Becquer y las rimas II.
Porque para Bécquer el amor es poesia y esta es un reflejo del amor. No sabe muy bien donde acaba una y comienza la otra, quiza sean consustanciales, inseparables, quizas cuando habla del amor hable de su poesia, cuando habla de la mujer es su rima....:
Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso..., yo no sé
que te diera por un beso
Y persigue el amor, como persigue la rima, como persigue hasta enfermar el ritmo secreto de las palabras en un intento vital y optimista de captar el alma sevillana, el olor de sus calles y de sus gentes, esas callejuelas frescas, serpenteantes por el barrio de Triana y terminan en un plaza con cuatro olivos, dos mesas, balcones con geranios y un guitarrista que llora:
No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
Y esta el miedo a callar, a perder la palabra salvadora. ¡Habla hombre y sino canta!:
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugo su llanto
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino: ella, por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún, ¿por qué callé aquel día?
Y ella dirá, ,¿por qué no lloré yo?.
Y todo ello lleno de la poesia andaluza, jarchas inmortales, endechas, cante hondo, muy hondo. En cuatro versos la verdad del mundo….
Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón..., es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.
Y esta la soledad del poeta que busca una mano amiga, una comprension de su palabra, una duda de que su obra quedara en el tiempo, que valdra para algo mas que emborronar papeles que se lleva el viento del otoño:
Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¡quién se sentará?
Cuando la trémula mano
tienda próximo a expirar
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidrie
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa.
¿Quién vendar a llorar?
¿Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?
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