Miércoles 20 de diciembre del 2006.
Carlos trabaja en la frutería del barrio. Un cuarentón de toda la vida, chusquero y chistoso, siempre bromeando pero haciendo su trabajo. Entre manzanas y peras, entre patatas y zanahorias, escapando un ratito para tomarse el café de media mañana, Carlos, pasa el día.
Los niños saben su nombre. Todos los críos, vaya o no la madre a comprar en la frutería, saludan a Carlos desde lejos mirándolo con cierta expectativa. Carlos siempre devuelve el saludo, les gasta alguna boutade y les suelta unos caramelos que saca, mágicamente, del bolsillo del delantal.
Hoy, Carlos, me miró picaramente y entre el kilo y medio de manzanas golden amarillas y el kilo de peras de agua me coló dos huevitos de chocolate y fui un niño mas, amigo de Carlos, el que trabaja en la frutería del barrio, la de toda la vida.
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