Martes 6 de febrero del 2007.
Ayer fue un día de dolor. Dolor por las ausencias y olvidos. Un gesto tan fácil como descolgar un teléfono y llamar, algo tan fácil y que por olvido. dejadez, apatía...vamos dejando de un día para otro, pasamos de una semana para la siguiente, de este mes para el próximo.
Alguien, muy querido por mi, en la lejanía, tuvo un pequeño accidente. Un fuerte chichón en la cabeza con pérdida momentánea del conocimiento. Desde la distancia sufrí con ella lo que no podía sino intuir. Quizás sufrí mas, pues el desconocimiento genera mas dolor; la distancia genera, además, una inquietud del alma que hace daño.
Al final no fue nada más que eso, un golpe, un chichón, un par de días sin colegio.
La vida continúa dándonos golpes que asumimos con la valentía de una raza que quiere conquistar el universo. Quizás lo logremos algún día, cuando nuestro egoísmo sea superado por una ilusión que transcienda de planeta, raza, religión u otras ataduras.
Por otro lado, la primitiva no toca. Los gastos navideños y las rebajas de enero nos han dejado con la cartera vacía. La ilusión se hace luz en la calles y los niños empiezan a pensar en nuevos controles y en las próximas mini-vacaciones de carnaval y, mas tarde, las vacaciones de Semana Santa.
Las pasadas navidades las pasamos sin el calvo de la lotería, lo eché de menos, ha sido un horror de los responsables prescindir del, pero ellos sabrán lo que hacen.
Esta tarde me traerán, reparada, la televisión. Adiós120 euros. El destino sigue lacerando y en África están peor. Tengo que ir pensando la carta del próximo año a los Reyes Magos, aun no tengo decidido que les voy a pedir, es complicado pero casi hay un año. Siempre les pido imposibles que, poco a poco, parecen que se cumplen pero en un momento determinado, el castillo de buenas intenciones se tambalea y cae con estrépito. Deberé pedirles alguna cosa más sencilla, más facil, más de su alcance pese a mis mejores intenciones.
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