Saturday, June 30, 2018

La furgo...


Solo una furgoneta…

No sé como relataros esta historia. Me pasó a mí de forma directa, la viví, la sufrí. No creo en esas imbecilidades de nada. Si en la pared hay una mancha rara es que detrás hay un escape de agua ¿me entendéis?

Todo empezó con una tormenta de verano, hace un par de semanas. Estábamos los cuatro de siempre en el parque, unos pitillos, una conversación insulsa y tonta que termina derivando a las chicas ¡cómo no! Y… empezó a llover, una de esas repentinas tormentas  de verano,  con mucho aparato eléctrico y unos zambombazos que te dejaban sordo.

Nos metimos en la furgoneta de Tonio. Tonio es un chico con pocas luces pero de buen talante, uno mas del grupo, buen tipo, no nos dejaría tirados por nada, se puede confiar en él; nos aprovechamos un poco, también hay que decirlo. Trabaja con su padre haciendo pequeños transportes, mudanzas, etc…por eso lo de su furgoneta. Esta era casi nueva y grande, gris ratón. Nos metimos en ella y nos sentamos en la parte trasera, la de la carga, como pudimos pues había algunos trastos embalados con sabanas blancas que tenía que entregar al día siguiente. Las puertas las dejamos un poco abiertas pues un poco de claustrofobia sí que nos da y el humo de los cigarros.

Tonio de vez en cuando nos consigue algún curro que nos viene muy bien y nosotros le correspondemos tratando de hacerlo lo mejor posible, cosas sencillas como eso cargar y descargar unos muebles, o unos electrodomésticos, etc. Para cosas más complicadas pues va a gente con experiencia, profesionales de toda la vida, no con nosotros, claro. Veinte eurillos por una tarde siempre son bienvenidos, sobre todo para nosotros  que siempre estamos a dos velas.

Sonó, de pronto, el claxon dándonos un susto de muerte. Nadie cercano al volante, incompresible, algún fallo eléctrico, pensé.

Las puertas se cerraron de golpe, una ráfaga de viento, pensé de nuevo  para mis adentros. Tonio quiso abrirlas pero nada, estaban como atascadas. Allí los cuatros mas encerrados que el Lute en sus tiempos.

En el techo, algo me atrajo mi atención sobre él, filigranas de humo formaban figuras extrañas, cambiantes con la luz de los cigarros que estábamos fumando, parecían formar rostros maléficos, sonrisas tremendas, carcajadas…

Intente salir pues aquello me estaba asustando un poco, imposible, las puertas no se abrían ni con oraciones. Os lo juro, ese día no había fumado ni un porro, de verdad, estabas más seco y sobrio y limpio que nunca. Me empecé a poner muy nervioso, colérico más bien y ese es un estado muy peligroso para mí.

Los cristales de los asientos delanteros, de pronto bajaron y subieron un par de veces, de forma caótica. Se nota que querían amedrentarme y lo iban consiguiendo, me estaba asustando de veras.

Arranco el coche, parecía que iba a ponerse en movimiento sin nadie al volante, rugió y dio como dos o tres sacudidas y con un par de toses roncas se paro. Tonio hizo el ademan de pasarse a los asientos delanteros pero no pudo.

El silencio que nos inundo era ominoso

Un gran golpe en mi lado, como si viniera de fuera, abollo la chapa y golpeándome me tiro sobre Cardi. Mire en la dirección del golpe todo estupefacto, y, con miedo, si, con miedo por una vez en mi vida. Cardi, por si no lo he dicho es el delincuente habitual del grupo  siempre está entrando y saliendo de comisaria, una pena. La última, más de seis meses, fue por robar en un coche de la policía municipal, solo a él se le ocurriría hacer algo parecido.

Un olor a azufre o huevos podridos llenaron nuestras narices. León vomito, menos mal que saco la cabeza a tiempo y echo la pastilla fuera, en la calle y la furgo le permitió lo que antes no nos dejo hacer que fue abrir las puertas traseras. Cuando metió la cabeza dentro la puerta se volvió a cerrar sola con un fuerte y violento golpe.

Tonio nos calmaba diciendo que no hiciéramos caso que todo venia de unos días atrás en la que unos gilipollas se metieron dentro con unas velas negras y una ouija y, a partir de entonces, la furgo hacia cosas raras pero nada más grave que los que oíamos o veíamos. León le dijo que la cambiase antes de que pasara algo gordo, que iba a pasar algo muy gordo con aquel bicho.

Cardi empezó a flipar. Empezó a recordarnos aquella película de un tal Crapenter no se que sobre un coche que salió mal de la cadena de montaje, cosas de sangre y posesiones, y se dedicaba a matar gente…León le añadió que era de un libro de King y que molaba, una pasada en bicicleta.

Yo le dije que llamara a el crédulo de la tele, ese de las historias parasicológicas, que a lo mejor hasta le daban algo de pasta. Imagina la pasada de tu furgo posesa en un capitulo de fenómenos en la televisión, que pasada, tío, anímate, todos lo podríamos ver e incluso salir en el reportje.

Se encendió la radio. El salto que pegamos todos fue espectacular. Cada vez que lo pienso me estremezco. Allí los cuatro tontos, metidos en una furgo encantada y asustándonos como críos pequeñajos con cada cosa que hacía. La canción era un pasada de borde, vieja y con interferencias.

Las luces se encendieron y empezaron a parpadear como en una disco. A la secuencia de luz y sombras, las figuras del techo empezaron a  moverse como reptiles al ataque, como pequeños dragones echando fuego, como diablos en una danza infernal. El conjunto con ese olor repulsivo era…no sé cómo describirlo, la situación se me hacia increíble, surrealista y encima con autentico terror. Alguien, mejor no saber quien, dejo además un olor  acido y concentrado a orines….nos arrejuntamos como unos pobres chavalines en una esquina, los cuatro apretujados, lastima que no hubiera ninguna de la chicas, estaría el sobeteo precioso y cachondo.

“Solo falta que empiece  a saltar sobre los neumáticos” dijo alguien, no sé quién y, acto seguido, empezamos a dar más botes que una pelota de futbol dominguera. Me fije que seguíamos la música o sea se algo que no cuadraba…

León que estaba más que flipado empezó a contar que un accidente, retomando lo del libro del tal King, y que algo de sangre que le llego al coche había provocado todo aquello…Tonio le cortó rápido y le dijo que sí, que uno de los chicos se había hecho un corte grande en el brazo, que le dieron incluso cinco puntos de sutura. Incluso nos enseño los restos de la mancha en el suelo, semejaba, no sé, como una medusa grande en el mar solo que castaño rojiza y era polvorienta.

La tormenta paso como todo en la vida. Las puertas se abrieron, todo quedo más que tranquilo y salimos.

Sigo pensando en fallos del equipo eléctrico o un mala broma de alguien. La furgo de Tonio, yo ya no subo en ella ni aunque me pague, bueno, si hay curro que le vamos hacer, de algo hay que vivir, vamos, digo yo…

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