Bitacora de un viaje.
Bitácora Vigo 15 julio.
También hay fantasmas en los rincones de Vigo. Unos amables
de lejanos recuerdos, otros amargos como de muertos en la mar, otros llenos de
odio por las trampas y olvidos y, los mas, reclamando una lagrima sincera o una
oración por su alma.
Los podéis encontrar por todos lados, pero hay tres muy
especiales para mi en Los jardines del Pazo de Cástrelos; el primero esta
en el estanque de los patos, detrás del pazo-museo, en la pequeña replica del
mismo. Es un fantasma infantil de un crío que murió ahogado en ese estanque por
la envidia de su hermano menor. Es inofensivo, se limita a jugar con los patos
y arrimarse al calor de las madres de generosas carnes y opulentos pechos.
Quizás un lejano recuerdo de su propia madre. Es fácil de ver, por las esquina
del ojo mirando a otro lado, reflejado en las aguas mas bien sucias.
Hay otro en el palomar. Es una torre redonda más allá del
jardín con el laberinto, ya en el “jardín salvaje”. Está muy abandonado, tiene
un aspecto de vetustez, de vejez, de ruina. El fantasma esta siempre arriba,
agita los brazos, salta de forma grotesca y hace ruidos con la boca. Su ropa
rota por todos lados y rastros de sangre en ella. Fue un viejo criado de los
Marqueses que se cayó fracturándose los huesos de las piernas y el cerebro. Su
muerte no la sintió nadie. Nadie le rezo en la tumba pues, en vida, era un poco
amargado y en lucha con todo el mundo; de muy mal genio nadie le trataba, solo
el señor Marques por aquello de que era el mejor cuidador de palomas del mundo.
Es difícil de ver pues esta muy, pero que muy enfadado y, ya se sabe, cuando
los espíritus están enfadados son totalmente transparentes.
El tercero esta en el propio museo, en una tumba celta. Es
un hombrecillo pequeño, más bien flaco, pero de tono muscular poderoso; con
barba y pelo largo y una cicatriz que va de la ceja derecha hasta la mejilla
del lado contrario. La herida se ve mal, quizás fue lo que le mató: no tengo
idea porque esta ahí. Don Pedro lo descubrió en los años de formación del museo
con la llegada de la pieza de piedra. Y allí se quedo como una pieza más del
mismo. Es fácil de ver pero nadie se da cuenta, tal vez porque nadie espera
verlo allí o quizás porque ya forma parte del mismo como un mueble más.
Hay mucho fantasma por Vigo.
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