Becquer y las rimas, III:
Y sigue el amor andaluz, mas cerca que nunca del cielo de los poetas, parnaso de glorias sin fin, recordando a Manrique y Gongora y Lope y Calderon:
Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos;
tan corto es el vivir.
La Gloria y el Amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos;
despertar es morir.
Y siempre la busqueda de la belleza, y, cuando la atisba, es el delirio del poeta, su nirvana, su satisfacción y su esperanza de dejar algo mas que palabras:
Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado....
¡hoy creo en Dios!.
Y con todo sabe que la busqueda es un fin en si misma, pues busca algo casi intangible, etereo, que no se puede atrapar, como una sombra en el atardecer en el patio de los naranjos. Sabe que la belleza no se enamora de uno, es y pertenece al orbe, es imposible atraparla con ojos mortales………..la verdadera belleza esta en un sueño y, a veces, en una pesadilla:
-Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
-No es a ti; no.
-Mi frente es pálida, mis trenzas de oro,
puedo brindarte dichas sin fin.
Yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
-No; no es a ti.
-Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible:
No puedo amarte.
-¡Oh, ven; ven tú!.
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