Biografía de Madre Teresa de Calcuta.
Inés Goinxha Bejaxhiu nació en 1910 en una familia burguesa de origen albanés de la ciudad, entonces turca (y hoy capital de la nueva República de Macedonia), de Skopje. Desde niña a los 12 años sintió la llamada de la vocación religiosa y de misión, "para ir a propagar el mensaje de amor de Cristo" y, siendo aún una adolescente, a los 18, ingresó en Dublín, en la congregación de Loreto, más conocida en todo el mundo con el nombre de las Damas Irlandesas.
Al poco tiempo de estar en la orden, fue enviada a
La hermana Inés debe obtener el permiso del arzobispo católico de Calcuta, Ferdinand Periers, para poder abandonar las irlandesas. El obispo no era ningún entusiasta de la monja. Según recuerda la agencia France-Presse, se le atribuyen estas palabras: "Conozco a esa mujer. Es una novicia que no sabría ni siquiera encender correctamente un cirio en una capilla".
Pero a principios de 1948, con el apoyo de su superiora y del propio Papa, que tenían mejor opinión de ella que el arzobispo, es autorizada a abandonar su orden. Y la hermana Inés cambia el hábito de las hermanas de Loreto por el sarí blanco con ribetes azules de las mujeres pobres, y también cambia su nombre en honor de Santa Teresa de Jesús. Se dedicará a socorrer a los hambrientos, a visitar a los enfermos y a acompañar a los moribundos abandonados en las calles. Pronto se le unieron unas cuantas jóvenes, que también querían luchar contra tanta pobreza que les gritaba desde cada esquina y en cada recodo de la misérrima Calcuta.
En 1950, la monja del sarí fundó una nueva congregación
religiosa con el nombre de Misioneras de la Caridad.
Y de los niños a los moribundos, cuando en 1952 la Madre Teresa se
encuentra con una joven herida y moribunda, con los pies roídos por las ratas,
en una calleja. Para los moribundos, Madre Teresa abre la Nirmal Hridaya o
Casa de los Moribundos, en unos cobertizos a pocos metros de un templo dedicado
a la diosa Kali, que es la diosa de la muerte para los hindúes.
Siempre se las ingeniaba para arrancar algún dinero, o mucho
dinero, a todos los que podían darlo. Pidió a Juan XXIII, con el descaro que la
caracterizaba, que le diese parte de las riquezas del Vaticano para poderlas
dedicar a sus pobres. El Papa le regaló entonces su Rolls Royce, y ella
organizó una subasta para venderlo, obteniendo varias veces su precio. También
logró convencer a los organizadores de la ceremonia del Nobel para que
renunciasen a organizar la clásica recepción y le entregasen la suma ahorrada.
Estaba frontalmente opuesta a toda forma de contracepción y
solía proclamar: "Si no queréis esos bebés, yo si los quiero. Traédmelos a
mi".
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