Thursday, August 30, 2018

Incidente en la cocina (III)


III.- Incidente en la cocina.



Cariño:



Ya se que es muy pronto, pues no hace ni dos días que partiste al pueblo con los niños, pero tengo que pedirte que regreses con urgencia. Nada grave, todo va muy bien te lo aseguro pero, te necesito.



Todo ha sido un pequeño incidente en la cocina. Veras, calenté demasiado el vaso con el café después de comer. Como consecuencia de ello me queme la mano derecha al coger el vaso. No veas como me dolió.



No contento con ello decidí echar el café (muy caliente) a la jarra de la cafetera con tal mala suerte que el vaso se me cayó dentro de la jara y se rompieron por este orden: la jarra y el vaso, todo se fue contra el suelo. Como es normal todo el café también por los suelos además de empapar mi pantalón y mis zapatillas de estar por casa. Aun no entiendo como puede haber tantos cristales por todos los rincones de la casa y un poco de café inundar todo.



He intentado limpiarlo, consecuencia: cortes en las yemas de los dedos de las dos manos (en algún dedo dos puntos de sutura) y un rajazo en el pie izquierdo (seis puntos de sutura y menos mal que no me caí de culo). Me han tenido que vendar las dos manos.

La cocina un asco y yo, peor.



Ven urgente, te necesito más que nunca.



Te quiere con locura:



Prometeo.

Tuesday, August 28, 2018

Incidente en la cocina (II)


II.- ¿Cómo contar esta anécdota de cocina?



¿Cómo enfocarla?



Para mí fue una historia de amor mal entendido.



Erase una vez un vasito de cristal, el favorito de la reina del reino de fantasía, que lo solía usar todos lo días para tomar el café de sobremesa después del postre y del sudoku.

Pues paso que, un día de verano, se recalentó demasiado, se inflamo ardientemente en el microondas y se enamoro lucidamente de la oronda jarra de cristal fino y brillante de la cafetera. Todos los días se veían, incluso había ese intimo contacto de verter el café en el vasito pero, ese día fue especial, el admiro su feminidad de diosa, su redondez grávida, su tamaño de matrona.



Se enamoro y la deseo con locura.



Fue tal que cuando lo acercaron para mezclar el café que contenía, pues estaba demasiado caliente para la augusta reina, se escapo de los dedos del cocinero y se abalanzo sobre la jarra.



Quedo un poco anonadado cuando se vio flotando en el mar de café, pero se movió oscilando de un lado a otro y consiguió hundirse y acercarse al cristal del fondo de su amada. Pero ya se sabe que el cristal enamorado y ardiente no hace pareja con el cristal fino y brillante y frió; pero nuestro vasito no lo sabia, solo quería un beso, un simple beso, una caricia, un poco de mimo…se acerco, beso a la amada y con un clic de amor correspondido o un clac de odio instantáneo los dos cristales estallaron en miles de pequeños trocitos que inundaron no solo la cocina sino todo el palacio. Los mayordomos pasaron años encontrando pequeños trozos de cristal, como abrazados, en todos los rincones de las habitaciones.



La reina se enfado muchísimo pues apreciaba aquel vasito y el café así que mandó comprar otra cafetera y otro juego de vasitos de cristal, todo a cargo del salario del cocinero, claro.



Y colorín colorado vamos a tomar un café bien cargado.


Sunday, August 26, 2018

Incidente en la cocina.


¿Cómo contar esta anécdota de cocina?



¿Cómo enfocarla?



Para mí fue una historia de amor mal entendido. Veréis. Todo empezó con un error mío al calentar, en el microondas, el café de la sobremesa. Casi hierve.



La melita estaba medio vacía o medio llena, como queráis, así que decidí echar el café caliente en la jarra y ponerme otro café. Una aclaración, hago un muy buen café que siempre tengo a mano, cafetera Moulinex de 12 tazas y un café Saimaza natural.



Bueno, cojo la taza del café y…me quemo los dedos de la mano. Lo cojo de nuevo con un guante aislante, lo acerco a la jarra y…se me cae dentro del café. La taza se quedo flotando unos segundos y, poco a poco, basculó y se hundió. Choco lentamente con el fondo de la jarra. Un leve clic en el contacto de ambos cristales y la rotura automática de los dos…miles de cristalitos y todo el café que se desparramaron por los suelos de la cocina, por la encimera, por las puertas y por mi pantalón y mis zapatillas.



Me quede como si el tiempo se hubiera detenido, como si una venganza hubiera tomado forma, sin saber que hacer mientras el café iba invadiendo todo lugar accesible, se iba colando por toda rendija y atufaba mi nariz con su espectacular aroma.



Cuando reaccione era tarde, todo era café y cristales. Recoger con la fregona el café, con cuidado y con papel de cocina, juntar los cristales y tirarlos a la basura. Abrir las puertas de la encimera y tener que limpiarlas todos los chorretones. Levantar los metálicos de la encimera para limpiar por debajo… ¡cuanto salio sin saber como se metió por allí!



Una vez aparentemente limpio, digo aparente porque durante un mes o mas salen y saldrán pequeños cristalitos, gotas de café escondidas, etc...el salir a buscar una nueva jarra para la cafetera pues, sin café, no se vivir, fue una liberación..

Friday, August 24, 2018

Escaparate (III)


El escaparate (III)

(La tercera y última versión, por el momento. Espero que os guste, al menos tanto como os gustaron la I y la II. Que la disfrutéis.)

 Se detuvo sorprendido ante el escaparate de El Corte Ingles de la calle Princesa. Al principio no entendía porque se había parado, la calle era la misma de días y meses pasando por ella camino de la universidad; el comercio el de siempre. A Carlos nada le distinguía del resto de la gente que circulaba indolente por la acera, salvo sus ojos de un color negro profundo llenos de tristeza. Se detuvo a mirar el escaparate. Se avergonzó de sí mismo, casi al segundo, al constatar que era de ropa interior de señoras; había tres maniquíes casi desnudas diferenciadas en el color de la ropa traslucida que vestían y unas pelucas ridículas en sus colores llamativos: rojo, amarillo y verde. La del medio, pelo rojo, llevaba además de la braguita y sujetador de encaje blanco una bata transparente, hasta media pierna, que se le abría por delante dejando contemplar todo el falso ombligo; destacaba además, pensó el, en aquellos ojos enormes y azules, llenos de una insinuación mórbida y sensual. Ojos de perra, se dijo para sus adentros.

Se avergonzó de sus pensamientos, ¡eran unos putos maniquíes!

Hasta le pareció que al maniquí le brillaban los ojos cada vez que el dirigía su mirada hacia su rostro. ¡Y qué rostro! Una cara blanca, pura, de alabastro, perfecta, sin impurezas, sin arrugas...un rostro que no envejecería nunca, unos ojos que no se apagarían, unos labios que no secarían. Sin embargo al mirar directo todo volvía a la normalidad de un escaparate.

Se sintió ridículo allí parado ante un escaparate DE MANIQUIES CON ROPA INTERIOR FEMENINA.

Se fue medio avergonzado, llamándose idiota y subnormal y pensando en si lo hubieran visto sus amigos o compañeros de clase.

Conforme se iba su mente volvía a ver al maniquí de pelo rojo, su ropa blanca , su rostro casi perfecto, el guiño de sus ojos un poco pícaro, un poco avieso; tentado estuvo varias veces de retornar a verla .......pero entendía que era gilipollesco que se encaprichara con una maniquí, y además una maniquí del corte Ingles. ¡Era una muñeca inanimada por Dios!

En la cena estuvo distraído, ausente, por lo que todas las bromas cayeron encima del, todos los chicos se metieron con el. En otra ocasión reaccionaria, se pelearía, gritaría, se ENFADARIA PERO, ESA NOCHE, NO; esa noche paso de todo, menos del recuerdo de la maniquí del escaparate.

Por la mañana, temprano, paso a propósito por El Corte Ingles de princesa para ver de nuevo el escaparate. Allí seguía aquella belleza fría y distante detrás de un cristal, inaccesible para él. Deseo tocar aquel cuerpo, besar aquellos labios..........al tiempo se veía asimismo como un idiota o loco o monstruo. Se insulto y se fue a clase.

Todo el DIA se le paso triste y aburrido. Deseaba terminar para ir a ver a su amor. ¡Sí! su amor, estaba loco por el maniquí de ojos azules y pelo rojo, de bata traslucida y sin arrugas en los ojos.

Terminada la última práctica corrió, como el loco en que se había convertido, hasta el escaparate de sus sueños. Allí estaba, y lo recibió con un pequeño brillo de reconocimiento, como si la figura lo reconociese y le sorprendiese que volviera a verla. El sintió aquel brillo como algo mágico, algo que le decía que la figura vivía y vivía solo para él, quería que solo fuese para él, nada más que para él.

Entro en el edificio y se acerco al escaparate por la parte de adentro con cierto disimulo al tiempo que iba tocando bolsos y bolsos. Imposible. Estaba cerrada y solo se podía ver desde fuera. Era fácil de abrir, accesible, pero necesitaba de la soledad y la ausencia de mirones para reunirse con ella.

Cerca de las diez de la noche entro en el aseo y se encerró. Espero más de media hora cuando se hizo el silencio. Nadie quedaba.

Salió con miedo, el corazón desbocado, miles de pensamientos se agolpaban en su cabeza, le dolía el estomago de hambre.

Avanzo esquivando a la vigilancia y se aproximo al escaparate, entro y se acerco a su amada que, sorprendida, le guiño un ojo y le envió un beso a distancia. Se acerco y acaricio aquel rostro angelical.................
..............................................................................................................................................................................................................................................El policía estaba de mal humor. Era una gilipollez una denuncia del robo de un maniquí con ropa interior. Pero era El Corte Ingles y había que bien atenderlos. Estaba claro que la persona que lo hizo entro por el interior, aun había huellas en esa dirección. Entro fácil, cogió al maniquí tal cual era y se lo llevo. Y ahí empezaba el problema ¡No había huellas de salida! No había nada que demostrase que salió del escaparate con el muñeco en sus brazos. Si fuera Mulder pensaría en abducciones, volatilizaciones o cosas por el estilo, parecía de meigas. No había solución y la policía científica poco podría encontrar, quizás saber quien había entrado pero él pensaba que no lo encontrarían nunca, nunca.

Wednesday, August 22, 2018

Escaparate (II)


ESCAPARATE II

(Os dejo esta segunda versión de "escaparate" que, en principio, iba a ser la original; después quedó como una segunda versión. Espero que os guste.
La primera versión esta en este blog, en la sección de relatos, solo un poco más abajo.)


Se detuvo sorprendido ante el escaparate del Corte Ingles de la calle Princesa. Al principio no entendía porque se había parado, la calle era la misma de siempre. Días y meses pasando por ella camino de la universidad; el comercio, el de siempre. A Carlos nada le distinguía del resto de la gente que circulaba indolente por la acera, salvo sus ojos de un color negro profundo llenos de tristeza. Se detuvo a mirar el escaparate. Se avergonzó de sí mismo, casi al segundo, al constatar que era de ropa interior de señoras; había tres maniquíes casi desnudas diferenciadas en el color de la ropa traslucida que vestían y unas pelucas ridículas en sus colores llamativos: rojo, amarillo y verde. La del medio, pelo rojo, llevaba además de la braguita y sujetador de encaje blanco una bata transparente, hasta media pierna, que se le abría por delante dejando contemplar el falso ombligo; destacaba además, pensó él, en aquellos ojos enormes y azules, llenos de una insinuación mórbida y sensual. Ojos de perra, se dijo para sus adentros.

Se avergonzó de sus pensamientos, ¡eran unos putos maniquíes!

Hasta le pareció que al maniquí le brillaban los ojos cada vez que él dirigía su mirada hacia su rostro. ¡Y qué rostro! Una cara blanca, pura, de alabastro, perfecta, sin impurezas, sin arrugas...un rostro que no envejecería nunca, unos ojos que no se apagarían, unos labios que no secarían. Sin embargo al mirar directamente todo volvía a la normalidad de un escaparate de comercio.

Se sintió, allí parado, ante un escaparate DE MANIQUIES CON ROPA INTERIOR FEMENINA.
Se fue medio avergonzado, llamándose idiota y subnormal y pensando en si lo hubieran visto sus amigos o compañeros de clase.

Conforme se iba, su mente volvía a ver al maniquí de pelo rojo, su ropa blanca , su rostro casi perfecto, el guiño de sus ojos un poco pícaro, un poco avieso; tentado estuvo varias veces de retornar a verla .......pero entendía que era gilipollesco que se encaprichara con una maniquí, y además una maniquí del corte ingles. ¡Era una simple muñeca por Dios!

En la cena estuvo distraído, ausente, por lo que todas las bromas cayeron encima del, sus hermanos, aprovechando el bajón anímico también se metieron con él. En otra ocasión reaccionaria, se pelearía, gritaría, se ENFADARIA PERO, ESA NOCHE, NO; esa noche paso de todo, menos del recuerdo de la maniquí del escaparate.

Por la mañana, temprano, paso a propósito por el Corte Ingles de Princesa para ver de nuevo el escaparate. Allí seguía aquella belleza fría y distante detrás de un cristal, inaccesible para él. Deseo tocar aquel cuerpo, besar aquellos labios..........al tiempo se veía asimismo como un idiota o loco o monstruo. Se insultó y se fue a clase.

Todo el DIA paso triste y aburrido. Deseaba terminar todo para ir a ver a su amor. ¡Sí! su amor, estaba loco por el maniquí de ojos azules y pelo rojo, de bata traslucida y sin arrugas en los ojos.

Terminada la última práctica de química, ya cayendo el sol, corrió, como el loco en que se había convertido, hasta el escaparate de sus sueños. Allí estaba, y la maniquí lo recibió con un pequeño brillo de reconocimiento, como si la figura lo reconociese y le sorprendiese que volviera a verla. El sintió aquel brillo como algo mágico, algo que le decía que la figura vivía y vivía solo para él, quería que solo fuese para él, nada más que para él.

Entro en el edificio y se acerco al escaparate por la parte de adentro con cierto disimulo al tiempo que iba tocando bolsos y bolsos. Imposible. Estaba cerrada y solo se podía ver desde fuera. Era fácil de abrir, accesible, pero necesitaba de la soledad y la ausencia de mirones para reunirse con ella.

Cerca de las diez de la noche entro en el aseo y se encerró.  Espero más de dos horas cuando se hizo el silencio. Nadie quedaba.

Salió con miedo, el corazón desbocado, miles de pensamientos se agolpaban en su cabeza, le dolía el estomago de hambre.

Avanzo esquivando a la vigilancia y se aproximo al escaparate, entró y se acerco a su amada que, sorprendida, le guiño un ojo y le envió un beso a distancia. Se acerco y acaricio aquel rostro angelical.................
......................................................................................................................................................................................................................El escaparatista estaba asombrado del gran éxito del escaparate de ropa interior de Princesa. No se lo creía, había sido un diseño más bien convencional y de poco tiempo, además le habían impuesto muñecos y ropa lo que le había dejado poco margen a la improvisación y el Corte exigía presentaciones clásicas y poco dadas al lucimiento del artista; de algo había que comer. El propio director del centro comercial lo había llamado para felicitarle a primera hora de la mañana, aun no se había levantado de la cama. Era la primera felicitación de aquel tipo. Desayunó rápido, se vistió y fue paseando a Princesa. Cuando lo vio, en la lejanía, supo que algo iba mal, que, aquel, no era su escaparate. El no había hecho aquello. En el suelo, en un inmenso rojo granate sobre el que tres diosas de la belleza refulgían bajo los focos de las lámparas, estaba, en cuclillas, casi en posición fetal, un pequeño y patético maniquí mal vestido, de cuencas vacías y boca abierta que imploraba, con un gesto congelado, el amor de la diosa roja.................

Monday, August 20, 2018

Escaparate.


ESCAPARATE.

Se detuvo sorprendido ante el escaparate de El Corte Ingles de la calle Princesa. Al principio, no entendía porque se había parado, la calle era la misma de todos los días y meses que pasaba por ella camino de la universidad; el comercio el de siempre. A Carlos nada le distinguía del resto de la gente que circulaba indolente por la acera, salvo sus ojos de un color negro profundo llenos de tristeza. Se detuvo a mirar el escaparate. Se avergonzó de sí mismo, casi al segundo, al comprender que era de ropa interior de señoras; había tres maniquíes casi desnudas diferenciadas en el color de la ropa traslucida que vestían y unas pelucas ridículas en sus colores llamativos: rojo, amarillo y verde. La del medio, pelo rojo, llevaba además de la braguita y sujetador de encaje blanco una bata transparente, hasta media pierna, que se le abría por delante dejando contemplar todo el falso ombligo; destacaba además, pensó él, en aquellos ojos enormes y azules, llenos de una insinuación mórbida y sensual. Ojos de perra, se dijo para sus adentros.

Se avergonzó de sus pensamientos, si "¡eran unos putos maniquíes!".

Le pareció, en un juego de luces, que al maniquí le brillaban los ojos cada vez que él dirigía su mirada hacia su rostro. ¡Y qué rostro! Una cara blanca, pura, de alabastro, perfecta, sin impurezas, sin arrugas...un rostro que no envejecería nunca, unos ojos que no se apagarían nunca, unos labios que no secarían nunca. Sin embargo, al mirar de forma directa, todo volvía a la normalidad de un escaparate y unas estatuas casi desnudas.

Se sintió ridículo allí parado ante un escaparate DE MANIQUIES CON ROPA INTERIOR FEMENINA.

Se fue medio avergonzado, llamándose idiota y subnormal, y pensando en que dirían sus amigos o compañeros de clase si lo hubieran visto allí, embobado, mirando ropa interior de chica.

Conforme se iba  andando, su mente volvía a ver al maniquí de pelo rojo, su ropa blanca, su rostro casi perfecto, el guiño de sus ojos un poco pícaro, un poco avieso; tentado estuvo varias veces de retornar a verla .......pero entendía que era gilipollesco que se encaprichara con una maniquí, y, además, una maniquí de “El corte ingles”. ¡Era una muñeca por Dios!

En la cena, con sus padres y hermano, estuvo distraído, ausente, por lo que todas las bromas cayeron encima del. Su padre le pregunto si tenía algún problema, si se encontraba mal. Su madre empezó a agobiarle con el tema manido de novias y amiguitas. Su hermano empezó a meterle pullas hirientes con ánimo de cabrearlo. En otra ocasión reaccionaria, se pelearía, gritaría, se ENFADARIA PERO, ESA NOCHE, NO; esa noche paso de todo, menos del recuerdo de la maniquí del escaparate del Corte Ingles de Princesa.

Por la mañana, temprano, pasó a propósito por el mismo sitio para ver de nuevo el escaparate. Allí seguía aquella belleza fría y distante detrás de un cristal, inaccesible para él. Deseo tocar aquel cuerpo, besar aquellos labios..........al tiempo, se veía asimismo como un idiota o loco o monstruo. Se insulto y se fue a clase medio cabreado, medio enamorado.

Todo el día se lo paso triste y aburrido. Deseaba terminar para ir a ver a su amor. ¡Sí! su amor, estaba loco por el maniquí de ojos azules y pelo rojo, de bata traslucida y sin arrugas en los ojos. Su mente era un torbellino de sueños extraños donde se casaba con el maniquí y tenia hijitos maniquíes; donde robaba la figura y terminaba en la cárcel; donde vivía una odisea de amor con la muñeca escondida en el armario de su habitación; donde la figura cobraba vida gracias al amor y vivían felices y contentos para toda la vida; donde hacían el amor, sin darse cuenta, a la vista de todos los paseantes ¡estaban en un escaparate!; donde se iba a vivir al escaparate ante la atónita sorpresa de todo el mundo...

Terminada la última práctica de química, corrió, como el loco en que se había convertido, hasta el escaparate de sus sueños. Allí estaba, y, ella, lo recibió con un pequeño brillo de reconocimiento, como si la figura lo reconociese y le sorprendiese que volviera a verla. El sintió aquel brillo como algo mágico, algo que le decía que la figura vivía y vivía solo para él, quería que solo fuese para él, nada más que para él.

Entro en el edificio y se acerco al escaparate por la parte de adentro con cierto disimulo, al tiempo que iba tocando bolsos y mas bolsos. Imposible. Estaba cerrada, solo se podía ver desde fuera. La puerta era fácil de abrir, accesible, pero necesitaba de la soledad y la ausencia de mirones para reunirse con ella.

Cerca de las diez de la noche entro en el aseo y se encerró.

Espero más de dos horas, cuando se hizo el total silencio. Nadie quedaba salvo el servicio de vigilancia.

Salió con miedo, el corazón desbocado, miles de pensamientos se agolpaban en su cabeza, le dolía el estomago de hambre.

Avanzo esquivando a la posible vigilancia y se aproximo al escaparate, entro y se acerco a su amada que, sorprendida, le guiño un ojo y le envió un beso a distancia. Se acerco y acaricio aquel rostro angelical.................

Por la mañana la gente se paraba estupefacta ante un escaparate de El Corte Ingles de la calle Princesa donde, en un gran charco de sangre, estaban tres maniquíes, hermosas maniquíes con ropa interior femenina y las bocas manchadas de sangre ya seca y oscura y, tirado en el suelo, cual una piltrafa humana, un joven sonriendo abiertamente y medio devorado........ ¿Por ratas?...

Saturday, August 18, 2018

Esta el pequeño colibrí que besa y liba las flores


Esta el pequeño colibrí que besa y liba las flores, en un volar errático de flor en flor en los jardines ya florecidos, no sabiendo que esta haciendo el amor con ellas en un engaño que dura ya cientos de años.

Amor puro y dulce y extraño. Amor de un ave y una flor, o de dos flores de bellas que son. En un equilibrio prodigioso, casi volando en un éxtasis natural y bello con sus alas casi invisibles de rápidas o cuando recula en el aire hacia atrás  para buscar otra flor en una maniobra de amor imposible.

 Las flores le conocen, le guardan su más oloroso y sabroso néctar, y se abren brillantes al día para el pequeño pájaro saludando a la aurora y recogiendo el rocío de la mañana. Las flores aman al dulce colibrí, florecen y viven gracias al pequeño pájaro puntual siempre en la mañana.

Todas las  primaveras aparecen como arte de magia bañándose en las fuentes del jardín sombrío, aceptando la invitación de un plato de agua dulcemente azucarada de la que beben de forma dulce y delicada. Se detienen en el aire con el casi imperceptible movimiento de las alas al tiempo que mete su pico en una flor escogida para libar su néctar, como una droga de la que no puede prescindir, y, mas tarde, en un parpadeo, como un rayo de luz, vuela hacia otra flor.

Sus plumas, leves, conjuran al amor. Las mujeres sabias, lejanas, se ponen sus plumas para la felicidad del amor y saben que no hay otra medicina para abrir el corazón del hombre.

Y es energía brillante en sus vuelos rápidos, energía pura, espiritual. Y no acepta jaulas doradas, se moriría de tristeza.

Son recuerdos de otras historias lejanas, religiones de las que son parte de la felicidad a alcanzar, de las que los danzantes son gigantescos colibríes de largos picos libando, simbólicamente, de las flores-mujeres en una epopeya de la naturaleza y el odio a los seres blancos que van destruyendo la naturaleza a su paso… y eso, el pájaro/flor y las flores/mujeres, es zen.

Thursday, August 16, 2018

Y esta el banco rojo a la ribera del río...


Y esta el banco rojo a la ribera del río, bajo las ramas del sauce llorón, protagonista involuntario de miles historias. Esta enfrente del puente que une los dos lados del río artificial que corre con un agua marrón y un poco maloliente, sobre una breve loma a la que se asciende por un camino de grava rodeado de cesped.

Tiene la huella de decenas de nombres de amantes gravadas en su madera, unas unidas por un tosco corazón, otras tan solo la unión de dos nombres, los menos con una frase que intenta ser original. ¡Son tantos recuerdos!

 Hubo jóvenes que se besaron, por primera vez,  sentados en el, un día de primavera, mientras se miraban a los ojos y deseaban una soledad que el sitio no podía darles olvidándose de viejas clases y viejos profesores dando la murga con viejas historias que a nadie interesaban. Hubo, también amargura con los recuerdos de tantas despedidas y el llanto gris y desconsolado de las abandonadas en la despedida del macho brutal en busca de nuevas presas, carne joven. Eran otro tiempo y otras costumbres, otras debilidades.

Hay un viejo que todos los días, en primavera y verano, a las seis de la tarde, llega con su bolsa de migas de pan, un block viejo y un bolígrafo bic. Se sienta tras poner un inmaculado pañuelo blanco sobre la madera y se sienta sobre el, siempre en el lado izquierdo. Acaricia el otro lado, el hueco vacío, mientras reza una oración por la mujer de su vida que se fue, que lo abandono, que descansa en una triste tumba al que, el, nunca va. Prefiere recordarla joven y hermosa en ese banco, dando de comer migas de pan reseso a las palomas, leyendo unos poemas de Bécquer o Hernández mientras el acariciaba sus trenzas doradas por el sol del atardecer. Sus nombres también están allí grabados con una pequeña navaja de Albacete, que aun lleva en su bolsillo.

Tiene, aun ahora, ya viejo, medio cuarteadas sus maderas, con el rojo ya desvaído por el paso de las lluvias y el frío invernal, la calidez del tiempo de lectura de un libro de poemas que se quedo adormecido como una historia intensa hasta que sus hojas fueron devoradas por el agua de la lluvia y el viento dispersos sus restos.

O esa trama de un viejo y sucio asesinato conspirado en su asiento por dos personas desconocidas  sentadas en el, discutiendo el quien, el cuando y el cuanto del trabajo…………… y el banco es zen.

Tuesday, August 14, 2018

El rio de siempre.


El río de siempre que siempre esta cambiando, nunca es el mismo, nunca vemos sus mismas aguas, rumbo a morir al mar porque siempre esta muriendo. 

Llega con su canción, aunque nadie le entiende desde los tiempos de los antiguos elfos; el canta a la vida de sus aguas, de las plantas de sus riberas, de los campos de cultivo a los que da la vida, de los millones de pequeños animales que viven con el. 

Su voz es alegre como el tintineo de miles de pequeñas campanillas y su ritmo es el de violines escarchados tocados por bellas luciérnagas.

Va jugando con el  murmullo de la brisa en las hojas de los árboles, en el croar de las ranas, en la llamada de los grillos y absorbiendo el trino amoroso de los pájaros. 

En su marcha al mar se llena de brillos, titilan como si las estrellas nocturnas bajasen a sus aguas y se metiesen en su risa.

Llega y se va bordeando lomas, pequeñas montañas, acaricia viejos puentes, mueve los ya en desuso molinos de agua, se emociona con los jóvenes remeros en los remansos con los que compite en velocidad (siempre les deja ganar).

Hermosa sierpe de plata, juega con los mosquitos, saluda a los colibríes de patas blancas, se deja patinar por las elegantes libélulas y se zambulle en los rápidos, donde, ha tiempo, supero en fuerza y constancia a las montañas y, el río, mi río, nuestro río, que también es zen, es como el triste y desolado Prometeo, (el del hígado comido día tras día por el águila), en el infierno de un presente continúo.

Saturday, August 11, 2018

Las raices de los arboles no saben de...


En nuestro banco del parque, sobre la loma desde la que divisamos el pequeño riachuelo, y contemplamos los árboles, aves, insectos y un camino que nos transporta, atisbamos, en el suelo, una pequeñas raíces que, desorientadas afloran sin querer.



En el mundo oscuro, subterráneo, para nosotros, existen seres llenos paz y plenitud. Casi desconocidos bucean debajo de nuestros pies, llenos de vida y energía, dando vida y energía  al cuerpo vivo que les sostiene y que sostienen.

Las raíces de los árboles no saben de poesía. Solo saben de búsquedas y de derrotas. Búsqueda del agua necesaria y de los nutrientes que le demanda el árbol al que pertenece.

No sabe del sol, ni de la luz, ni de la brisa cantarina, ni los ríos lejanos como sierpes de plata, ni de los perros aulladores que orinan sobre el tronco marcando el territorio. No sabe de los excursionistas que miden el grosor del árbol, ni de las palabras del guía indicando las características del mismo. No sabe de que, por muy poco, en el último verano estuvo a punto de morir por el fuego.

Tiene su misión y en silencio huele las vetas de agua, bucea en la tierra lanzando sus tentáculos lentamente, abriendo agujeros y colándose como una serpiente para logra su objetivo que es vivir, hacer crecer y perpetuarse. Sabe como huir de las afloraciones rocosas, esquivarlas, rodearlas en un arte de años como el toreo más clásico o incrustándose entre ellas, las rompe y avanza silencioso por las grietas que se producen . Y así avanza hacia abajo, a la derecha, a la izquierda, con la obligación, pero sin saber quien o que la obliga.

Y esa vida de búsquedas y encuentros, de fracasos y reacciones… también es zen.




Thursday, August 09, 2018

Las flores...


Las flores van siguiendo la huella del sol en el cielo, tontamente enamoradas del mismo sol que las agostara con la fuerza de sus rayos. Lo siguen y lo persiguen estirándose como un ICARO de color que quisiera romper ramas y volar. Antes, alcanzaran la madurez de su color, de su néctar dulce y oloroso que llama a los bellos colibríes. No las escuchamos pero cantan todo el día, es una vibración armónica con sones de Bach o del canto de los monjes que las escuchan y aprenden de su  música y las imitan. 

Lloran cuando una compañera muere antes de tiempo, sintiendo que algo falla en su universo tan bien concebido.

Plenas en el campo, llenan de color al universo y entran en la psiquis de los humanos para dejarles un poso de felicidad y tranquilidad, que, normalmente, no tienen.

Saborean los días de vida que tienen, usan y disfrutan de cada segundo y mueren, ¡no!, no mueren, se transforman en semilla o en fruto o en energía de otro ser pero, además, siempre quedaran en los lienzos geniales de un Van Gogh o Gauguin o Degas o Dali o Sorolla.

Son, en su breve tiempo de paso, casi eternas, retenidas en los parpados de los dioses grises y adornando, para siempre, el parnaso de las musas.

Pero, cuidado ¡también están esas otras flores, engañabobos, capturando al insecto amoroso que se les aproxima y, verdugos y salvajes como el hombre, lo destruye en su ansia frenética de violencia y sangre y, soberbias, como pozo de tortura y muerte y transformación!

Y las flores, todas las flores… son zen.

Tuesday, August 07, 2018

La cigueña blanca...


Desde el banco del jardín, con dulces gusanos bajo la tierra que pisamos, contemplamos a las gaviotas que con su extraordinario sonido y bello vuelo buscan alimento por las llanuras castellanas.

Nace el ave en su nido de plumas y paja, apenas un trocito de carne famélica que clama por la comida diaria. Su futuro incierto se reviste de bellas galas, hermosura en las plumas que cubrirán su cuerpo y el vuelo prodigioso sobre los cielos nítidos y azulados.

Son como flores de plumas del cielo en una danza al compás de aires y calores. Son un ramillete de mil colores con alas en búsquedas incansables de armonía o muerte.

Corta los cielos salmantinos con velocidad abandonando el nido con sus polluelos que claman por su calor y alimento; no le falta la piedad por el nido en calma, es la angustia del hambre suyo y el presentido de los demás.

Gira incesante buscando las corrientes ascendentes de aire para “ciclear”, coger altura,  para volver a bajar y desplazarse sin gasto de energía con un vuelo de planeo pausado y elegante, al ritmo de una endecha campesina en su “crotoreo” como saludo a la pareja en el nido mientras, las mujeres de la zona preparando la comida, “machacan el ajo” a su compás. Porque no saben cantar, solo un golpear de picos en un ruido sonoro y trepidante que te alegran el alma porque, ese mismo sonido, hace que sepas que están ahí, que siguen ahí, que, aun no se han ido y con ellas el buen tiempo. Y con ese sonido te adormeces en el banco rojo del parque dejando la novela a un lado.

Con su vuelo elegante parece que toca el cielo con sus alas y, como no quiere bajar, hace sus nidos, prodigio de arquitectura, en lo más alto o sagrado que encuentra y del que nunca se desprenderán hasta su muerte.

Es el rito amoroso de las dos, palo a palo, paja a paja, en común, con los dos picos que lo posan suavemente en el nido tras un breve juego de sitio y altura.

Sunday, August 05, 2018

La calma es zen.


La calma es zen.



Tu poesía, Malena, es zen;



Las raíces de los árboles horadando la tierra en busca de agua y alimento es zen;

las nubes lejanas que se aproximan como un barco a puerto compitiendo con los rayos del sol que inundan los jardines y los viste de mil colores es zen;

los gusanos que no se ven, que bucean incansables en la madre tierra buscando sobrevivir y son, a su vez, la supervivencia de otros seres y otros vegetales y es zen;

las hojas movidas por la brisa que hace música entre ella y captan el amor del sol que se les escapa y captan el beso de la humedad del aires y las gotas de lluvia y es zen;

las rocas sufrientes por la perdida de sus granos por la erosión de miles de años, en una batalla perdida con el viento, con la lluvia, con el roce de los animales, con los cambios bruscos de temperatura y es zen...



Las mariposas asesinas que crean el tornado de Arkansas matando a decenas de personas y vacas, enamorando a Dioses lejanos con sus bellas alas, enamorándonos con su vuelo caprichos que termina en su muerte en la mano de un niño que, enamorado de ella, las acaricia y es zen; ese fuego áureo sobre el árbol con sus bellotas y poniendo furioso al pato gruñón de toda la vida es zen; el río de siempre que siempre cambia, nunca es el mismo, rumbo al morir porque siempre esta muriendo es zen es como mi triste y desolado Prometeo en un infierno de un presente continuo; el puente ya verdoso, desgastado y con las señales del tiempo y de la lucha inmensa con unas aguas que se lo quieren llevar, camino obligado entre dos riberas enamoradas y lejanas y es zen;

las flores siguiendo la huella del sol en el cielo, el mismo sol que las agostara con la fuerza de sus rayos, o esas otras engañabobos y soberbias como pozo de tortura y muerte y es zen; las cañas de bambú oscilando graves con la música de otra parte es zen; el banco rojo a la ribera del río, bajo las ramas del olmo, con la huella de decenas de nombres de amantes gravada en la madera y que se besaron sentados, con los recuerdo de tantas amargas despedidas y el llanto gris y desconsolado de las abandonadas, la calidez del tiempo de lectura de un libro de poemas o la trama de un viejo y sucio asesinato por dos personas entadas en el y es zen;

la arena del camino pisoteado aun en las zonas rojas recuerdos de asesinatos violentos y de la ultima violación no castigada y es zen; la respiración leve que se insinúa en el pecho de la abuela cuando añora a su difunto marido al tiempo que acuna a su bella y dulce nieta y busca en su rostro señales del abuelo, la boca besada en noches oscuras, los ojos airados en noches de borrachera, las mejillas de manzana, el pelo que acariciaba ensortijándolo en sus dedos mientras dormía, las orejas grandes que cogia antes de poder dormir frente al disgusto del y eso es zen; el ritmo de pies arrastrados de los dos viejos contándose sus achaques, su impotencia, sus ojos que bailan con las chicas en la primavera y sus recuerdos de otro tiempo que, siempre, era mejor y eso, también es zen;

el borracho de la esquina perdido en los humores del vino de cartón, vino que no conoció uva, soñando en duchas de vino, en sopas de vino, en amores de vino, en vidas de vino gratis y eso, por desgracia, también es zen; el pequeño colibrí besa y liba las flores fecundándolas, no sabiendo que esta haciendo el amor con sus flores, en un equilibrio prodigioso, casi en un éxtasis natural y bello o cuando recula en el aire hacia atrás  para buscar otra flor con las alas casi invisibles en su movimiento y eso es zen;

 y mi pantalla llenándose de palabras vanas y calmas y proféticas y livianas y preguntas y respuestas y música y recuerdos y añoranzas y perdidas y eso, también, como siempre, es zen.

Friday, August 03, 2018

La arena del camino...


La arena del camino es pisoteado por una pléyade de personas y animales que van al río en busca del agua sanadora y fuente de la vida. Es un camino soñado por las cuerdas de una guitarra allá en mi Sevilla, en la plazoleta de Triana. Es de arena casi amarilla, casi no levanta polvo. Serpentea como un río de arena por montes y valles, conectando historias y vidas casi olvidadas, uniendo hogares llenos de amor u odios. Es un camino de amor cuando se encuentran los enamorados. Es un camino de dolor cuando es la última despedida camino del cementerio, en las lomas escondidas. Es un  camino de esperanza cuando es búsqueda y, a veces, encuentro. Es un camino de castigo, cuando, las zonas rojas, recuerdan  asesinatos violentos y la ultima violación no castigada.



Por allí se fue…por allí volvió…por allí tarde tras tarde le espero.



Cruza, el viejo camino,  una serpiente verde zigzagueando furiosa, atacada por el aire por un aguilucho, la lucha es feroz y la huida salvaje, perdiéndose entre las hierbas de los laterales. Hay, también,  huellas de surcos de carretas marcadas en noches de lluvia, en mañanas del barro que se pega en los zapatos del zagal camino de la huerta. 

Camino amarillo, lejano, tan próximo que invita a levantarse y huir para siempre, o aproximarse al banco viejo sobre la loma, o buscar la procedencia de las campanadas del ángelus, condenado al no descanso y eso… también es zen.

Wednesday, August 01, 2018

Bucea en una mar de tierra blanda buscando alimento y creciendo.


Bucea en una mar de tierra blanda buscando alimento y creciendo.



Desconoce de colores, de aires, de flores, de mares, de seres bípedos. El solo sabe que nació entre barro, que se alimento como pudo, que escapo a una muerte casi segura donde perdió, el solo lo presiente como un vacío, a unos colegas de siempre. Se refugio en un masa informe y orgánica donde vivió bien unos días hasta que se consumió todo el alimento y, allí comenzó su infortunio. Búsqueda continua, unos gramos aquí, otra minucia allá. Penetro en el seno de la masa terrosa  cada vez mas abajo buscando algo que satisficiera su exigencia de hambre. Tenía hambre, tenia que buscar comida, y encontrada, aparecía la exigencia  de su cuerpo de aparearse y morir.



Era su destino bajo toneladas de tierra vegetal, pero, en ese momento, estaba perdido.



Ni comida ni compañero/a. La ultima vez, no recuerda cuando, ni donde, ni al compañero/a, en su baile de  fecundación reciproca, en un abrazo mutua invertido, como en un capullo de amor, dio a la tierra decenas de pequeños seres que pululaban en Dios sabe que lugar, ahora en búsqueda incansable como el de comida.  Su instinto le mandaba en una dirección y allí iba pero, desgraciadamente, nada encontraba que le satisficiera. No entendía su desilusión, eran hormonas y secuencia olvidadas en su minúsculos nervios que le dirigían y que, a la vez, le acuciaban.



Llego a un obstáculo rocoso y tuvo que pasarlo por debajo, le llevo horas y esfuerzo pero tuvo la recompensa y un montón de orgánica materia blanda ya a punto. Se harto, se harto y, entonces, sintió las presencias en su entorno, las asimilo como no peligrosas y siguió…y el bucear en la oscuridad del alimento, del continuar en la vida, de la búsqueda del eterno  yo, como los gusanos…también es zen.