Bitácora de
viaje. Vigo, 29 de Julio.
Visita
obligada en Vigo es La Piedra, degustar sus excepcionales ostras mientras se
bebe un buen vino de la tierra y, si puede ser, el príncipe de los vinos: un
buen albariño. Encima tenemos a nuestra Mara que es una loca por las ostras,
también es cierto que las toma un par de veces al año pero, por ella, se
comería 5 ò 6 docenas de una tacada, le encantan, le chiflan desde siempre; por
ella, frase textual, desayunaría, comería, merendaría y cenaría a base de ostras
con un chorrito de limón.
Allí nos
fuimos. Primero la vieja pescantina en la calle: tres docenitas para cuatro no
está nada mal sobre todo si hay uno que ni las huele. Después dentro del bar
pues el vino (Albariño), los refrescos, el pan y a comer. Mara de dos en dos y
tiro porque me toca...y,. como siempre, la llamada que rompe todo. Me tuve que
ir a por mi madre, un recado, nada importante pero había que llevarla al médico
que se nos demoro un montón. Pague lo del bar y le di a mi mujer el dinero de
las ostras, cogí el coche y en marcha.
La llamada
del médico se demoro un montón, mas de una hora, tiempo que mi madre dedico a
hablar con todo quisque, conocido o no, total que mas da y hay que pasar el
tiempo; curioso que al final todos conocían a gente en común y se dedicaron a
ponerlos finos y afilados como la mina de un lápiz ya después de afilada. Ya en
la consulta pues hablando del tiempo, de la situación de Galicia y demás, de la
emigración, de las procesiones del verano, de los incendios salvajes que había
que colgar a más de uno. Yo con la boca abierta y sin decir ni muuuuu...el
doctor un joven simpaticón, alegre y extrovertido que se le veía lo pasaba en
grande con estos viejales que acudían a su consulta con mil problemas que, la
mayoría, son de soledad y vejez...y salían contentos y un par de recetas
adicionales...
Después del
médico pues el cafecito con el bizcocho obligado, quica lo llaman, delicioso,
exquisito y como un puro veneno para mi madre diabética que se lo tomo como si
anda. Me da la impresión que por que estaba yo que si no repetía...después por
el centro comercial para la compra diaria y para casa.
Aparque mal,
como siempre. Entramos y ya estaban de vuelta los míos. Mara exultante y feliz,
que se había comido mi docena y que su madre había pedido adicionalmente otras
dos docenas, que se puso hasta los topes, buenísimas...que la madre tuvo una
discusión con la pescantina pues quería cobrar dos veces y con el dinero que
les deje pues mas ostras, mas y mas ostras que si pagaron.
Mire a mi
mujer que se quedo extrañada y me dijo que pensaba que yo ya las había apagado
antes de irme...huelga decir que de nuevo al coche (sin Mara que quería
repetir) y a abonar lo que se debe...
Mara no
probo bocado en la comida de la abuela que se mosqueo un tanto, normal como
estaba de ahita...
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