Friday, February 15, 2013

Mara y las ruinas.

Mara y las ruinas.

Todos sentimos una extraña atraccion por las ruinas. Ese amontonamiento de piedras caidas y cristales rotos, recuerdos de un pasado que no esta escrito, nos invitan a soñar, a perdernos, a pesar del peligro que puede haber, entre las piedras buscando algun objeto valioso, algun objeto que nos diga algo mas de la gente que alli vivía.

Asi a Mara le atraian las ruinas de la vieja iglesia de la parroquia de San Salvador; la nueva, ladrillo y madera reluciente, estaba a unos 100 metros de lo que quedaba de la antigua. De la vieja solo quedaba la fachada principal en un equilibrio magico de piedra granitica sobre piedra; una puerta marron, casi negra, de madera podrida, estaba tirada a los pies del dintel y, por dentro, se veian, mas bien se presentian, piedras caidas junto con grandes y negras vigas de madera, restos de una techumbre que se habia desplomado, ademas de maleza, retoños de algun arbol extraño saliendo en las oscuras esquinas, polvo y telas de araña.

Mara pasaba siempre delante de las ruinas, cuatro veces al dia; las veces del ir y venir de la escuela, aunque, para ello, tenia que dar un pequeño rodeo que la hacia perder mas de cinco minutos. Siempre se paraba cerca de la puerta y atisbaba el interior como buscando un algo nuevo, un cambio, un tesoro, un fantasma y terminaba leyendo el gran letrero de letras rojas que pendia de una alcayata :"PELIGRO. PROHIBIDO ACCEDER AL INTERIOR DE ESTE LUGAR. RIESGO DE DESMORONAMIENTO". A la fuerza se obligaba a salir de alli y avanzar a sus obligaciones diarias, el cole.

Un dia de abril, soleado y festivo, cogio a su hermano menor y fueron de exploracion. ¡Como no! se fueron a la iglesia arrumbada de San Salvador. Fueron con linterna, guantes, casco de bici, coca-cola, galletas y unos pastelitos en una bolsa de plastico del Corte Ingles que, mas tarde, le impidio hablar de un impulso repentino, de falta de premeditacion. Le costo decidirse a entrar(mas bien le costo convencer a su hermano de que lo hiciera el primero) pero lo hizo, por primera vez, con timidez, con miedo. No habia nadie en los alrededores. Pasó el dintel de la puerta, saltando sobre los restos de la misma, y, a partir de alli, esquivar piedras, quitarse telas de araña de la cara, brazos,etc...mirar por todos lados, buscando, como dos arqueologos, los tesoros antiguos.

La busqueda fue inutil pero subiendo y bajando piedras y maderos se pasaron sus buenas dos horas. En lo que seria los restos del abside vieron......al volver para salir se encontraron con un cable negro que colgaba de la parte superior de la fachada; siguiendo el cable, con la mirada, llegaron a ver unas pequeñas campanas negras, relucientes, y la conexion del cable con el badaje de la misma. ¡Que tentacion!.

Salieron a descansar,comieron galletas y bebieron coca-cola y volvieron a entrar. Se acercaron al cable de la campana y tocaron una vez cada uno. Sono muy bien, les gustó. La tentacion era intensa y volvieron a tocar, esta vez con mas ganas......
En esto que ven venir una multitud (no mas de siete parroquianos) con cubos de agua, corriendo y gritando, jadeantes, hacia la iglesia buscando, alarmados, un fuego que no existia. Se pararon delante de los dos niños, un tanto sorprendidos y bastante cabreados :

-¿Tocasteis la campana? Nos habeis dado un susto de muerte.
.......¿Que haceis aqui?-..... ¿Quien sois?......

-No se puede tocar la campana, esto es una gamberrada. Hay que llamar a la policia.

Son unos niños, por Dios! ¡Que susto!

-Si esto tenia que estar vallado, bien cerrado.......ya lo decia yo.

-¿No sabeis leer?. Aqui esta prohibido.

-Esto os va a costar muy caro, ¡Que gamberrada! ¡Gamberros!.
..........
En esto se acercó, corriendo tambien, el parroco, Dn. Emilio, que, por fortuna, conocia a los niños y a sus padres. Haciendose cargo de la situacion calmó a los paisanos y, cogiendo de la mano a los niños, se fue con ellos hasta su casa. Por el camino, Mara avergonzada, no se atrevia a levantar la cara del suelo, extrañamente interesada en contar las piedrecitas del mismo y si habria alguna hormiga por alli. Su hermano, en cambio, se puso a contarle a Dn. Emilio su aventura en las ruinas de la iglesia: las telas de araña, como levantaba las piedras buscando tesoros, como se subia por encima del muro para ver mas alla y, lo que mas le encantaba, como sonaba la campana. Le decia que era el sonido mas bonito que habia oido jamas y que le habia encantado tocarla, que era como magica, con el sonido de los angeles. D. Emilio le escuchaba y sonreía.

-Pero, mirar, habeis asustado a la gente. Vereis, cuando se toca la campana, como vosotros habeis hecho, es pàra avisar de alguna desgracia, una muerte, un fuego, una inundacion, una explosion.....la gente se asustó y sois vosotros los que los habeis asustado. No se debe hacer: primero porque podriais haberos lastimado; segundo no se debe entrar en las ruinas por que es peligroso; tercero jamas debeis tocar la campana y cuarto porque hay un letrero que prohibe todas estas cosas......¿De acuerdo Mara?.

-¿Si, señor!. No habra otra vez.

Se repitio todo en casa de Mara en presencia de su madre que, enfadada, les prometio un fuerte castigo que jamas llego a enunciarse. Pero Mara, siempre conservará el aire de aventura y el sonido de las campanas en sus manos mas que en sus oidos.

Un momento: ¿que vieron bajo las ruinas del abside?, ¿Que fue aquello, algo tan importante que jamas lo revelaron?...........pero bueno, eso sera otra historia.

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