Amaneció lloviendo. En las calles la gente marchaba huidiza, como con prisas, escondiéndose de no se sabe que. Todo estaba triste, el día lloraba y yo, tras la ventana, me entristecía con el. Me gustan los días de lluvia. Hace años, estando cerca del desierto en Marruecos, y tras más de diez meses de sequía empezó a lloviznar. Me lleno tanto la nariz ese olor a polvo mojado, a ozono, a hierba, que salí a la calle, tal como estaba, en mangas de camisa, y pasee mojándome un buen rato por las calles del pueblo. Mis compañeros, un poco mas curtidos, me acompañaron al final como un deje de “que le vamos hacer”. La gente del lugar nos miraba, escondida, a salvo del agua, pensando, quizás, que estábamos un poco locos, "los locos españoles". Allí, bajo la lluvia, la misma lluvia de todas partes, la que nos hace iguales en su abundancia o en su falta, me acorde de mi Galicia (Vigo, Santiago, Arbo, Orense) escuchando en su goteo los aires de un "alala" y "muñeiras". Con una especie de peneira improvise, rápido, un pandero y a tocar y cantar bajo la lluvia:
"Miña nai e mai a tua
pasan o día berrando
por culpa dunha galiña
que tivo amores co galo"
Los técnicos marroquíes, dentro de la oficina, se reían como crios viéndonos disfrutar bajo el agua. Al final se nos unieron Diani, Nabil, El Kebche, Moussa…con sus chilabas marrones hasta el suelo que debieron de tardar en secarse más de una semana y nos daban palmaditas en las espaldas.
“El agua es la vida”. Cuando falta es cuando le damos el valor que tiene realmente.
Si hay dos películas que me gusten (las he debido ver mas de quince veces) esas son:
-Casablanca y
-Cantando bajo la lluvia.
Espero que alguien me entienda.
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