Bitácora 17 de Julio en Vigo.
Bueno, de entrada el diecisiete celebramos el santo de mi madre.
Ella valora mucho más el onomástico que el cumpleaños. Imagino que será por la
edad, cada vez gusta menos cumplir años, por aquello de que los achaques van
con el carné de identidad. El gran ramo de flores no podía faltar, precioso.
Después, con cierta discusión una bata ligera y fresca, de azul celeste suave y
con “Capacete” según su frase, para
mi con “Canesú”, como dice la
canción. Estuve a punto de hacer un chiste con la talla de la bata pero, por
una vez me mordí la lengua y me callé. Nadie lo agradeció. Nadie se enteró.
Siempre, en este día, se come fuera; esta vez al no poder
intervenir por la lejanía e ir casi en el día me encontré que ya lo tenían todo
organizado en un restaurante con mucha fama en la zona “El Rocío”, lugar de
acomodo de empresas y enfermeras y con buena calidad en pescados y mariscos.
Todo muy bien menos el precio, en la
factura pusieron el 10% de los muebles, pintura y solar donde se ubica. Si no,
no se explica.
Lo mejor, todos juntos, unos quince y eso que faltaron las
hijas de la enfermera y esta también faltó por tener que trabajar en el turno
de tarde (Siempre lo consigue, trabajar en celebración familiar). Mi hermana,
la mayor, la viuda, tuvo la mala suerte de que la llamaron para hacer una
sustitución en urgencias por lo que también, por primera vez en muchos años,
faltó. Le dio mucha rabia pero las cosas son como son y no como deseamos.
De todas formas fuimos de visita, de urgencias, pero de
visita. Allí estaba ella en el mostrador recibiendo a los enfermos y
familiares. Se quedo muy sorprendida al verme y yo, con mi sonrisa y un beso en
la mejilla, le dije a que iba a saludarla y no solo, que papa venia conmigo. No
se lo creía, pensaba que estaba de broma y no sabia como tomárselo así que salí
y acompañe a mi padre dentro para hacerle la ficha y que le viera algún medico
de guardia. Un apuro. No era nada grave pero el pobre tiene artrosis y le dio
por la noche un ataque en los dedos gordos y a nada pegaba un grito que me rompía
el alma. El medico, un tal Vital, no se si esta bien escrito, un bendito, lo
trato con mucho tiento y dulzura, mas que tocarlo lo acariciaba. Pastillas para
la artrosis y para el dolor un vendaje compresivo que le puso otra enfermera,
otra joya en delicadeza y trato, mientras le iba preguntando por la edad, su
nombre…en fin, distrayéndolo ese rato. Salio orgulloso con su vendaje y con la
atención. Mi hermana, en el mostrador, estaba un poco estupefacta.
Mi padre, son ya 88 años, se negaba a ir al principio a la
comida, pero, bueno, de mi brazo y media hora antes lo llevamos con calma y a
su ritmo. Se desoriento por el camino y llego agotado, pero bien. Solo quiso
algo de verdura y se zampo con buen apetito un revuelto de espárragos y gambas,
terminado lo cual me hizo acompañarlo de vuelta a casa para dormir una siesta.
Lo peor, mi sobrina, la mayor. Es mi preferida por haber
sido la primera, es dulce, delicada, una niña todavía a pesar de sus 29 años
pero ¡no se puede llegar con una hora de retraso! Y, más tarde ponerse a discutir
sobre la normalidad o no, que es la normalidad, que la normalidad no existe y
todos somos anormales o normales, según se vea. Una discusión para haber bebido
dos o tres botellas de vino por cabeza y varios licores caseros pero no allí,
entre plato y plato, y a voz en grito, como demostrando lo inteligente que es y
lo moderna que se pone hablando. ¡Que gilipolleces, Dios mío!
Mara comió medio callada, no le gusta mucho la “multitud” pero se comporto bien. Al
final, en los postres, con el resto de los niños se fue al jardín de la parte
de atrás y descubrió una flor que la impresiono. Le saco un montón de fotos y
preguntando a todos que flor era aquella. La verdad es que era espectacular. Cuando
me lo pregunto le conteste que era una DALIA. Preciosa de verdad. Casi un sol
redondo lleno de pétalos rojos sangre con unos leves trazos de amarillos/ocres.
Se quedo preguntando a todos por la mejor de las fotos que le sacó y, esa, la puso como pantalla en su móvil.
Un año más.
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