Los adioses en el papel
son engaños imaginados.
Nadie se ha ido, todavía el tren
no ha marchado, el humo voraz
congelado, el pañuelo blanco
detenido; el novio saluda
triste; la madre llora, es una
canción de cuna y sepultura,
lagrima detenida al tiempo,
devorada en las mejillas.
Nadie se ha ido. Todavia las ruedas
no han empezado a girar, todos
esperan una señal, aun
nuestro mundo esta detenido.
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