Wednesday, December 31, 2014

Feliz 2015.

Desde este mundo virtual Mara y yo, os deseamos un gran 2015, lleno de aventuras, amores, paz y felicidad y que aparezca ningún cabrón que nos lo joda....ya sabéis, un poco de ruda en el dintel de la puerta de casa arregla mucha cosas malas, hacedlo, funciona, como les funciono durante siglos a mis antepasados celtas.

Tuesday, December 30, 2014

Mara y mis reflexiones entre dos vacunas.


Mara y mis reflexiones entre dos vacunas.

Después del gran susto con la vacuna contra el papiloma… ¡médicos y análisis!

En los dos primeros días, Ed, su padre, preocupado, acompaño a la niña al colegio, ida y vuelta, ante la vergüenza de ella ante sus amigos y compañeros y, siempre según ella, el pitorreo generalizado de la escuela.

Pronto se organizaron las chicas para evitar tal desdoro y, a partir del tercer día,  una de las compañeras, Carol, venía a casa a buscarla en el coche de su padre. La vuelta en coche, de nuevo con el padre de Carol o con Tania y su madre que hacían un pequeño rodeo. Ed, se sintió mal cuando se lo dijeron pero acató la organización como alma en pena, con dolor inútil.

Entre clase y clase, día tras día, pues medico y análisis de sangre y orina, ecografía abdominal, tac.

Los resultados fueron: “TODO ESTA BIEN”, no hay anda anormal que implicase el desvanecimiento de Mara.

Por un lado todo bien, una preocupación que se iba. Pero queda, en mi corazón y en el cerebelo, una duda, un resquemor. Me consuelo pensando en que todo fue una impresión momentánea de los pinchazos, nada más que eso. En el fondo, muy en ese baúl lleno de telarañas hay pensamientos muy negros, muy malos, llenos de desesperanza y dudas.

Mara, como siempre, sacando pecho: “Ya veis, no es nada, tanta preocupación para nada, tanta vergüenza con los colegas para nada y vosotros siempre dando la tabarra, que si por aquí, que si patatan”.

Yo, callo. Ed, calla.

Ante todo esto y visto como paso la segunda dosis y la anormalidad a la que hemos vuelto pues retornamos a nuestras rutinas. Ya no se habla del asunto, lo obviamos, volvemos a hablar de música, de los sucesos del día, del baloncesto y las lecturas y las futuras notas que se acercan….

En la noche, arropada en las sabanas, acurrucada, con el calor de Ed, me preocupo por Mar, siento dudas, tengo miedo. Se abre el baúl de los espectros y con el mi miedo que acecha como cristales de hielo azul. No duermo, aun no.

He tenido suerte estos días. Rebuscando en las librerías he leído el capítulo primero de una novelita francesa que me engancho, apenas cuatro páginas, y no he podido resistir la tentación de comprarlo. Es lo que he hecho. Se titula “La elegancia del erizo”. Es una maravilla. Para sonreír, para pensar, para llorar. He reído, he pensado, y he llorado como una magdalena bíblica, no de las del horno y el desayuna.

Sunday, December 28, 2014

En pálida ausencia, de ti,


Camino entre las tumbas
olvidadas, llenas de
baterías descargadas.



El ruido te ahonda
en lagos profundos
de inútil depresión.




En pálida ausencia, de ti,
en espejos reflejada.
Luz plateada, lunática,
en los dolores del nacer.

 

Wednesday, December 24, 2014

Feliz navidad.

De parte de Mara y mía....
feliz Navidad en compañía de todos los vuestros.
Paz y esperanza y amor...

Monday, December 22, 2014

Mara y la carta a los Reyes Magos/Majos.


Mara y la carta a los Reyes Magos/Majos.

Yo lo entiendo, tiene catorce años, afirma su personalidad, lucha contra todo el mundo imperfecto que le rodea que es lo mismo que luchar consigo misma y sus carencias y sus deseos y sus creencias o su falta de creencias.

¿Por qué este rodeo? Por la dichosa carta a los Reyes Magos. Se negó a escribirla, ya era muy mayor para esas cosas…pero si no hay carta, no puede haber regalos. Se avino a escribirla pero no ha echarla al correo, como todos los años. Escribirla si, pero poniéndola en la nevera como terreno común. Los Reyes, si quisieran verla pues lo tenían fácil, que se descolgasen por la chimenea de la cocina echasen un vistazo y ya esta o que la robasen, total, tanto daba. Acordamos así, que remedio. La niña se pierde y la adolescente se cabrea y protesta y echa humo.

¿Qué pidió? Empezó con problemas, solo sabía que quería una depiladora electrica, el resto está en dudas. Añadió, mas tarde, una película que no existe (Street Dance 2), aun no está editada en video.

Y día tras día la duda asoma y la come. Al final este es su listado, calentito, muy calentito, de hoy mismo. Eso si a los “Queridos Reyes Majos”, hasta la sepultura genio y figura y terca como una mula.

“QUERIDOS REYES MAJOS”

-Una depiladora eléctrica, de las buenas.
-Una plancha para el pelo, de las buenas.
-Lo ultimo de la Pastori.

-Un DVD romántico.

-Una colonia de Tous o Dolce&Gabanna. Frasco  grande.

-Un reloj de pulsera bonito y de marca.

-Unas deportivas de marca.

-Un cheque compra para ropa de 60 euros como mínimo.

-Algo de dinero.

-Alguna sorpresita, bonita y moderna.

Allí está la carta. Ed se rio de verdad leyéndola tras los múltiples problemas planteados y las negociaciones habidas y perdidas por ambos lados; discusión incruenta por lo menos.

“Sigue siendo la niña que era en un cuerpo y una edad que no es la suya, lo peor vendrá el año que viene, ya verás. Quiere hacerse la mayor ¡que pena!”-me dijo en voz bajita sin que ella lo oyera.

“Lo que quieras-le respondí un poco seria de mas- pero no es la lista de una niña de catorce años. La depiladora es una tontería, si no tiene nada de pelos, nada de nada. Las colonias veremos pero no creo que sean para su edad, ya iré a una perfumería y las oleremos pero no se….el reloj vale quiere cambiar el de Kitty que considera que es muy de niña y, sin embargo, a mi me encanta. Y eso de cheques de compra y dinero es cutre y feo para una carta de reyes...no sé, no me gusta la carta, tiene algo que me rechina…”

“Tú siempre queriendo ver cosas donde no las hay. Los críos crecen a nuestro pesar, es el desarrollo, no la paremos”

Así quedo todo, hay que ponerse en marcha. ¡Reyes, en marcha!

Saturday, December 20, 2014

Velatorio.


Velatorio.
Nadie lloraba tanto en el velatorio del abuelo como la mujer de la esquina. Ni la abuela que, incansable,  iba atendiendo a todo el mundo, de una habitación a otra, al salón y de allí a  la cocina. Ni las mujeres, “las lloronas profesionales” que estaban para eso, llorar y llorar y llorar. Ni sus hijas, mis tías, ni las nietas lograban hacerse oír tanto. Bueno a las lloronas las llaman “plañideras”.

El abuelo lucia esplendido en su ataúd abierto, sobre la cama del dormitorio con sus cuatro grandes cirios encendidos en las esquinas. Recién afeitado, lavado y vestido por las vecinas. Su traje negro de los domingos y la corbata, también negra, le resaltaban su tez cerúlea y un tanto azulada que se le había alisado como por encanto; sobre los parpados cerrados le habían puesto unas medallas de santos. Su pelo entre canoso y grisáceo era el de siempre, muy corto, a lo militar. Una cruz de madera en la pared, se inclinaba levemente sobre su rostro placido y sereno y era como si el Cristo lo mirara dulcemente en su agonía, como un amigo de toda la vida. La tapa del ataúd la habían puesto  al lado de la ventana, vertical y apoyada en la cómoda donde guardaban la ropa de vestir. Al otro de la cama se veía, tapado por una sabana vieja y blanca, el ataúd de la abuela, similar en todo al otro, y, colgada de un gancho, su mortaja.

La gente del pueblo, ante la atenta mirada de la  abuela que iba como pasando lista, llegaba, visitaba al difunto, le rezaba o hacia que le rezaba y se iban al cuarto correspondiente, al de las mujeres donde estaban mis tías que lloraban y se mesaban los cabellos o al salón, el de los hombres, con sus aguardientes, sus cigarros y sus chiste guarros. Solo unos pocos, de la familia, le besaban en la frente.

Mis recuerdos son de entrar en una casa con una atmosfera muy cargada, a humo de tabaco y velas y maderas quemadas en la cocina. El aire estaba impregnado de una lentitud extraña, como si todo se hiciera a ritmo muy lento, pausado, terriblemente desfasado de las voces y los ruidos; me recordó, de pronto, a un disco puesto una velocidad más baja de la adecuada o a una película, como pasaba a veces en el cine del barrio, que se trababa y avanzaba a trompicones. Había cuchillos en las voces histéricas más que dolor. Y vi como la gente negaba la muerte, estaban allí no por el difunto sino para decirse a sí mismo que estaban vivos, que a ellos no le había tocado la negra; hoy el abuelo, mañana… ¿mañana?  Y por eso ese toque picante que era sexual tanto en las mujeres como en los hombres. Para negar la muerte se cuentan chiste verdes, se mira de otra forma a las mujeres prometiendo placeres y descendencia. Porque de siempre los niños nacen nueve meses después de las bodas y de los funerales. Ley de vida, el miedo nos atraviesa y esa noche follamos como locos olvidando temores infantiles, creyendo que así hacemos huir a la Parca sin saber que el amor es como morir un poco cada día.

Me llevaron, a mí, el nieto mayor, a ver al abuelo. No quería verlo, quería recordarlo como realmente era, como lo tenía en la cabeza. Esa montaña de hombre fuerte y duro con su portentosa  voz. Con su caminar recio y sin pausa por los montes, dando órdenes a los hombres, haciendo los trabajos más duros e imposibles, enfrentándose a pecho descubierto al matón del grupo que se ponía farruco y que agachaba, de forma inevitable,  la mirada ante el poderío físico  y la generosidad de la bota de aguardiente que, siempre, sacaba a tiempo para todos.

No era mi abuelo, lo dije en voz alta. El hombre que estaba dentro del ataúd no era mi abuelo. Mi abuelo era mucho más grande, mas alto, tan ancho como un armario ropero, lleno de miles arrugas sabias, de sonrisas bonachonas y cansinas, sobre todo con unas manos grandes como palas de cavar en las que las venas azulada sobresalían como pistones: no era mi abuelo. Aquel de allí tenía unas manos planas, leves, como vacías por dentro. Se parecía más a una cascara vacía, a un globo en forma de persona al que se inflo demasiado. Se lo dije a mi padre que me sonrió tristemente. Se lo dije a mi tío mayor que me dio un cachete en la cabeza y me dejo por imposible. Incluso se lo dije a mi abuela que lloro un momento en silencio antes de abrazarme muy fuerte y volver a ponerse en marcha con aquel dinamismo y vitalidad que siempre tuvo, olía a vainilla y soledad, a noches futuras al calor de la lumbre, a añoranzas y deseos.

Me llevaron, no recuerdo quien, al salón con los machos. Yo no entendía ese beber con ansia, ese fumar de forma compulsiva, esos chistes que sabían que eran feos y guarros y que no era capaz de entender, esas miradas a la otra habitación procaz y poco sutil.

Sobre todas la voces destacaba un llanto tremebundo que, poco a poco, fue absorbiendo el rastro de ruidos y voces y frases y dolores. Me quede con aquel ruido atronador, el resto dejo de tener sentido para mí. Seguí el rastro que dejaba en el aire de la casa que me llevo a la otra sala, a una esquina casi en las sombras, a una mujer invisible salvo por sus alaridos. Me quede cerca de sus pies descalzos. La mire largo rato aunque sabía que era de mala educación. Si no fuera por sus alaridos no sabría que allí estaba esa señora toda de negro, con su compulso pecho subiendo y bajando como un fuelle a presión. El velo le caía sobre la cara como una tela de araña. Me sorprendía que solo yo estuviese preocupada por la señora, como si solo yo la oyese, como si yo fuese el único capaz de sentir sus lloros y gritos.

Un engranaje empezó a dar vueltas en mi cerebro y hacer ruido, como un grillo melómano siguiendo con un ritmo prefijado. Los pensamientos se unían y se enlazaban como cometas en una batalla aérea. A la idea del abuelo que no era se unía la de esa señora con velo y llanto mientras los espectadores de la función éramos el resto de personas que estábamos en aquella casa. Todos éramos como actores de un mal drama, tanto mi padre como yo, mi abuela, mi madre, todos estábamos interpretando algo burlesco o prohibido y, por mi edad, no me  habían dicho la verdad pensando en que no me enteraría de las cosas. Quedaba como atacar esa situación, no podía preguntar de forma abierta, no sabía cómo darle la vuelta a la tortilla, frase tan de mi padre. Tenía que hacerme el inocente, pero no con mis padres, ellos pronto verían el brillo de mis ojos, entenderían que detrás de las preguntas habría algo mas pues por algo me conocían y demasiado bien. No con mis tíos que solo bromeaban y me tomaban por el pito del sereno. No con mis primos demasiado inocentes como para aceptar la burda trampa que estábamos viviendo. Lo decidí con un fuerte dolor de cabeza y toda un tribu de africanos de la selva exuberante de Trazan empezó  a  golpear los tam-tam en el medio de mi confuso cerebro.

Me acerque, arrastrando los pies, a la abuela con el cierto miedo que me daba y con la valentía de mis pocos años y le pregunté, señalándola con mi mano derecha,  quién era aquella mujer, porque lloraba tanto si no era de la familia, si era una desconocida. Le pregunte medio balbuceando porque estaba allí donde no debería estar. La abuela me miro desde su metro cuarenta y poco y cogiéndome del brazo, haciéndome inclinar sobre ella,  me susurro al oído que era una pobre mujer, vecina de la aldea,  a la que su hijo la había echado de casa y no tendiendo a donde ir pues se había metido en el velatorio a llorar su desconsuelo y hacer tiempo mientras comía algo y estaba acompañada.

Wednesday, December 17, 2014

Dolor indolente y febril,


Dolor indolente y febril,
invitado que, molesto,
revuelve tus entrañas. No
te deja descansar, planea
sombras de duda. Te sigue
como un amigo forzado
que responde cuando quiere:

Para siempre.....

Para siempre......

Monday, December 15, 2014

Quien resistirá sus gemidos?


Quien resistirá sus gemidos?
Su amante perdido en la fosa
tras el rito. El hijo perdido
largo tiempo atrás y el olvido,
ya dolor, que no llega nunca.

Saturday, December 13, 2014

En pálida ausencia de ti


En pálida ausencia de ti
en espejo reflejada,
sombra roja, lunática,
ultimo dolor de nacer.

Thursday, December 11, 2014

Sacada del periódico "Destornillo" de la E.T.S.I.I. de Madrid.


Sacada del periódico "Destornillo" de la E.T.S.I.I. de Madrid.

Dn Javier Tarrio Sanahulce es Doctor Ingeniero Industrial, en la especialidad de Estructuras Industriales, y lleva diez años en nuestra escuela como catedrático de Calculo Estructural y en los últimos cinco años como Jefe de Estudios y Actividades Extraescolares.

 

R. D. Javier, gracias por prestarse a esta entrevista para nuestro periódico.
J. El que esta contento soy yo y ya sabéis que podéis contar conmigo para todo lo que os interesa u os haga falta. Lo único que os pediría es que, la próxima vez, me aviséis con un poco de mas tiempo.


R. Prometido. Ahora, antes de nada, ¿cuales son sus aficiones?
J. La primera es la enseñanza, evidentemente, de materia técnica en calculo estructural pero sin desdeñar otros temas: Jeroglíficos egipcios, aura astral, religión celta, magia blanca, etc... Todo esta unido por el mineral de las Dioses: El Hierro, el mineral sagrado de los egipcios y esto ya hace la friolera de más de 6000 años.


R. ¿Cual es el futuro de la ingeniería?
J. El trabajo excepcional de personas como Calatrava esta haciendo que florezca una nueva tendencia en el acero, tendencia ya con una gran tradición una vez superados las modas de la piedra y el bronce. Pronostico un aumento de la influencia del acero en función inversa a la destrucción ecológica de nuestro sistema. Es decir, somos totalmente necesarios para la nueva religión del acero como la destrucción sistemática del eco del panda, que será la destrucción del propio planeta y el nuevo orden en que los ingenieros seremos los reyes de la misma, los gurus, los sacerdotes de un nuevo tiempo. Piense usted que con los secretos del acero incluso tenemos ascendencia sobre los extraterrestres con los que estamos en negociaciones, duras y complejas, para pasarles parte de nuestra tecnología. El mundo del acero es algo que se escapa a la mayoría de los mortales pero su influencia es total. Piense usted simplemente en los grandes sindicatos del acero.


R. ¿Y nuestra juventud?
J. ¿Para que? Bueno, son la necesidad básica de nuestras enseñanzas, no tienen otro sentido. Solo nos falta la capacidad de condena por no aprovechamiento, pero todo andará. La juventud que no se descarría tendrá el poder, se lo daremos.


R. ¿Algo mas?
J. Solo un aviso y ojo al parche, desde el próximo curso los alumnos deberán portar la cruz de hierro en el uniforme y quedaran prohibidos los pircing que no sean de hierro. Habrá obligación de profesar en IRON=MAN, aunque no de adoración nocturna, por ahora.


R. Muchas gracias Dn. Javier.
J. Siempre a vuestra disposición. ¿Donde se cobra lo prometido?

Tuesday, December 09, 2014

En una cocina junto...


En una cocina junto
al resto de huesos quemados,
ya carcomidos por buitres
y extrañamente blanqueados
por el sol de la sabana.

Pero ¿donde me escondo yo?
dentro estoy de tu mirada,
atrapado en el insomne
instante del papel viejo

de la maquina de fotos,
en la cartera de cuero

cerca del calor del pecho.

Sunday, December 07, 2014

Murió en la noche, en tu alcoba,


Murió en la noche, en tu alcoba,
entre negras sabanas, colchas
negras. Ausencias descubiertas
cuando fluye el último aliento
negro estertor del agónico
instante fugaz de tu cuerpo.
Luces negras. Caricias negras.

Friday, December 05, 2014

Mara y Un cubo de basura….


Mara y Un cubo de basura….

 Cosa pequeñas, pequeños sentimientos que afloran cuando menos te los esperas. Decía mi madre que el buen perfume en frascos pequeños, como las mujeres, y que lo bueno, si breve, dos veces buenos.

Mara me llamo a gritos desde la cocina. Tenía, en los ojos, ese brillo especial de los momentos especiales, su brillo de algo prometedor, una nueva ocurrencia o una locura de adolescencia que me sacarían de quicio.

Me acerque con duda y un cierto temor, demorando el tiempo, alargando el intervalo del pasillo que se curvaba de forma elíptica hacia el futuro.  La vida con Mara es así, una sucesión de gags inolvidables y ocurrentes.

Llego a la puerta, ella estaba allí, con el pedal del cubo de basura, el de la bolsa negra, pisado, abierto, mirando arrobada el interior. Me quede extrañada, con el ceño fruncido y arrugado la nariz por un cierto tufillo que me llegaba.

Iba a hablarle cuando lo dijo en voz clara y alta: “Mira, parece un funeral con las flores y todo”.

Me  quede de una pieza acercándome a ver lo que veia. Si, lo parecía, en el fondo aquellas sartenes viejas y descascarilladas que había tirado por obsoletas  pues el baño se le estaban yendo del todo lo que me daba miedo por su mezcla con los alimentos y las había repuesto por otras nuevas. Al tiempo el ultimo ramo que me regalo Ed, cuatro capullos de rosa rojas preciosas en su día, ya mustias y secas, pues las tire a la basura, y quedaron encima de las sartenes. El efecto era realmente como si un entierro se tratara. El entierro de las sartenes. Un funeral para unas sartenes que cumplieron con su trabajo durante varios años.

Me eche a reír y Mara, se rio conmigo. “He dicho una tontería, ¿verdad?” me dijo con un gesto de sorpresa.

La abrace como acabo haciendo siempre y nos reímos como dos locas ante lo ridículo de la situación. Cuanto más ridículo nos parecía, mas nos reíamos. Cuanto más nos reíamos, mas nos abrazábamos. Cuanto más nos abrazábamos, mas reíamos.

Dos locas abrazadas y riendo y llorando a lagrima viva. Si, de pronto afloro como una fuente de sentimientos que se transformo en torrente por nuestras mejillas. Casi nos caemos.

La situación se rompió por la combinación de risa, abrazos, lloros, mareos…es decir, nos entro unas ganas locas de mear….hubo que salir corriendo, cada una a un servicio distinto, y menos mal que tenemos dos pequeños, pero son dos.

 

Wednesday, December 03, 2014

Una simple mirada….


Una simple mirada….

Capítulo I. Camino al trabajo, el encuentro fugaz.

Todo empezó con una simple mirada en el metro. Le faltaban dos estaciones para llegar a su destino cuando vio, más bien sintió o noto, con un cierto cosquilleo, una mirada fija en ella. Sonrió para sí misma. Estaba acostumbrada a que los hombres la mirasen, no estaba nada mal y su cutis perfecto, sus grandes ojos, su melena rubia de bote  y su aire un tanto aniñado la hacían objeto de la atención masculina allí donde fuera.

Un cierto repelús le entro por la espalda. No le gusto. Se volvió lentamente, acomodando la posición del cuerpo al amarre en la columna y lo vio a  unos tres metros de ella…desaliñado, con barba poblada y sucia, con su cartón de vino peleón en al mano y una sonrisa tópica y lasciva, sus ropas desaseadas y rotas….le dio asco…el escalofrió le volvió y ascendió por la nuca…volvió los ojos levemente hacia el tipo y noto que le estaba mirando la mejilla izquierda, con una fijación compulsivo, hipnotizado, con si ella allí tuviera un tesoro o ….no aparataba la vista ni un segundo de su cara…

Inconscientemente llevo su mano a la cara y se toco y, al mismo tiempo, se la tapo. No noto nada en especial o ¿sí?..., le pareció sentir bajo la piel de los dedos como si la piel estuviese arrugada, dura., correosa. Trato de verse en el reflejo de la ventanilla del vagón de forma inútil. Empezó a preocuparse por su maquillaje, por su piel, por su rostro. Tenía que verse rápidamente.

El metro paro en la estación en la que bajo de borrachín. Respiro un tanto aliviada.
Se cerraron las puertas y arranco de nuevo. Su mano iba una y otra vez a aquella zona que le resultaba un tanto desagradable, que empezaba a preocuparle tanto, que se la tapaba con la mano derecha de forma inconsciente…

Ya en su destino, Iglesias,  fue a la primera cafetería que vio abierta y entro en el servicio, no sin antes pedir un café con leche en la barra. Entro y se fue directa al espejo para verse. Una imagen inmaculada, un cutis blanco crema, sin granos, sin tachas, unos ojos que se sabia esplendidos…pero, ojo, no había como una manchita, ligera si, como una decoloración en esa mejilla…se saco del bolso y se aplico unos pocos polvos… ¡perfecto!...al tajo….

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo II. En el trabajo, las miradas, el jefe.

Hizo su entrada en la oficina tratando de aparentar una seguridad que no tenía. Taconeando fuerte, oscilando los brazos con fuerza, sonriendo de forma un tanto forzada y saludando con un tono más alto de lo habitual.

Sus compañeras se quedaban mirándola como un tanto sorprendidas lo que ella interpretaba como que le miraban el manchón de la cara, que no se lo había tapado de forma adecuada con el maquillaje.

Se sentó en su puesto de trabajo, una simple mesa con ordenador en una sala grande, amplio, luminoso. La separación entre puestos de trabajo era por unas mamparas bajas, muy escasitas…cada vez que levanta la cabeza las miraba hablar como si al criticasen, como si comentasen lo que ella notaba en su rostro.

Incluso su jefe, cuando la reunión de todos los días, se notaba diferente, insatisfecho, mirándola con insistencia que era ya de mal educación, de una forma que la hizo sentirse incomoda, avergonzada. Al salir una pequeña reunión de chicas la estaba esperando para deshacerse de forma fulminante….no podía mas, se fue al cuarto de baño y allí, se limpio la cara, se la froto todo lo que pudo y trato de recomponer su maquillaje, Para tapar el manchón se aplico un poco más de la cuenta y además usando, por si las moscas, el del tono más oscuro, el de los días de invierno cuando la tez pálida la hacia parecer un vampiro sediento de sangre. No le gustaba como quedaba, aun por debajo de los polvos y coloraciones se notaba aquella especie de gran peca, le daba la impresión que se estaba inflamando….

La mañana le transcurrió lenta y plomiza, pesada, no se podio concentrar ante tanta cháchara sobre ella, las críticas de todas, las miradas con un cierto  disimulo; noto el odio de todas su compañeras de trabajo, odio y envidia  y ahora con un deje de desprecio por la de la “cara manchada”, como le aprecia oír de forma lejana y confusa.

 

 

 

 

Capítulo III. En casa, un final poco digno.

Ya en casa cerró puertas y ventanas. El encuentro con la casera fue la gota que derramo el agua del vaso. No la saludo siquiera (nunca lo hacía, sin embargo) pero, esa vez, se la quedo mirando el gran grano de forma insidiosa como diciéndola ya ves monilla a todos nos sale una verruga de vez en cuando, ex guapa de cara, monstruo de feria….

Respiro varias ves de forma profunda y concentrada, se quito la chaqueta que tiro sobre el sofá, justo encima del bolso. Entro en el dormitorio y se puso la ropa de estar por casa, un simple camisón blanco y semi transparente. Se recogió el pelo en un moño trasero y….al tajo.

Se aplico la loción desmaquíllante, la fuerte, al que no usaba porque le ponía la piel rojo y le salían un granitos pequeñitos y feos. Se restregó una y otra vez la zona  del manchón, una y otra vez… de forma compulsiva y feroz….una y otra vez…

Cuando quedaba más o menos conforme volvía a  notar aquella sombra que se hinchaba a ojos vistas y se ennegrecía por momentos, por segundos…..vuelta a restregar y restregar.

No conforme decidió usar métodos más expeditivos y se animo con la lejía, solo unas gotas…al principio…incluso probo con unas gotas de amoniaco…al principio un a gotas….cuando parecía que se había librado del problema volvía a aparecer reflejado en su gran espejo-lupa, como una deformidad asquerosa y sucia, una verdugón negro y deforme con pinta de gusano que reptaba por debajo de su epidermis.

Empezó a desesperarse, no podía ser, no podía estar pasándole aquello a ella, o,  algo habría que hacer…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Epilogo. Metro y encuentro.

Ya solo Le faltaban una estaciones para llegar a su destino cuando vio, más bien sintió o noto, con un cierto cosquilleo, una mirada fija en el. Sonrió para sí mismo. Estaba acostumbrado a que los hombres y mujeres lo mirasen, no estaba nada mal y su cutis perfecto, sus grandes ojos, su corte moderno de pelo y su aire un tanto aniñado le hacían objeto de la atención allá donde fuera. Por no decir de su calzoncillo Calvin klein que asomaban por encima del pantalón vaquero “Pep jeans”y su camiseta sin mangas de Quicksilver

Esta vez no le gusto. Se volvió lentamente y lo vio a  unos tres metros de él…desaliñado, con barba poblada y sucia, con su cartón de vino peleón en la mano y una sonrisa tópica y lasciva, sus ropas desaseadas y rotas….le dio asco…el escalofrió le volvió y ascendió por la nuca…noto que le estaba mirando la mejilla izquierda, con una fijación compulsiva, hipnotizado….no aparataba la vista ni un segundo de su cara…

Inconscientemente llevo su mano a la cara y se toco y, al mismo tiempo, se la tapo. Le pareció sentir bajo la piel de los dedos como si la piel estuviese arrugada, dura, correosa. No podía ser, tenía el cutis perfecto. Trato de verse en el reflejo de la ventanilla del vagón de forma inútil. Empezó a preocuparse por su piel, por su rostro.

El metro paro en la estación en la que bajo por una puerta diferente a la del  borrachín. Respiro un tanto aliviado ante el aire de la calle.

Pero su mano iba una y otra vez a aquella zona que le resultaba un tanto desagradable, que empezaba a preocuparle tanto, que se la iba tapando con la mano derecha de forma inconsciente…

Ya en su destino, el gimnasio,  entro en el servicio, y se fue directo al espejo para verse. Una imagen inmaculada, un cutis blanco crema, sin granos, sin tachas…pero, ojo, no había como una manchita, ligera si, como una decoloración en esa mejilla…

 

Monday, December 01, 2014

La noche cubre tu rostro.

La noche cubre tu rostro.
Tus ojos giran atrapando
últimos destellos de la luz.
El silencio se adueña de Madrid.
Las calles se vacían rápido
como un delirio acelerado.
Silencio en la ciudad. Silencio.
Un manto extraño de niebla
se espesa, sobre ti, te envuelve,
como un segundo abrigo te
llena de frío. Avanzas insomne.
Extrañas sombras se mueven
hacia ti, oscilan como serpientes
sobre la arena del desierto.
Madrid esta desierto......
Y tienes miedo.