7. 2.- “¿Falta mucho?, me canso.”-insiste
Mara, obstinada y terca, tocándome el hombro derecho. Sabe que no soporto que
haga eso mientras conduzco, sobre todo si lo hace de forma sorpresiva como es el caso.
“Ya falta menos”- le responde la madre,
siempre al quite, antes de que, ante la sorpresa, salte con alguna gorda, algún
exabrupto o inconveniente….
Se callan todos, silencio, oigo el motor
como un ronroneo suave y ligero al compas del viento y del mar que se ve en la
lejanía, a nuestra derecha, tras los pinares hermosos y escasos. Entre los
arboles pequeños chalecitos de tejados rojos.
“¿Podemos parar?- es Javi que toma el
relevo- Tengo ganas de hacer pis”
Aprieto los labios, me trago sapos y
culebras.
“Sabes que no podemos en la autopista,
tendremos que buscar una zona para eso y, además, has hecho antes de salir”.-No
puedo evitar contestarle con un cierto deje de cabreo, ya un poco enfadado.
“Si, pero Mara ha hecho dos veces y yo
solo una. Me meo, hay que parar. Tienes que parar”
Mi mujer me mira suplicante y asiento y
busco, en la lejanía, ese desvió hacia una zona de descanso o una salida que me
permita volver, mas tarde, a cogerla. Como siempre, funciona muy bien la ley de
Murphy con los niños, y acabamos de pasar una zona de descanso y la siguiente
quedara lejos…
“Que me meo. Parar”….se agarra de forma
exagerada sus partes para manifestar así de forma trágica su situación
desesperada. Le paso, de broma, la botella del agua ya medio vacía y le digo
que si tantas ganas tiene que lo haga allí mismo. La mujer me mira con
exagerado cabreo. Javi, atrás, sin coger la botella se queda sin respuesta y
Mara, siempre la bendita Mara, suelta una risilla por lo bajo….
“Papa, que me meo…..”- Noto que mi cabreo
va en relación directa con el aliento que noto en la nuca con cada frasecilla
que van soltando.
“Papa, para que…..” parece que al pobre
le quedan dos o tres minutos de vida, se agarra el vientre, se congestiona,
casi ya no habla, se desgarra..
Aparece a la vista el desvió, lo cojo
bajando la velocidad a 80, 50, 40,
20…aparco. Voy a bajarme pero no lo hago, ella es más rápida y baja, saca al
crio y lo lleva detrás de unos mini pinos, casi unos arbolitos de navidad. Veo
que hace lo que hace, en verdad no tenía ganas, dos gotitas. Mara se ríe por lo
bajini con lo que, a mí, me parece una sonrisa siniestra, la de estropear
cualquier viaje.
Ya estamos todos de nuevo en el coche.
Arranco de nuevo, Nos movemos, voy pensando cual será el siguiente paso, no
llegaremos nunca.
“¿Falta mucho?”- sigue con la perra,
segundo acto, Javi, -“Es que me aburro”
“Ya falta menos y por mucho que digas o
hagas no llegaremos antes, Cállate y duerme un poco”- contesta siempre la de
“al lado” con un deje de pedagogía barata que nunca, digo nunca, funciona con
estos dos. Y es una incógnita grande el saber que conmigo si funciona. ¿Porque
con ellos no?
“¿Cuándo paramos a beber algo?”- se mete
la sabiondilla de Mara, relevando a su hermano- “tengo mucha sed”
“Ya falta menos, a mitad de camino
paramos y tomaremos algo. Ya lo sabéis y no seáis tan pesados”
“Es que me aburro y tengo la boca
seca”-insiste Mara. (Nuevo toquecillo en el hombro con sus deditos mientras
mira disimuladamente a ver como reacciono)
“Pues yo ya tengo hambre”- se une al
juego, si esto es un juego, el impaciente Javi.
“Pues haber traído algo para jugar o
leer. No quisisteis y ya está, tratar de cerrar los ojos y descansar. Piensa en
ver a los abuelos, hace mucho tiempo que no los ves y la abuela estará feliz de
darte un abrazo (…o piensa en la playa, jugar en la arena, volver a ver los amigos del año pasado, el agua para bañarse…)
¿no te acuerdas?”-Da lo mismo que diga, todo seguirá en esa línea de atacar y
atacar y atacar…mis nervios poco a poco se van estirando como cuerdas de una
guitarra en máxima tensión a punto de hacer un clic y saltar por los aires
rompiendo la armonía de la canción.
“¿Podemos parar? Yo también tengo sed,
mucha sed…… ¡y hambre!”- entra como una víbora Javi.
“Ahora no, mas tarde, a mitad de camino
pues si no nunca llegaremos”- contesto yo con voz dominada, más baja de lo
normal mientras mis ojos echan miradas envenenadas por el cristal retrovisor.
“Me aburro”- dice Mara. Me vuelve a dar
dos golpecitos en el hombro. Su madre, le pega en la mano justo en el segundo
golpe. Hace un mohín, como de enfadada, pero se la ve alegre pues ya ha
conseguido la primera reacción un tanto desproporcionada. Saca la lengua con
descaro y dice que no le ha dolido.
“Me aburro”-dice Javi.
“Si lo sé era mejor no ir a la playa, es
un coñazo…”-suelta Mara.
“Ha dicho una palabrota. Mami, ha dicho
una palabrota, ha dicho coñazo ¿se puede decir coñazo?”- Javi a todas.- “porque
si ella puede decirlo yo también, este viaje es un coñazo, el coche es un
coñazo, esta tía es una coñazo….tengo una hermana coñazo…”
La madre, le da un simple toque, una
caricia más bien, le susurra silencio y prohíbe repetir esa palabra. Javi cruza
los brazos enfurruñado, baja la cabeza con el ceño fruncido y hace que llora
pero sin llorar.
“A ella le dejáis decir palabrotas y a
mí no. No es justo. No es justo. Os odio. Siempre habéis querido mas a “la
niña” y es un coñazo”- Saca la lengua en mi dirección, más bien en la dirección
del retrovisor por el que lo voy espiando. El copiloto y freno de mano y madre
amaga con un sopapo que nunca llega a destino. Se la ve cabreada, se pone el
índice en la boca y le dice que chitón, que ya hablaremos a la vuelta y que ya
hablaríamos de la paga semanal, del ordenador y de la game.
Es nombrar la “game” cuando un silencio
sepulcral inunda el coche, por unos minutos, claro,…. (Seguiremos en el viaje).
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