Mara y la manzana de la discordia.
Mara en clase.
Son casi las once de la mañana, es día de clase en un
martes cualquiera del mes de marzo, "conocimiento del medio", y Mara está
cansada, aburrida, acalorada (no han puesto en marcha el aire
acondicionado del aula) y hambrienta. El profe habla que te habla, habla monótonamente,
sin parar, con su voz cansina y triste, lleva hablando sin parar más de media
hora. Mara lo mira sin verlo, lo escucha sin oírlo. Le importa un pito todo esa
monotonía de congreso, autonomías, cámaras, elecciones, independencia,
capitalidad, monarquía, etc.... ¡Qué aburrimiento! A Mara le gustaría estar en
la piscina: nadar, tirarse de cabeza al agua, bucear, hacer una bomba, una
carrera con su padre que siempre le gana. Sobre todo nadar, nadar y nadar; por
ella estaría todo el día en el agua, no le importa la temperatura del agua,
solo dejarse abrazar por el liquido y deslizarse por él, entre el.
Y el profe, al fondo, no deja de hablar y hablar, no nota
como ha adormecido a toda la clase. El parloteo va metiendo a Mara en un sopor
que la hace bostezar primero y lagrimear después; los ojos se le quieren cerrar
a su pesar.
Y el profe, en su mesa sobre la tarima, como un búho en
la rama de un árbol, habla de sindicatos, derechos humanos, presidente,
ministros, presidente autonómico, constitución del 78.... es en ese momento
que, en una ráfaga de luz, MARA recuerda que tiene una jugosa manzana en la
mochila envuelta en papel de aluminio.
Mira al profe que habla y habla y mira al suelo y mira al
techo desconchado y pasa los ojos por unos alumnos dormidos.....con discreción
alcanza la mochila, tiene la suerte que la cremallera está abierta, coge la
manzana y quita el papel de plástico que, extrañamente, casi no hace ruido. ¿Cómo
morderla sin que el profe se dé cuenta? Mara duda, piensa. En un primer momento
tira el lápiz al suelo y, con gesto de resignación, se agacha a recogerlo al
tiempo que le mete dos buenos bocados a la manzana. Mientras mastica se pone a
mirar, cabeza baja, muy baja, el libro que tiene delante.
El profe en su mundo de palabras, casi ausente de la
clase, se aturulla en la enumeración de todas las autonomías españolas pero, rápidamente,
con un cierto gesto de orgullo, retoma el tema y se lanza a la separación de
los tres poderes.......... ¿o eran cuatro?
Mara disimuladamente empieza a toser quedamente, casi
silenciosa. Con cada ataque de tos se aprieta el estomago, baja la cabeza y le
mete un mordisco a la manzana.
Coge de la mochila los libros de mate, lengua, música, diccionario y plumier y los apila encima de la mesa, delante de ella, ocultándola parcialmente de la vista del profe, al tiempo que ataca la manzana cuyo jugo le chorrea un poco por la comisura de los labios.
Coge de la mochila los libros de mate, lengua, música, diccionario y plumier y los apila encima de la mesa, delante de ella, ocultándola parcialmente de la vista del profe, al tiempo que ataca la manzana cuyo jugo le chorrea un poco por la comisura de los labios.
"¡Mara trae aquí lo que tienes en la mano!"- le
dice el profe, de pronto.
Mara, sorprendida, se levanta medio avergonzada, va hasta
la tarima y le entrega lo que queda de la manzana: rabo y cañoto. El profe
levanta el trofeo con la mano y, sorprendido al ver los restos, intenta
enfadarse.
"Está prohibido comer en clase. ¿Es que no lo
sabes?"- brama el profe tratando inútilmente de contener la primera risa.
Mara no contesta. Esta avergonzada, tiene miedo al
posible castigo y a la bronca del profe que, sin darse cuenta, aun enarbola los
restos de manzana cogidos por el rabo con los dos dedos de la mano izquierda.
"Es culpa de usted, cuando hablo de la constitución
me recordó la manzana"-se atreve a decir, en un hilo de voz Mara.
Los chicos de la clase oyendo la respuesta y viendo la ridícula
situación rompen a carcajadas. Toda la clase a carcajada limpia, el profe con
los restos del crimen en alto, aguantando la risa, y Mara mirando al suelo,
negra y temiendo lo peor.
Suena el timbre del recreo, toda la clase se levanta
corriendo y sale de la clase. Mara, en una rara inspiración, se camufla con
todos ellos en un segundo y sale también.
Una clase vacía, un profesor de pie en la tarima, en su
mano izquierda levantando el carozo de una manzana y.....muerto de risa.
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