Sabado, sabadete 2 de diciembre del 2006. ¿alguien apago la luz?.
Ayer, por la tarde, visitando a una sobrina me vino a la cabeza pensar en los sufrimientos que tiene cada profesion u oficio. No hablo de los riesgos de los policias o de los bomberos, ni, por supuesto, de los soldados de las damas de la caridad. ¡No!, hablo de los sufrimientos de trabajos que se pudieran considerar normales....Por ejemplo, cogamos a una dependiente del Corte Ingles, seccion zapateria.
Es joven, unos 24 años, pequeña y un poco nerviosa. Va con el uniforme de la casa: blusa verde rabioso, falda en tubo azul y lleva el pelo recogido. Es por la tarde, casi las ocho de la noche....el peor momento se le acerca. Pensar que son las ocho de la tarde de un viernes cualquiera. Entra una señorona, de altos aires y peores gases, de esas de abrigo de pieles y rocas en los dedos y kilos de maquillaje en la cara. Se acerca a ella y, cansada, le pide unos botines negros con tacon en cuña de la talla 39, al tiempo, se sienta en un sofa de la seccion. La dependienta, despues de toda una tarde en blanco, lo primero que le viene a la cabeza es la posible comision, asi que coge unos zapatos de "marca" y se los lleva. La señorona, de forma indolente, los mira, los remira, los vuelve a mirar, los estruja y comienza a quitarse los zapatos que lleva puestos. Conforme se los quita un tufo a queso de Cabrales inunda las fosas nasales de la joven dependienta; no sabe que hacer, sabe que no debe hacer ninguna mueca extraña, asi que sabiamente deja de respirar; pero, claro, si no respiras te ahogas, por lo que eso no es buena solucion. Vuelve a respirar, con miedo de que se le note el asco que tiene, asi que lo hace lentamente y haciendo que sus labios esbozen una leve sonrisa que va ensanchando poco a poco. Mas que sonrisa es la mueca del Joker en los comics de Batman.Da un paso atras.
La señorona le pide otro modelo, aquel, despues de mirarse con ellos puesto, en el cristal de cuerpo entero de la columna cercana no le convencen(¿porque en las zapateria de lujo ponen espejos de cuerpo entero?¿no van a comprarse zapatos?¿seran para que los clientes se miren a si mismos y no a los zapatos?...).
La chica, llamemosle Mara, da rapidamente vuelta para ir por otros cuando la voz de la señorona, vamos a seguirla llamando señorona, le dice que se lleve el que se a probado. Mara se agacha, lo coge y el vaho de masa de gusanos podridos le inunda las pupilas olfativas,casi se desmaya por el mal olor. La sonrisa forzada vuelve a su boca, como una defensa que no existe. Los coge con dos deditos y lo aleja lo mas posible de si, pero sus brazos son mas cortos de lo, ella, quisiera en ese momento. Se aleja con el tufo y el zapato.
Vuelve(en su cabeza: piensa en la comision, piensa en la comision)con otro modelo y otra marca. La señorona sigue alli sentada con los pinreles al aire atufando todo la seccion. Mara se da cuenta que todas sus compañeras han desaparecido misteriosamente y, misteriosamente, no quedan clientes en esa zona. Pone la sonrisa de circunstancia, la misma que pondria si tuviera que escuchar una condena a muerte, y le acerca el botin, se lo da consiguiendo toda la distancia posible con la longitud de sus brazos. El hedor es increible, empieza a pensar que jamas se lo quitara de su nariz, que ese mal olor impreganara toda su seccion, que lo llevara a su casa al final del trabajo.
La señorona vuelve a su ritual: ponerselo con problemas, levantarse con indolencia, recrearse en su contemplacion en el espejo de cuerpo entero de la columna al tiempo que, asquerosamente, se levanta la falda como para ver el zapato mejor.
La pobre Mara se aleja lo necesario pero en la distancia correctamente educada, mantiene la sonrisa, rictus ironico del que sufre por dentro. Se acuerda de las mascaras antigas de la guerra ¿quien tuviera una y pudiera usarla?.
La señorona se quita el zapato...(de nuevo los huevos podridos inundan sus sentidos, un mazazo a su estomago que ya no resiste mucho mas), mira la hora en su pequeño reloj de pulsera "Cartier", dice "que tarde es" y se aleja tal como vino.
Mara se queda atonita con el ultimo zapato de su mano sin saber donde tirarlo, donde vomitar, donde matar a alguien....
Viernes, ocho de la tarde en una zapateria.
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