Tuesday, February 26, 2013

Una simple mirada….


Una simple mirada….

Capítulo I. Camino al trabajo, el encuentro fugaz.

Todo empezó con una simple mirada en el metro. Le faltaban dos estaciones para llegar a su destino cuando vio, más bien sintió o noto, con un cierto cosquilleo, una mirada fija en ella. Sonrió para sí misma. Estaba acostumbrada a que los hombres la mirasen, no estaba nada mal y su cutis perfecto, sus grandes ojos, su melena rubia de bote  y su aire un tanto aniñado la hacían objeto de la atención masculina allí donde fuera.

Un cierto repelús le entro por la espalda. No le gusto. Se volvió lentamente, acomodando la posición del cuerpo al amarre en la columna y lo vio a  unos tres metros de ella…desaliñado, con barba poblada y sucia, con su cartón de vino peleón en al mano y una sonrisa tópica y lasciva, sus ropas desaseadas y rotas….le dio asco…el escalofrió le volvió y ascendió por la nuca…volvió los ojos levemente hacia el tipo y noto que le estaba mirando la mejilla izquierda, con una fijación compulsivo, hipnotizado, con si ella allí tuviera un tesoro o ….no aparataba la vista ni un segundo de su cara…

Inconscientemente llevo su mano a la cara y se toco y, al mismo tiempo, se la tapo. No noto nada en especial o ¿sí?..., le pareció sentir bajo la piel de los dedos como si la piel estuviese arrugada, dura., correosa. Trato de verse en el reflejo de la ventanilla del vagón de forma inútil. Empezó a preocuparse por su maquillaje, por su piel, por su rostro. Tenía que verse rápidamente.

El metro paro en la estación en la que bajo de borrachín. Respiro un tanto aliviada.
Se cerraron las puertas y arranco de nuevo. Su mano iba una y otra vez a aquella zona que le resultaba un tanto desagradable, que empezaba a preocuparle tanto, que se la tapaba con la mano derecha de forma inconsciente…

Ya en su destino, Iglesias,  fue a la primera cafetería que vio abierta y entro en el servicio, no sin antes pedir un café con leche en la barra. Entro y se fue directa al espejo para verse. Una imagen inmaculada, un cutis blanco crema, sin granos, sin tachas, unos ojos que se sabia esplendidos…pero, ojo, no había como una manchita, ligera si, como una decoloración en esa mejilla…se saco del bolso y se aplico unos pocos polvos… ¡perfecto!...al tajo….

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo II. En el trabajo, las miradas, el jefe.

Hizo su entrada en la oficina tratando de aparentar una seguridad que no tenía. Taconeando fuerte, oscilando los brazos con fuerza, sonriendo de forma un tanto forzada y saludando con un tono más alto de lo habitual.

Sus compañeras se quedaban mirándola como un tanto sorprendidas lo que ella interpretaba como que le miraban el manchón de la cara, que no se lo había tapado de forma adecuada con el maquillaje.

Se sentó en su puesto de trabajo, una simple mesa con ordenador en una sala grande, amplio, luminoso. La separación entre puestos de trabajo era por unas mamparas bajas, muy escasitas…cada vez que levanta la cabeza las miraba hablar como si al criticasen, como si comentasen lo que ella notaba en su rostro.

Incluso su jefe, cuando la reunión de todos los días, se notaba diferente, insatisfecho, mirándola con insistencia que era ya de mal educación, de una forma que la hizo sentirse incomoda, avergonzada. Al salir una pequeña reunión de chicas la estaba esperando para deshacerse de forma fulminante….no podía mas, se fue al cuarto de baño y allí, se limpio la cara, se la froto todo lo que pudo y trato de recomponer su maquillaje, Para tapar el manchón se aplico un poco más de la cuenta y además usando, por si las moscas, el del tono más oscuro, el de los días de invierno cuando la tez pálida la hacia parecer un vampiro sediento de sangre. No le gustaba como quedaba, aun por debajo de los polvos y coloraciones se notaba aquella especie de gran peca, le daba la impresión que se estaba inflamando….

La mañana le transcurrió lenta y plomiza, pesada, no se podio concentrar ante tanta cháchara sobre ella, las críticas de todas, las miradas con un cierto  disimulo; noto el odio de todas su compañeras de trabajo, odio y envidia  y ahora con un deje de desprecio por la de la “cara manchada”, como le aprecia oír de forma lejana y confusa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo III. En casa, un final poco digno.

Ya en casa cerró puertas y ventanas. El encuentro con la casera fue la gota que derramo el agua del vaso. No la saludo siquiera (nunca lo hacía, sin embargo) pero, esa vez, se la quedo mirando el gran grano de forma insidiosa como diciéndola ya ves monilla a todos nos sale una verruga de vez en cuando, ex guapa de cara, monstruo de feria….

Respiro varias ves de forma profunda y concentrada, se quito la chaqueta que tiro sobre el sofá, justo encima del bolso. Entro en el dormitorio y se puso la ropa de estar por casa, un simple camisón blanco y semi transparente. Se recogió el pelo en un moño trasero y….al tajo.

Se aplico la loción desmaquíllante, la fuerte, al que no usaba porque le ponía la piel rojo y le salían un granitos pequeñitos y feos. Se restregó una y otra vez la zona  del manchón, una y otra vez… de forma compulsiva y feroz….una y otra vez…

Cuando quedaba más o menos conforme volvía a  notar aquella sombra que se hinchaba a ojos vistas y se ennegrecía por momentos, por segundos…..vuelta a restregar y restregar.

No conforme decidió usar métodos más expeditivos y se animo con la lejía, solo unas gotas…al principio…incluso probo con unas gotas de amoniaco…al principio un a gotas….cuando parecía que se había librado del problema volvía a aparecer reflejado en su gran espejo-lupa, como una deformidad asquerosa y sucia, una verdugón negro y deforme con pinta de gusano que reptaba por debajo de su epidermis.

Empezó a desesperarse, no podía ser, no podía estar pasándole aquello a ella, o,  algo habría que hacer…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Epilogo. Metro y encuentro.

Ya solo Le faltaban una estaciones para llegar a su destino cuando vio, más bien sintió o noto, con un cierto cosquilleo, una mirada fija en el. Sonrió para sí mismo. Estaba acostumbrado a que los hombres y mujeres lo mirasen, no estaba nada mal y su cutis perfecto, sus grandes ojos, su corte moderno de pelo y su aire un tanto aniñado le hacían objeto de la atención allá donde fuera. Por no decir de su calzoncillo Calvin klein que asomaban por encima del pantalón vaquero “Pep jeans”y su camiseta sin mangas de Quicksilver

Esta vez no le gusto. Se volvió lentamente y lo vio a  unos tres metros de él…desaliñado, con barba poblada y sucia, con su cartón de vino peleón en la mano y una sonrisa tópica y lasciva, sus ropas desaseadas y rotas….le dio asco…el escalofrió le volvió y ascendió por la nuca…noto que le estaba mirando la mejilla izquierda, con una fijación compulsiva, hipnotizado….no aparataba la vista ni un segundo de su cara…

Inconscientemente llevo su mano a la cara y se toco y, al mismo tiempo, se la tapo. Le pareció sentir bajo la piel de los dedos como si la piel estuviese arrugada, dura, correosa. No podía ser, tenía el cutis perfecto. Trato de verse en el reflejo de la ventanilla del vagón de forma inútil. Empezó a preocuparse por su piel, por su rostro.

El metro paro en la estación en la que bajo por una puerta diferente a la del  borrachín. Respiro un tanto aliviado ante el aire de la calle.

Pero su mano iba una y otra vez a aquella zona que le resultaba un tanto desagradable, que empezaba a preocuparle tanto, que se la iba tapando con la mano derecha de forma inconsciente…

Ya en su destino, el gimnasio,  entro en el servicio, y se fue directo al espejo para verse. Una imagen inmaculada, un cutis blanco crema, sin granos, sin tachas…pero, ojo, no había como una manchita, ligera si, como una decoloración en esa mejilla…

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