Monday, August 21, 2017

Problemas en la playa. Capitulo 6.


VI.-  Bueno coche,  viaje, comida, arena, apartamento y… ¿Qué me decís de las hermosas conversaciones veraniegas? No me diréis que no tienen su encanto y, siempre, los lugares comunes que tan bien domina la fámula.

El tiempo, por ejemplo. Haga el tiempo que haga, en el mediterráneo salvo un día al mes, hace sol y calor. Mucho sol y mucho calor. Hace años de sol y calor. Pues bien, hay que hablar del tiempo del que hará mañana al tiempo que todo el mundo mira el horizonte, se señala con dudas esa nubecilla veraniega sobre la iglesia y que avanza a trompicones, se comenta el halo sobre la luna y siempre se señala el temor al día malo y el no poder ir a la playa. No se acaba ahí la cosa, al día siguiente, con los bikinis puestos, bajo la sombra de la sombrilla, a hablar del tiempo que hace y que hará y el “menos mal” que buen día hace hoy. Tiempo por las tardes, tiempo por las mañanas, tiempo en la hora de comer. Fuente inagotable de charlas y comentarios a cual más ridículo.

Cuando no es del tiempo pues hay que hablar de las enfermedades, dolores y, los que los tenemos, de los críos. Estos están jugando como toros saltando olas en la orilla de la playa, haciendo castillos  de arena que se desmoronan a la primera o subiendo por las pirámides de las cuerdas que alguien del ayuntamiento tuvo la ocurrencia de ponerlas para la famosa comisión….pero se habla largo y tendido de la tos ferina, de la duración del parto y el número de los puntos que le pusieron en cada ocasión, de la menopausia futura y de cómo hay que prepararse, de las varices peligrosas y los remedios mágicos, de la inflamación del útero .

Los hombres, llegando a estos extremos, por pudor o asco o miedo escénico, quien sabe, se dedican a lo suyo, a comentar lo buenas que están las  cervezas y sus pinchitos, el futbol y sus respectivos equipos y el que harán después por la tarde (todas, todas las tardes se encuentran en el mismo paseo, a la misma hora, para hacer el mismo recorrido que termina en el chiringuito donde cenan un poco tarde). De vez en cuando y es toda un proeza salta algún chiste viejo (¿Sabes en que se parecen un buena paella y una mamada?.... ¡las mejores son siempre fuera de casa!…. ¡Ja, Ja, Ja…!) o algún chiste, son peligroso por aquello de lo políticamente correcto, de los llamados regionales (Sabéis aquel del bilbaíno que entro en una librería y pidió un mapamundi de Bilbao..jajajaja..Sabéis en que se diferencia Dios de un gallego: En que Dios está en todas partes y el gallego ya ha estado…ja jajaja…. Sabéis aquel del andaluz acodado en la barra del bar que le dice al compadre: Pepe no sigas bebiendo que te estás volviendo borroso…jajajaja….)

Y se vuelve a las comidas y el intercambio de recetas que nadie apunta, no hay donde, no hay ni ganas, son todas autenticas tonterías de trucos secretos a voces. Y los hombres, ya escabullidos de parejas y niños, hablan de restaurantes y de las ocasiones no perdidas, la sueca por ejemplo, siempre hay una sueca que esta como un tren y te que deja como un  trapo de cocina sucio (nadie se explica el donde o el cómo pues siempre están juntos y, cuando no, son las duchas  de los críos, la compra, los avatares del día a día, pero la sueca que no falte en ninguna conversación de hombretones en la playa)….

¡Y el hablar de los michelines! Como se analizan una a otra de forma sonriente mientras se despellejan mutuamente. ¿Cuántas amistades de toda la vida han sido rotas por un comentario de una lorza a destiempo?...o comparando los colores del moreno de los críos primero y de ellas mismas después. Y se cuentan el secreto de la alcachofa, o el de las kilos de zanahorias que se han comido ante por aquello de los carotenos. O los tomates que es lo mejor para el sol. O la dieta milagrosa del tofú que cada tres años vuelve a las ondas. Se medio esconde el tratamiento de diez masajes a  precio de órdago  antes de ir a la playa; tratamiento que sirvió, realmente, para engordar un par de kilos, por aquello de la confianza da asco y, claro, se pica un poco más de la cuenta. Se esconde el segundo tratamiento, casero, como no, de ese producto milagros que es “4, 3, 2, 1” y que no funciono salvo para ir, cuando una menos se lo espera a la servicio creando situaciones más bien delicadas o vergonzantes. Se esconde el tratamiento drástico de las marcas buenas a última hora, un pastón oigan,  y que prometen reducir en 2 centímetro en un  mes (mentira, más bien se gana porque se come algo mas, ya lo repetimos por si las moscas). Se esconde que la última semana a base de lechuga para desayunar, comer y cenar y… ¡aun así!

Y los comentarios sobre las arrugas…y el año que ha pasado y los disgusto y las posibles o reales operaciones que se han hecho o que se quieren hacer, si pueden, claro. Al tiempo se observa un creciendo de la socarronería en estos temas, son pequeñas puyadas que se tiran unas a otras, sobre todo, de las mayores y más baqueteadas y mas ruines a las más jóvenes e inocentes y sencillas. Los hombres ya lejos aprovechan para tomas la primera cervecita, ¡qué buena!,  rubia, con su pinchito, y con las gafas de sol bien caladas, a mirar tetas y culos de las más jóvenes que se solacen con disciplencia y falta de pudor (con las gafas reflectantes piensan que nadie sabe donde miran o a quien miran y solo dan vergüenza ajena y comentarios de crápulas para abajo).

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