un olor a azufre o huevos podridos llenaron nuestras narices. León vomito, menos mal que saco la cabeza a tiempo y echo la pastilla fuera, en la calle y la furgo le permitió lo que antes no nos dejo hacer que fue abrir las puertas traseras. Cuando metió la cabeza dentro la puerta se volvió a cerrar sola con un fuerte y violento golpe.

Tonio nos calmaba diciendo que no hiciéramos caso que todo venia de unos días atrás en la que unos gilipollas se metieron dentro con unas velas negras y una ouija y, a partir de entonces, la furgo hacia cosas raras pero nada más grave que los que oíamos o veíamos. León le dijo que la cambiase antes de que pasara algo gordo, que iba a pasar algo muy gordo con aquel bicho.

Cardi empezó a flipar. Empezó a recordarnos aquella película de un tal Crapenter no se que sobre un coche que salió mal de la cadena de montaje, cosas de sangre y posesiones, y se dedicaba a matar gente…León le añadió que era de un libro de King y que molaba, una pasada en bicicleta.

Yo le dije que llamara a el crédulo de la tele, ese de las historias parasicológicas, que a lo mejor hasta le daban algo de pasta. Imagina la pasada de tu furgo posesa en un capitulo de fenómenos en la televisión, que pasada, tío, anímate, todos lo podríamos ver e incluso salir en el reportje.

Se encendió la radio. El salto que pegamos todos fue espectacular. Cada vez que lo pienso me estremezco. Allí los cuatro tontos, metidos en una furgo encantada y asustándonos como críos pequeñajos con cada cosa que hacía. La canción era un pasada de borde, vieja y con interferencias.

Las luces se encendieron y empezaron a parpadear como en una disco. A la secuencia de luz y sombras, las figuras del techo empezaron a  moverse como reptiles al ataque, como pequeños dragones echando fuego, como diablos en una danza infernal. El conjunto con ese olor repulsivo era…no sé cómo describirlo, la situación se me hacia increíble, surrealista y encima con autentico terror. Alguien, mejor no saber quien, dejo además un olor  acido y concentrado a orines….nos arrejuntamos como unos pobres chavalines en una esquina, los cuatro apretujados, lastima que no hubiera ninguna de la chicas, estaría el sobeteo precioso y cachondo.

“Solo falta que empiece  a saltar sobre los neumáticos” dijo alguien, no sé quién y, acto seguido, empezamos a dar más botes que una pelota de futbol dominguera. Me fije que seguíamos la música o sea se algo que no cuadraba…

León que estaba más que flipado empezó a contar que un accidente, retomando lo del libro del tal King, y que algo de sangre que le llego al coche había provocado todo aquello…Tonio le cortó rápido y le dijo que sí, que uno de los chicos se había hecho un corte grande en el brazo, que le dieron incluso cinco puntos de sutura. Incluso nos enseño los restos de la mancha en el suelo, semejaba, no sé, como una medusa grande en el mar solo que castaño rojiza y era polvorienta.

La tormenta paso como todo en la vida. Las puertas se abrieron, todo quedo más que tranquilo y salimos.

Sigo pensando en fallos del equipo eléctrico o un mala broma de alguien. La furgo de Tonio, yo ya no subo en ella ni aunque me pague, bueno, si hay curro que le vamos hacer, de algo hay que vivir, vamos, digo yo…

Friday, December 11, 2015

Bajo la niebla…


Bajo la niebla…

En otoño, por la mañana temprano, la bruma de la ría invade los capos y la ciudad, la envuelve en un abrazo de oso con un olor peculiar, olor que recuerda a las algas, al pescado fresco, a la madera calafateada de los botes de pesca…te levantas, te vistes y al abrir la puerta es como si entraras en otro mundo, un universo lleno de dudas, de formas difuminadas, de preguntas que solo se contestan con un avanzar casi de ciego.

Me gusta mi ciudad bajo la niebla de otoño. Me traen recuerdos de los libros de Lovecraft o, ya pensando en algo más modernos y brutal, del amigo Stephen King de sus buenos tiempos, cuando sus novelas eran como un tajo a nuestras seguridades y un mono con sonajas nos podía fastidiar una buena noche o ese piloto nocturno…

Bien abrigado avanzas por entre calles y bultos que se mueven como espectros, huyen de tu calor o de tu odio. Todo está cerrado y en silencio, no es una ausencia de ruido sino que este es como si estuviese contenido bajo paneles de cristal, silencio de respiraciones entrecortadas y de palabras al oído...

Los coches con sus luces encendidas asemejan unos modernos ciclopes rumbo a Dios sabe dónde o cuando…

La cartera te pesa.

La humedad se te mete por cada resquicio de la ropa, te va humedeciendo. No hay que decir lo del pelo ya encrespado y mojado, esas gotas que se acumulan sobre las cejas y, bien formadas, corren por las mejillas como si llorases por la humanidad en pleno. Tiemblas de frio húmedo y viscoso lo que te lleva a pensar en serpientes y cosas peores que no puedes ver. La bruma te va robando el calor que tienes y con el la seguridad.

Es curioso, piensas, en este estado no hay sombras, es como si nos las hubiesen robado o estas huyeran de súbito presintiendo algo terrible o perverso.

Te guías por los pequeños soles, casi sin luz, de las farolas de la gran vía. Avanzas como aquella vieja insomne, la de la alcuza buscando vida y palabras y amor…

Notas que el sol lucha por hacerse presente pero todo lo que consigue es una huella pálida en lo alto…como si fuera un sol pálido, al que le quietaran la sangre un vampiro estelar gigantesco…

Algunas sombras fantasmagóricas se cruzan contigo; algo deben de ver en ti que se apartan para no rozarse, nadie se acerca a nadie. No te pasa nadie pues normalmente tú vas más rápido que la gente del barrio. Te queda poco para el insti, ya está a punto de llegar, cinco minutos y estarás a salvo…

En tus pensamientos no te das cuenta de la sombra que te alcanza por la izquierda, como se adecúa a tu velocidad y a tu paso, como se pone  a una distancia que podríamos decir que no muy correcta. Tu en tus nubes de rimas y miedos, de libros y de fantasías. Casi te roza, ya a tu altura lanza su mano a tu entrepiernas, estruja tu sexo, lo manosea como buscando un hueco, una raja; es un segundo o menos pero no por ellos dejas de reaccionar con el inicio de un empalme; el desconocido lo nota, lo soba como con sorpresa, se le escapa un “Uffff” audible y rápido lo suelta y sale corriendo diciéndote: “Lo siento, creí que eras una chica”…

No sabes si salir corriendo y darle una buena tunda (por lo de tocarte o lo de confundirte con una chica) o meterte detrás de  unos setos y hacerte una paja…no sabes, no reaccionas y terminas riéndote de la bruma, de los fantasmas, de los monstruos de Lovecraft y de todo…”el hombre es el mayor monstruo para el hombre”…

Sunday, December 06, 2015

Cuando las armas cantan a la muerte


Cuando las armas cantan a la muerte

Y las viudas insomnes se estremecen,

tiemblan bajo las sabanas húmedas...

la leche ordeñada, fresca, se pierde

y las cascaras de huevo revientan...

 

mira al cielo como se atormenta,

como se agrietan las nubes

vaporosas y decorativas.

como el sol gira sin fin

auto complacido en el tiempo...

 

Mira temblar tus manos acartonadas

y cobíjate en las sombras de la cruz.

El tiempo esta ido, el espacio está roto

y, nosotros, somos olas en el desatino

copos de sangre y dolor y miedo.....

Wednesday, December 02, 2015

Problemas en la playa (14): Paranoias.


Paranoias.
Lo reconozco, soy muy paranoico, aprensivo quizás fuera la palabra más exacta. A quien le diga que lo primero que hago al llegar a un sitio nuevo de vacaciones es, después de buscar la primera hamburguesería (mejor MacDonald) o pizzería que se encuentre, es tener los datos y la ubicación del servicio de urgencias bien anotados en la cartera, un papel al lado del teléfono y en un imán en la nevera. Normalmente ya se lo pregunto al encargado de darnos las llaves del apartamento (véase capítulo IV) y, si puedo y me dejan, paso por allí dando un paseo para, por si hay que ir, saber bien el camino. A continuación, el teléfono del servicio de médico de asistencia a domicilio y servicio de urgencias.

Con todo ello no estoy tan tranquilo, no, creo en la ley de Murphy y sé que cuanto haga será poco e inútil. Todo se trastocara en el ultimo y necesario momento y todo saldrá mal para que pueda decir en voz alta: “ya os lo dije”.

No es por mí, entender, a mí que me parta un rayo. Lo que piensa la fámula y mi sonriente familia de tres críos que deben de pensar que estoy medio loco, pero la verdad es que si no tienes la información estas perdido y, si la tienes, también.

Todo empieza normalmente al segundo día. Uno de los niños se empieza a quejar de la tripa y termina vomitando por encima mía al atenderlo. Toda la comida del día anterior mezclada con la cena, no sé cuantos helados y granitos de arena aderezando todo y dándole un colorido especial y un tufo mas especial todavia. Rápidamente saco el botiquín (¡sí! llevo el botiquín a todos los lados, es el del coche pero un poco más grande). En el botiquín no hay nada para eso que está pasando pero tener el botiquín en una mano mientras con la otra, pringosa y llena de vomito,  le coges la mano y lo animas, da…como confianza. La mujer, curada de mil espantos, rápidamente le encasqueta el acuarios a sorbos, le da una pastilla de no sé qué, (si, lo sé, primperan) lo tapa bien con una simple sabana y nos manda a todos a la playa. Sin darme tiempo a replicar ya me dice que es el cambio de agua o que trago agua de la playa sucia y nada más, que no piense en otras cosas y que me ocupe de los otros críos. Lo malo es que los tres pasaran por lo mismo y, Murphy al canto, en diferentes días.

Al cuarto día esta la picadura, dolorosísima debe de ser, de las medusa o de la que nosotros llamábamos faneca brava, eran otros tiempos y otros lugares, otras aventuras no tan libres como las de ahora. ¡Claro! A la niña que no sabe qué hacer mientras llora y pretende que le arranquemos el pie de su sitio. Con ella en brazos, salgo corriendo a urgencias de la cruz roja de la playa, corro como un loco con el sudor llenando el cuerpo para llegar y tener que guardar cola. Urgencias y cola. ¡Sí! Poco tiempo después una chica muy agradable pregunta que tiene y la atiende pronto, se me hace eterno el tiempo con ella quejándose en mis brazos y sus gruesos lagrimones corriendo por sus mejillas y mis brazos ya doloridos. El corte, el amoniaco,…..en fin, yo no miro, no sea que termine desmayándome como me paso cuando la niña tenía dos añitos y al que tuvieron que atender de verdad fue a mí.

¡Ah, Las colitis de verano!. Es como la leyenda de las serpientes pero, en este caso, real y vivida como nunca. Un día os levantáis y a pelearse por el baño, todos  a una como en Fuenteovejuna. Tu, el pardiño, el ultimo como siempre. Es como una bola de nieve que cuanto más vas al baño, mas necesitas ir  y el tiempo se acorta. ¡Pero es que sois cinco, cinco! ¡Las mujeres y los niños primero! Y tú, que no eres ni mujer ni niño, pues, que se le va hacer, la desgracia en verso. ¿La paella del día anterior que comisteis todos? ¿Las almejitas que estaban bien de precio? ¿Los helados del que paso por la playa a voz en grito?....

Y en esas épocas tan oportunas no hablemos o de la varicela o el sarampión o la rubeola, que de todo hay y ha pasado.  Cada año uno cae con algo de ello, cosas normales, ya lo sé. Las cogerían tanto en casa como en la playa, ya lo sé. ¿Pero todos los años lo mismo en el mismo sitio y en la iguales vacaciones? Un año uno es el sarampión; al año siguiente la niña con la varicela; al otro la rubeola, al otro……

Y llega lo tuyo. Playa y cólico nefrítico son sinónimos de acción y sufrimiento. Una molestia en el lado izquierdo, sin connotaciones políticas ¿Eh? Pasa a dolor inesperado al tiempo que se notas unas problemillas al mear (perdón) y se termina con el parto masculino que termina en urgencias, camilla sudada y con mal olor del anterior que la uso, los tres críos en traje de baño esperando con chanclas y arena, la mujer gritando que me atiendan de una puta vez, que al menos me quiten el dolor mientras las enfermeras le dan un valium, a ella que esta histérica viendo como me retuerzo de dolor,  y atienden, de verdad urgentes, a los heridos del ultima accidente ¡Qué casualidad! …de trafico… Y encima aguantar al doctor que siempre dicen lo mismo. Vayas a donde vayas, dicen lo mismo, como si estudiaran en la misma escuela o leyeran los mismos libros: “¡Beba más agua como minino dos litros de agua al día!”

Eso sí, después de los dolores, del sufrimiento de película gore cuando te buscan la vena para ponerte la vía, siempre es la enfermera más fea y sádica, cuando te calma el dolor, la tensión se normaliza ¡que paraísos, que felicidad momentánea! En ese momento, porque recuerdas que estas casado que sino…, le ofrecerías matrimonio a la enfermera fea y sádica que, de pronto, ya no es ni tan fea ni tan sádica. Al poco con unas buscapinas en el bolsillo y la cara de felicidad de un tonto regresas al apartamento….

Sunday, November 29, 2015

Problemas en las playas (13): Mis viejecitos..

Mis viejecitos..

Con ello, quien no lo ha sufrido porque, si, los viejecitos también van a la playa y, casualmente se ponen durante esos quince días a tu lado. Normalmente es un grupo muy animado, todos juntos al empezar la mañana y al caer la tarde. Hablan sin parar y cuando se les acaba las historias de sus vidas comunes empiezan con chistes a cual más irreverente y verde. Mil anécdotas de embarazos, de cólicos, de los problemas de la menopausia, de los cuentos de la vecina, de las herencias que no fueron o de los problemas que dejo una tierra. De próstatas y riñones con mas que piedras, canteras inagotables de dolores y visitas a urgencias. De las ristras de medicación por la mañana, por el mediodía, por la tarde, al ultima de la noche, antes de acostarse y de las que dejan a mano por si las moscas.

Empiezan, con el desayuno y el primer saludo,  con los sufrimientos y el no dormir de la noche pasada; alguno con la cena que le sentó mal. Siguen con sus achaques que se les van produciendo como en una competición a ver quién es el más enfermo. Terminan con el consejo, siempre los mismos, sobre que tomar y que no tomar y es que la medicina avanza que es una barbaridad. Es el famoso frente de juventudes, el que te informa de los milagros del Prozac, de la maravilla durmiente del Tranquilmazin, las fases liosas del Sintrom para aquello de la viscosidad sanguínea y evitar los riesgos de trombos, la nueva insulina que es una maravilla y que permite comer mucho más y con menores riesgos, el Trombocid para darse todas la noches, una maravilla como deja descansadas las piernas y es que el calor es una penosidad añadida, la Buscapina para cólicos de cualquier tipo , el Valium mágico y misterio, y un largo etcétera. Terminas siendo un experto en enfermedades y en medicinas y solo en diez u once días que es lo que suelen durar a tu lado. Aprendes como hacer del servicio de urgencias tu segunda casa y como debes llevarles, de vez en cuando, algunos bombones a las enfermeras que son un encanto.

Dejan, cuando se van, un vacio inmenso y unos oídos más descansados aun. Lo notas en el silencio del comedor del hotel, en las maquinas que casi funcionan solas...y, al tiempo, los echas de menos pues te recuerdan tus barrios de niño, tus familiares lejanos, tus padres que aun viven y a los que debes ir a visitar…se van dejando una falta de ternura inmensa a pesar de todo.

Empezábamos por la mañana en el desayuno que es una continua queja de achaques mientras cogen y devoran del buffet del hotel tostadas, panecillos, frutas…como decía una viejecita al lado de nuestra es mesa, comed que es gratis, ya esta pagado. Cuanto más, mejor. Allí sentados te enteras de a quien se le escapo el que, quien no pudo dormir mientras no tomo el no sé que, de quien durmió sentada, de quien le dio el ataque del riñón derecho y quien padece  y, de pronto, al unisonó, todos sacan unas cajitas que contienen la mezcla de pastillas ordenadas por día y toma. Claro, las ves, y te dices que casi desayunan ya con las decenas de pastillas que toman. Unas cajas alargadas, curiosas y ordenadas me imagino para esos días de asueto. Me asusta pensar que, algún día, sean así mis cajas de medicinas.

Tal como entraron se van, unos de vuelta a las habitaciones para preparase, otros los menos ya en dirección playa no sea que pierdan el sitio de siempre, el de al lado  nuestro para nuevas lecciones de vejez y aguante.

Son encantadores, son nuestra gente.

 

Wednesday, November 25, 2015

Problemas en las playas (X12).- Lecciones de anatomía en las playas.

Lecciones de anatomía en las playas.

Hay algo que todos estaremos de acuerdo y más hoy en día, con las modas actuales, o  eso espero pues es uno de esos comentarios casi generalizados a todas horas en las playas, sobre todo en esos primeros días en que llegamos blanquitos, muy blanquitos, somos la leche de un paquete de cafés oscuros que se mueven y pasean luciendo palmito y color. ¡Sí! Lo habéis adivinado, son las impresionantes lecciones de anatomía de ambos sexos que recorren nuestras costas como si tal cosa ¡y vaya cosas!.... ¡lo que se ve y se presiente!...que raya, en muchas ocasiones, en el peor de los gustos.

Queda en un segundo lugar, las tremendas lecciones de medicina y geriatría que se sufren y se viven en las playas pero eso, es otra historia, otro capitulo para los anales de este blog inofensivo y olvidado.

La primera es evidente por los ojos desencajados, fuera de sus orbitas, de los jóvenes y no tan jóvenes ante los exiguos bikinis  y grandes top-less que se amontonan en nuestro lado para desgracia de la pobre mujer que con sus cuarenta y tantos se empieza a comparar con las chicas del entorno y no para de traumatizarse una y otra vez, olvidando sus dos o tres embarazos  y demás… La verdad es que hay trajes de baño que miden menos que los billetes con que se pagaron resaltando, además, aquello de trajes que valen de forma proporcionalmente indirecta a su tamaño. Hablando en plata, que cuantos más pequeños son más caros cuestan.

Y hay de todo, como en botica. Desde pechos gordos  y sebáceos que se desparraman como medusas fundidas en las arenas, pechos diminutos casi de niñas núbiles, pechos colgantes por fuerza de la gravedad universal, pechos enhiestos amenazando a todo quinqué con sacarle un ojo de la cara, pechos con pezones que se levantan en un canto de luna sin saber del tiempo que no suele ser generoso, pechos que se erizan al contacto con el agua fría formando una nebulosa de estrellas que brillan de forma atrayente y subjetiva. Con ellos las mil formas de los ombligos (para dentro, para fuera, extendidos, minúsculos….); las piernas algunas tan largas como kilómetros del desierto o un día sin pan, brazos esbeltos y de mármol, colgaduras fofas y vacías marcadas por el carnet de identidad,  etc., etc., un largo etc... Y con ellos los patizambos, los paticortos, los musculados…y esos bikinis que nadie sabe cómo, será magia potagia, no se caen de la caderas de su poseedora en un equilibrio que bordea las leyes de la física.
Y restos de operaciones que se exhiben como  heridas de guerra, casi con orgullo, aunque nosotros, los normales, desviemos la cara ante su presentación en frente nuestro. Cicatrices que hacen que alguna película gore se quede corta.

Y tatuajes de mil tipo y color, en miles de sitios inhóspitos que no sabemos cómo es posible hacérselos ¡ahí! Justamente hay. Y, como en el chiste de la manzana… ¿Qué no sabéis el chiste de la manzana?...Bueno: “lo peor de comer una manzana no es encontrar un gusano…es encontrar medio gusano”. Pues así. Pasa un/a joven por tu lado y observas medio tatuaje en salva se la parte, la otra mitad se mete de forma alucinante bajo el bikini y tu imaginación va camino de lo que habrá escondido….

No hay más solución posible que estudiarlas como una lección de fisiología animada y en movimiento...alguno,  para ello, se dota de instrumentos de laboratorio secreto como esas gafas reflectantes y negras que dejan ver pero no dejan que te vean la dirección de los ojos. ¡Ja, ja, ja! Son normalmente ya experimentados cuarentones y calvetes, de tripa cervecera,  que no se dan cuenta que si no se ven los ojos si se ve la dirección de sus miradas. Dan pena, dan lastima y, muchas veces, no se dan cuenta de las miradas lastimosas de sus mujeres que están al lado…

¿Para qué ir a clase a estudiar biología? Esta toda y a la vista en nuestras playas. Podemos seguir músculos y huesos. Muchos músculos y muchos huesitos. Mucha foca y mucho palillito de pasar hambre. De todo, como en botica.

La mayoría de las mujeres, las normalitas,  miran con envidia y casi se tapan con sus toallas, sus pareos y sus sombrillas cuando pasan esas jóvenes, o no tan jóvenes, con su naturalidad al aire que, por cierto, no existe y hace un calor que “te cagas”. Eso de los cuarenta y poco a la sombra es un decir, no hay sombra que valga. El gesto un poco hosco al ver al marido como mira y mira y mira muchas veces detrás de unas gafas negras pensando en que no se cómo mira y mira, total, todas tenemos lo mismo y en los mismos sitios…Y pensando en que ella algún día fue así y no esa tripita del último embarazo que ya no se quita, esos pechos caídos y que la parte superior del bikini no es capaz de levantar un mínimo vital. Esa papada que no es suya, no es suya, nunca la tuvo. Esa piel de naranja que la hace tan fea. Esas colgaduras  en los brazos. Esas varices  que, precisamente y con mala leche, están en las zonas más visibles. Ni el gimnasio, al que se apunto veinte veces y fue veinte veces, es capaz de solucionar un poco ya los estragos del tiempo. Y la delgadez no arregla nada tampoco, si vas delgada vas llena de arrugas como una pasa seca y desabrida, hasta con mal humor; si vas gorda pues vas… ¡ayayay!

Y el otro lado del espectáculo son los hombres jóvenes  con esos diminutos bañadores que muestran unas tabletas de chocolate producto de muchas horas de gimnasio y de pasar mucha, pero que mucha hambre. ¿Y porque se ponen esos taparrabos? Porque llamarlos bañadores parece mucho, Casi nos dan ganas, al resto de pobres mortales ante nuestra tripita, de sacar la hoja de parra y taparnos de alguna forma adicional para evitar posibles y negativas comparaciones.

Y están los hombre de barriguita cervecera, que son los peores, luciendo un palmito que no tienen y unos músculos que tampoco tienen salvo ese bíceps derecho, el de levantar la jarra o la litrona con asiduidad. Eso sí, llevan unos diminutos taparrabos, mínimos y ajustaditos, total, ellos no se pueden ver por más que lo intenten…el ridículo si lo hacen que te cagas pero ellos a lo suyo.

Y claro, los niños, benditos críos, señalan y cuchichean. Y se pasean distraídos, como si nada, viendo algo por aquí, otra cosa por allá…cuchicheando entre ellos y ellas, comentando y comentando y aprendiendo más de lo que debieran, o no, quien sabe, en estos tiempos. La primera fase son las “tetas” y las “tetonas” (tanto críos como crías)….le siguen lo de los culos gordos y llamativos ante los tangas malditos…pasan al pito y los guevos ante los bañadores que enseñan más que tapan…

Lecciones de anatomía de la forma más natural imposible en los incomparables parajes de las playas hispanas, en la arena dorada y limpia, con el arrullo del mar océano que nos envuelve como en una perfecta sinfonía polifónica… miramos con envidia a una juventud casi perfecta, anatómicamente hablando, claro, limpia y sana mientras nosotros nos refugiamos en nuestros años, en nuestro sobrepeso ligero, en nuestras arrugas, los achaques de la edad, en acordarnos de que algún día fuimos  así o mejores aun, en que vivimos y el sol calienta por igual a todos…

Friday, November 20, 2015

Problemas en la playa (11).- Los problemas de la “caca”

Los problemas de la “caca”

Seguro que no os habéis fijado y sin embargo  sufrido más de una vez. Esto lo sabemos muy bien por experiencia sobre todo las sufridores madres, cuando al terminar el agotador día, nos sentamos en el sofá, los niños ya están dormidos, y nos ponemos a ver la  tele o hacer punto o leer un libro o a dormitar simplemente, que como un principio general que nos viene a la cabeza es: cuanto más lejos estés de un wáter más probabilidades hay de que tu hijo te pida cacas.

Por ejemplo, a la salida del colegio. Hace buen tiempo, coges al crio después de saludar la profesora, encantadora ella, y después de los besos de rigor  coges la mochila, le das el bocata y empezáis a caminar. Todo va bien, todo perfecto. El crio va comiendo con ganas, enfurruñado primero, tiene mucha hambre, el silencio es casi opresivo. Conforme su estomago se va llenando el cabreo va desapareciendo y ya comienza a hablar. Que si patatin, que si patatan. Pequeñas tonterías, pequeñas cosas. Te cruzas con otras madres con sus niños, tatas que llevan a otros, y algún padre más que viene, son escasitos en número. El niño acaba el bocata, le das la botella del agua y se da un largo trago de agua mineral y se pone con las galletas de chocolate, las de siempre, las que le encantan, las “príncipe”, no es publicidad pero tiene que ser esas y no otras. Está hablando de los castigados de ese día, él no, él, en la mesa de los juegos con los que se portaban bien. Estáis a medio camino de casa, ante el enésimo semáforo, rojo como siempre. El niño te da la galleta, se lleva la mano al vientre y dice “que se caga”. Por un lado volver al cole es absurdo, pero también falta otro tanto para llegar a casa; el autobús imposible, no quedan muchas opciones y piensas que como se te cague en la calle pues, a ver… “cuanto más lejos estés de un wáter más probabilidades hay de que tu hijo te pida cacas.”

Otro ejemplo, salida de fin de semana. Todo preparado, el coche abajo esperando, los críos yendo al servicio, lavándose los dientes y en marcha. Un día primaveral en el que vais a pasar un día juntos, fuera de la ciudad y de la contaminación y de los ruidos. Un pequeño cambio en la rutina diaria que se agradece. El coche arranca con su sonido suave, como un gato a gusto bajo los rayos de sol. Avanzáis entre cuatro carriles y siempre hay algún loco saltando de un lado a otro. Lentamente os acercarías a la salida y entráis en la autovía. Lo primero es que hay que parar por la gasolina, qué más da. El bolsillo se resiente pues los precios actuales son una barbaridad. Ya en marcha de nuevo, los críos detrás, se portan bien, están emocionados por pasar un día fuera y comer fuera, también. La ciudad queda atrás. El niño te llama cogiéndose las tripas con sus dos manos y poniendo cara de oveja degollada te dice “que se caga”. Miras con cierta locura que no hay salidas de la autovía por donde estáis, todo está desierto. Le preguntas que por qué no lo hizo en casa, es mejor no preguntar. Le dices después por qué no lo dijo en la gasolinera, “no tenía” será su respuesta; es mejor no preguntar. Le dices al conductor, con cierta resignación,  que hay que parar y si es en una estación de servicio, lo primero que encuentre,  mejor que mejor…. “cuanto más lejos estés de un wáter más probabilidades hay de que tu hijo te pida cacas.”

Otro, son tantas las posibilidades. Vacaciones de verano. Día de playa total, a quien no le habrá pasado… Todo puesto en la arena rubia, las toallas tendidas, la sombrilla bien clavada, la bolsa cerrada. El sol pega fuerte. La crema protectora ya extendida por unos cuerpos casi morenos. Los niños corriendo por la arena, jugando haciendo castillos, salpicando, rompiendo olas o saltándolas. El agua, a tus pies, te ofrece la relajación del baño, dejarse mecer por las olas y acariciar por la brisa suave y fresca. Avanzas y metes los pies en el “guuuaaaayyy”, con un repelús por el contraste de temperatura que es agradable. Avanzas, te vas mojando las muñecas, el cuello, la cabeza. Ya  vas a darte la zambullida final cuando viene a lomos del viento, casi rompiendo tu oreja, “¡Maaamaaaa, que me cago!”. Miras con ojos de loca en todas las direcciones y ves como todo el mundo está enterado y os miran como diciendo otra al bote (la solución maligna a espaldas de todos ya está fuera de nuestro alcance). Te quedas como la mujer de Lot, una estatua no de sal pues en el agua duraría poco entera y de una pieza. Sales del agua con prisa viendo al crio haciendo fuerza para “no cagarse” y a la cría retorciéndose de risa por su hermano y señalándolo con el dedito. Te pones las chanclas, le pones las chanclas, lo agarras por un brazo de forma más brusca de lo debido y a buscar los servicios de un chiringuito que, por casualidad, está lejos, lejísimo…“cuanto más lejos estés de un wáter más probabilidades hay de que tu hijo te pida cacas.”

Tiene un añadido, una desesperante y kafkiana continuación: “cuanto más lejos estés de un wáter más probabilidades hay de que tu hijo te pida cacas…y cuando lo encuentras esta siempre ocupado”

Pero esa es otra historia….

Tuesday, November 17, 2015

Problemas en la playa (10):- Paseo veraniego por la montaña.

Paseo veraniego por la montaña.

¿Te gusta pasear por el campo o por la montaña? Lo entenderás o, quizás, ya te habrá pasado y más de una vez. ¿Quién no ha pensando en hacer una escapada por la montaña con los suyos en un día de verano?...Es verano y el paseo por la montaña es apetecible. Pero no el pasar un día en el campo,  paseo y bocadillos y bebida, no, hacer un buen recorrido, uno de esos circuitos marcados que hacen de la marcha toda una experiencia. No entiendes la inicial reticencia de la mujer, la vagancia del chico, el gesto de asco de la chica: que si mucho calor, que si polvo, que si bichos por el camino, que si los mosquitos….Convences a los tuyos, mas mal que bien, preparas todo y…el día señalado los metes a disgusto, ¡que caras ponen! en el coche y en marcha.

Las quejas se oyen todo el camino. Las de los tres, porque tu ni mu. Conduces y ya esta.

Estas haciendo el circuito circular de los siete picos, en Navacerrada. Vas tú con tu pareja y los dos niños que ya están un tanto fogueados en estas lides. Es verano, no hace mucho calor y vais bien preparados: buen calzado para andar por el monte, camisas holgadas y cómodas, buenos calcetines de algodón, pantalones y unas mochilas pequeñas y cómodas para la mujer y tú. Antes de salir la crema protectora y unos gorros.

El camino es fácil, está bien señalizado y empezáis. Los arboles os rodean dando una calidez inesperada. Hay otros grupos que van a distintos ritmos que vosotros. Los hay mucho más rápidos y, también, otros mucho más lentos.

Buen ritmo, acompasado. Las cantimploras suenan un poco con un vaivén que dice que el ritmo es vivo, bueno. Paso a paso se va lontano. Apenas hay desniveles, hay sonrisas y animo.

Los pinos se cierran sobre vuestras cabezas,  se van haciendo cada vez más espesos a nuestros lados. Subiendo llegamos a “El mirador de la Reina”. El camino es el correcto y llegamos a la que creemos es la calzada romana. Hay historia en las piedras que pisamos, hay cuentos y leyendas. Paramos a beber y comer algo. Hay un ambiente bueno y animoso. Hay espíritu, energía renovada.

Decidimos volver sin hacer todo el circuito circular. Damos la vuelta y Javi se encuentra un poco mal. No parece nada importante pero mejor prevenir que curar. Hay un pequeño desvió que parece va en dirección derecha a la estación. Lo cogemos aun en contra  de la oposición de la mujer que prefiere lo largo conocido a lo corto sin conocer. La animo y le digo que no se preocupe que por ese atajo en menos de media hora estamos en la cafetería y bien.

Como no puede ser más, si coges un atajo siempre, siempre, es ancho y bien marcado para desaparecer a los trescientos metros. No hay para adelante y, cuando te das la vuelta, te encuentra en que todo está igual, no hay vereda marcada, no hay senda, por no haber ni notas las pisadas vuestras. El camino esta duro por el calor y no hay huella, solo polvo. (Es la primera regla)

Decides sortear arboles en dirección a la que piensas que es la correcta. Vais cada vez con más problemas y…aparece  un afloramiento rocoso. Más problemas, son risco y hay que ayudarse de la mano. La mujer se pone de uñas y empieza a cabrearse. El crio se queja. (Segunda regla: por un atajo pasados lo trescientos metros se pone peor. Tercera regla: poniéndose peor aparece el cabreo y peleas en el grupo)

Pasa la media hora y la hora entera, estáis cansados y, de pronto, como en la luz, aparece una señal en los arboles: los puntos amarillos que llevabais siguiendo desde el principio, antes del atajo. La fuente esta allí, ¡habéis vuelto al sitio de origen! Incluso para tu desesperación, ves la vereda que te marco la idea brillante del atajo. (La famosa cuarta regla: vayas por donde vayas llegaras a donde no quieres volver). La mujer te la clava en todo lo alto y se pone en la dirección correcta sin decir ni mú, la larga pero la adecuada, los críos la siguen con una sonrisita en los labios y tú los sigues como puedes un par de metros mas atrás. Parece que el malestar de Javi ha desaparecido como por arte de magia, las muecas de disgusto también desaparecen y,  al cabo de una hora escasa estáis en la cafetería.

Te sientes mal, habéis perdido mucho tiempo y el cansancio Ha hecho mella en los dos críos que cuando te miran se sonríen sin disimulo y es que: “Por definición, un atajo es el camino más largo entre dos puntos.”
No solo eso, los atajos desaparecen cuando los has tomado, se hacen impracticable; cuanto más avances peor serán, los cabreos en el grupo serán el pan de cada minuto y siempre, solo si tienes suerte, acabas donde empezaste.

Sunday, November 15, 2015

Problemas en la playa, (9).- ¿Hablamos del verano?...

¿Hablamos del verano?...

¡Sí!

Verano es calor, es sudor por todo el cuerpo, es un nudo en la garganta que se constriñe como el cauce de un rio estival y es sed, esa sed espesa, caliente y pastosa que te hace buscar como sea una gota de agua. Pero Murphy en verano, maldito sea, también funciona como un preciso reloj suizo y cuando hay sed, o no hay donde beber o no  llevas algo de dinero para tomarte una caña en el chiringuito de la esquina o estas sin camiseta y sandalias y no te van a dejar entrar así en algún sitio o el kiosco de bebidas y chuches está cerrado.

¡Es Murphy!

Y, claro, lo que nos queda es que hay que buscar una fuente pública, que no púdica. Y eso, una fuente pública que como ya debéis saber, ya sois mayorcitos, nada tiene que ver con una mujer pública (u hombre público que tiene un significado altamente diferente al caso de la mujer). En ambos casos nada tiene que ver con el agua que apeteces, necesitas, quieres, anhelas, deseas, añoras, ansias, buscas, sueñas, codicias, aspiras, pretendes, persigues, ambicionas, suspiras por un traguito de agua fresca de pozo en mena de mármol…si por ti fuera, hasta pedirías de rodillas una limosnita de agua por el amor de Dios.

Recuerdas haberlas visto pero no donde. Sabes que las hay a millares, pero no por donde, al menos no por el sitio en el que estas. Pasas al lado de ellas un día sí y otro también. Ahora, que las necesitas, no aparecen tan fácilmente.

¡Es Murphy en verano!

Y la buscas con un raquítico ahínco, el que te deja la bajada de tensión debido al fuerte calor y la chicharrera que está cayendo desde arriba. Sera uno de esos días en que el asfalto se derrite como en aquel gran episodio de “Historias para no dormir de Chicho Serrador” y los pajaritos, los pobres, se caen muertos de los nidos.

Con el tiempo que pasas buscándola, mirando a todos lados, olfateando con ansias mil el rastro imposible de la humedad,  la saliva se hace arena en la boca, esta casi ni se mueve con los goznes maxilares oxidados y hasta el aliento te sabe mal o huele peor, tragar es un suplicio y el estomago esta reseco y vacio y áspero y llenos de gases y ruiditos.

Buscas y, al final, (playa de bandera azul, paseo marítimo de precios astronómicos y comisiones varias más allá del dos por ciento, plaza principal del pueblo, parque lleno de arboles o jardín austero o medio asolanado), es obligatoria, la encuentras allá en la lejanía. Te aflora una sonrisa, ya te deleitas, de forma anticipada, pensando en beber, casi notas el frescor del agua en la garganta, avanzas más rápido que nunca…y la encuentras rodeada de cientos de críos jugando a los globitos de agua, toda una batalla campal en la que la fuente es el centro de la acción, son varios equipos enfrentados casi a muerte…pero tú quieres beber y pedirles con educación que te dejen un segundo no es la solución pues, normalmente, puede empeorar el problema planteado que es el de echar un traguito de agua.

¿Pero hay un problema? Se planteara algún lector despistado.

¡Sí! Aparece el problema y las distintas opciones.

La primera posibilidad que se ocurre a toda persona normal es buscar otra fuente que, ya lo sabes de antemano, o no tiene agua o tendrá otras decenas de niños diferentes o iguales jugando a las batallitas de globos de agua con lo que el problemas no solo no estará resuelto sino que vuelve al punto de partida.

La segunda, es la más equivocada, es pedir educadamente, con un poquito de por favor, un segundo para beber… ¿Cómo? ¿Qué porque es la más equivocada?... ¿Pero quién es el ingenuo que pregunta eso?...es que, de inmediato, te conviertes en la victima ideal  para toda la pandilla, se produce una alianza mágica entre toda la panda, enemigos de siempre de todo el veraneo,  y aparte de fusilarte primero (imagínate delante de un pelotón de treinta niños con sus globos preparado y todos a una contra tu cuerpo y no sabiendo, además, cuales son de agua, cuales son de arena, cual es una piedra…), te perseguirán corriendo después por toda la zona que dominan y no te dejaran ni  a sol ni a sombra ¡tirándote globitos de agua…o de arena, que son los peores! La mezcla resultante sobre tu cuerpo o tu ropa es asquerosa. Tu moral por los suelos.

¿No habrá una tercera?, sí, claro que hay otra(s) opción, normalmente hay mas, pero bueno, puedes tratar de hacerte el invisible, colarte de rondón con media sonrisa en los labios, esquivarlos con todo el tino posible, pero, a la hora de ir a beber, recuerda que es Murphy siempre, algo pasara que serás el centro de la atención y eso significa que todos, todos, iniciaran la batalla contra el enemigo principal: TU.

¿Una cuarta?...ya te he dicho que si, que es posible, hay múltiple posibilidades, lo dice la filosofía clásica pero nosotros sabemos, tu también, que solo hay un final y no demasiado digno para esta historia. Puedes entrar en la guerra para disimuladamente acercarte a beber. Le coges unos globos a uno de los equipo y al ataque pero…por arte de magia, es magia, es verano, en una fuente publica de agua en un paseo marítimos, son jóvenes de sangre caliente y ganas de pelea, todos (hasta los enemigos acérrimos de toda la vida) se ponen de acuerdo en una alianza contra natura, todos los equipos de pronto se unen en una alianza inusual y todos contra ti que aun no has llegado al pitorro. No llegaras nunca. La moral por los suelos y la sed que te abrasa la garganta.

Solo querías beber un poco de agua y terminas como el rosario de la aurora, mojado, lleno de arena, mojada por supuesto, y en medio de un grupo de jovencitos que te gritan y jalean  como demonios…y, cuidadito, no se te ocurra defenderte, es peor, hazme caso, es mucho peor pues en vez de “luchar” con unos críos terminas escapando de la furia de sus madres que aparecen como por arte de birlibirloque. Previamente hay una discusión violenta, hay que  escuchar bastante epítetos nada agradables sobre tu persona, más de un insulto procaz y escandaloso, posibles zarandeos nada decorosos, rotura de camisa si la llevas; tú te callas, agachas la cabeza y las orejas, estas alucinado viendo como la situación escapa de tu control, no sabes ya dónde meterte o que hacer y maldices el momento en que decidiste beber…y que no se te ocurra tocar a uno de ellos, acabas en comisaria esposado con un denuncia por pederastia y abusador de críos pequeños…y querer escapar corriendo tampoco es la solución al problema…no…tampoco…

¿No hay solución entonces? Dirá el pesimista y el optimista y el realista (que es no más que un optimista o pesimista bien informado).

¡Sí! La hay pero no creo que sea del gusto de nadie. Rebuscada y cobarde como las buenas resoluciones, eso dice. Te escondes, miras pero que no te miren. No muy lejos pero nada demasiado cerca. Nunca dentro del barrullo, eso  nunca, es lo peor y lo más peligroso. El objetivo, tu objetivo, es ese globo hinchado de agua, rebosante de agua que cae y no explota. Siempre hay más de uno, alguno caerá cerca de tu escondrijo. Alguno podrás coger con disimulo o a la máxima velocidad posible. Eso dice la estadística, Murphy dice otra cosa. Veremos dijo el ciego que nunca vio. Lo coges, lo abres, suelen estar flojamente cerrados y, con cuidado, con fervor, hasta con miedo, bebes su agua….según tu necesidad esperas por otro o te vas. Lo habrás conseguido… ¡Aleluya! ¡Aleluya! o habrás conseguido que todos, digo todos y los que se unan a la fiesta, te persigan encarnizadamente con sus armas dispuestas a todo…

Thursday, November 12, 2015

Problemas en la playa (8): Trucos.


VIII.- ¡Aaaahhhh! Trucos en el coche con dos fieras detrás debidamente sentado y con el cinturón de seguridad puesto.

No intento ser un experto ni nada por el estilo. Cosas hemos intentado y alguna conseguido, otras en el fracaso más absoluto. Los críos son todos diferente y sus pautas del comportamiento, por mucho que lo nieguen los sicólogos infantiles y pediatras,  son totalmente  aleatorias. Lo que vale para uno no vale para el hermano o el amigo. Cada uno es un mundo único y diferente. Es el complejo de “El otro” o “La otra”.

Son consejos a padres primerizo, en eso de los viajes con los niños, más de uno,  en el asiento trasero. Que lo intenten, mal no les va hacer, todos lo hemos hecho y aun sobrevivimos, gracias a Dios.

1.- Canciones infantiles.

¿Por qué?: Es lo más socorrido junto con un casete de siempre. Bueno, ahora se llevan los cedes y, mas moderno  aun, las pantallitas de televisión con Dvd incluido, que son una maravilla. ¡Quien las hubiera tenido en nuestros tiempos!

¿Problemas?: terminan con la garganta seca y se acaba pronto el repertorio. Si hay que aprender algo nuevo se cansan más rápido. Si hay niño hay que desecharlo pronto pues parece ser que lo asimilan menos.

¿Resultado?: Puede durar, en buena armonía, una media hora antes del consabido “Me aburro” o el siguiente “¿Falta mucho?” y empieza por el “Esa es de mariquitas”….

Alternativa: Martillazo en la cabeza, no muy fuerte. Te pueden acusar de agresión a un menor pero…

2.- Adivinanzas.

¿Por qué?: fácil y cómoda, puede dirigir el juego  el mismo conductor haciendo descansar al copiloto un poco, que falta le hará.

¿Problemas?: hay que pensar, por eso hay que ponerlas muy, pero que muy sencillas, muy fáciles, repetidas las más de las veces. El otro es si hay chica en el grupo que como son más rápidas enseguida empiezan a ganar y, claro, problemas con el chico que amenaza con sopapos,  con el consabido que hace trampas y todo eso.

¿Resultado?: Máximo media hora de distracción antes de la tormenta trasera que acaba, como no, con el grito de fiera del conductor y termina con los consabidos “Me aburro”, “¿falta mucho?”, “quiero mear”….

Alternativa: Dejarlo en la cuneta llorando, sorbiéndose los mocos, diciendo que se quedara calladito. Te acusaran de abandono de menor pero por unas horas mientras no te cogen…

3.- Al veo-veo….

¿Por qué?: el de siempre, de toda la vida, no falla. No funciona por desgracia, estos niños de ahora van a otro ritmo y a otras historias.

¿Problemas?: aburre a los quince minutos y, encima, les crea ciertos traumas que hacen que, al final, todo sea peor.

Resultado: Medio hora escasa antes de que te pidan “pipi” o “caca” o que tienen que dormir, cosa que no harán nunca, por supuesto.

Alternativa: Una buena dosis de tranquilizante, que los dejen fritos por unas horas. Lo malo es lograr la dosis adecuada, si no aciertas pues tiene a unos críos dormidos por una semana con todos los problemas consiguientes. La acusación será de drogar a unos menores pero mientras tanto….

4.- Color de coche enfrente.

¿Por qué?: fácil, hay que prestar atención, nuevo, siguen la carretera, están en el coche, hay movimientos, hay tensión.

¿Problemas?: El convencer a los críos de participar, ayuda algún tipo de premio final cuando se pare o se llegue a destino; que el premio no sea muy chorras o demasiado alto pues si no se mal acostumbran.

Resultado: Depende pero no mucho más de media hora. Suele terminarse cuando alguno empiece a acusar al otro de hacer trampas que será el momento adecuado para cerrar el juego y pasar a otra cosas pues suele haber baile de brazos en esa zona trasera del coche y algún llanto si no estamos ojo avizor.

Alternativa: La madre atrás con ellos, en el medio. Lo malo es que en vez de bregar con dos ahora bregaras con tres y uno de los cuales es un mayor lo que complica y agrava mucho la situación….

5.- Palabras encadenadas.

¿Por qué?: fácil y educativo. No funciona en estos tiempos modernos y modelnos. Una pena, están sobre aviso.

¿Problemas?: Normalmente con chicos que son los que no quieren jugar nunca y si son menores que la niña pues peor. Empieza como acaba con algún fallo y “Para, que quiero hacer pipi”.

Resultado: Pues eso, escasos quince minutos de gloria, muy escasos.

Alternativa: Ver punto 1…

6.- Comer puentes.

¿Por qué?: Nuevo y fácil, hay que poner la imaginación al uso y que la carretera tenga eso, puentes. Los de metal y rojos no se deben comer pues son de gusanos y sientan mal, el resto pues eso sabores de gambas, un cocido, bocata de calmares, etc.…

¿Problemas?: Que parece una tontería pero si se meten en el ajo es bastante entretenido,  novedoso y poco competitivo. Nos funciono bien en un par de viajes, una delicia solo que acabamos llenos y sin apetito.

Resultado: un atracón de puentes en la carretera o, al revés, que no aparezca alguno en tiempo y se aburan con el famoso “¿Cuándo llegamos?”…..

Alternativa final: paras el coche, coges tu maleta y, diciendo adiós con la mano, te vas en el primer coche que te para…ya sabes, abandono y todo eso pero mientras no te cogen….