Wednesday, March 27, 2013

Cuando la oportunidad llama a la puerta, tienes los auriculares puestos.


Cuando la oportunidad llama a la puerta, tienes los auriculares puestos.

Así se pierden oportunidades a lo largo del día, de la semana, del mes, de los años, de la vida. Absortos en inutilidades y vaguedades pasamos sin enterarnos de las cosas importantes que transcurren y que podrían condicionar nuestro futuro en otro más halagüeño para nosotros y la gente que nos rodea.

Nos encerramos en nosotros y nuestros egoísmos (auriculares) como el avestruz ante el peligro mete la cabeza en el primer hoyo que encuentra. Esa oportunidad la perdemos cuando no la vemos pasar a nuestro lado, o la llamada de ese amigo con su buena proposición de trabajo, o el timbre de la puerta con el vecino pidiendo ayuda o ofreciéndola o el aviso de fuego en al casa y nos quedaremos encerrados entre humo y llamas, o el claxon del vehículo (ha pasada tantas veces) al cruzar nosotros por el paso no habilitado.

Cuando la oportunidad llama, tienes los auriculares puestos.

Y te quedas con la mujer/hombre desabrido y áspero al gusto porque no supiste oír la llamada del hombre/mujer que estaba destinado a ser tu media naranja. Y te quedas con el empleo rutinario, con el jefe déspota y titano que descarga en ti todas sus frustraciones (el también, en su momento tenia puestos los auriculares) porque no oíste ese teléfono sonando para la entrevista de trabajo adecuada. Y te quedas con la pierna escayolada en casa, bien encerrado, sin poder salir con los amigos en ese verano mágico, porque no oíste el aviso de la zanja traidora en la calle. Y te quedas volada y avergonzada, cuando llegas a casa y te das cuenta que los gestos de la chica del metro intentaban avisarte de que te había bajado la regla y….

Cuando la oportunidad llama, tienes los auriculares puestos.

Y vamos perdiendo posibilidades y, más que eso en sí mismo, perdemos un abanico de posibilidades, nos auto restringimos nuestras capacidades de elección y optamos por lo que nos queda, ya sin auriculares, desesperados porque nadie llama, porque nadie nos hace caso, porque nadie nos avisa, porque…..hay mucho porqués en nuestra vida y pocas respuestas que buscamos.

Y con esa perdida, se restringe el mundo, se hace más pequeño. Nos ahogamos en él y nos escondemos cada vez más dentro de unos putos auriculares, escuchando tambores de selva o simplemente el ritmo sonoro que nos lleva al útero de nuestra madre, en ese en el que estuvimos muy bien durante nueve meses…pero sin auriculares.

O en la velocidad de nuestro coche, encerrados, protegidos por una armadura del resto del ambiente que vemos como agresivo y enemigo; es otra forma de auriculares, la velocidad extrema, el recinto cerrado, solos contra todos, aislados y protegidos. Es otra forma del útero materno, fijación freudiana o sola, al fin y al cabo, cobardía.

Cuando la oportunidad llama, tienes los auriculares puestos.

Llora el recién nacido y no lo oímos…

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