Solo una furgoneta…
No sé como relataros esta historia. Me pasó a mí de forma
directa, la viví, la sufrí. No creo en esas imbecilidades de nada. Si en la
pared hay una mancha rara es que detrás hay un escape de agua ¿me entendéis?
Todo empezó con una tormenta de verano, hace un par de
semanas. Estábamos los cuatro de siempre en el parque, unos pitillos, una
conversación insulsa y tonta que termina derivando a las chicas ¡cómo no! Y…
empezó a llover, una de esas repentinas tormentas de verano,
con mucho aparato eléctrico y unos zambombazos que te dejaban sordo.
Nos metimos en la furgoneta de Tonio. Tonio es un chico con
pocas luces pero de buen talante, uno mas del grupo, buen tipo, no nos dejaría
tirados por nada, se puede confiar en él; nos aprovechamos un poco, también hay
que decirlo. Trabaja con su padre haciendo pequeños transportes, mudanzas, etc…por
eso lo de su furgoneta. Esta era casi nueva y grande, gris ratón. Nos metimos
en ella y nos sentamos en la parte trasera, la de la carga, como pudimos pues había
algunos trastos embalados con sabanas blancas que tenía que entregar al día
siguiente. Las puertas las dejamos un poco abiertas pues un poco de
claustrofobia sí que nos da y el humo de los cigarros.
Tonio de vez en cuando nos consigue algún curro que nos
viene muy bien y nosotros le correspondemos tratando de hacerlo lo mejor
posible, cosas sencillas como eso cargar y descargar unos muebles, o unos electrodomésticos,
etc. Para cosas más complicadas pues va a gente con experiencia, profesionales
de toda la vida, no con nosotros, claro. Veinte eurillos por una tarde siempre
son bienvenidos, sobre todo para nosotros
que siempre estamos a dos velas.
Sonó, de pronto, el claxon dándonos un susto de muerte.
Nadie cercano al volante, incompresible, algún fallo eléctrico, pensé.
Las puertas se cerraron de golpe, una ráfaga de viento,
pensé de nuevo para mis adentros. Tonio
quiso abrirlas pero nada, estaban como atascadas. Allí los cuatros mas
encerrados que el Lute en sus tiempos.
En el techo, algo me atrajo mi atención sobre él, filigranas
de humo formaban figuras extrañas, cambiantes con la luz de los cigarros que
estábamos fumando, parecían formar rostros maléficos, sonrisas tremendas,
carcajadas…
Intente salir pues aquello me estaba asustando un poco,
imposible, las puertas no se abrían ni con oraciones. Os lo juro, ese día no había
fumado ni un porro, de verdad, estabas más seco y sobrio y limpio que nunca. Me
empecé a poner muy nervioso, colérico más bien y ese es un estado muy peligroso
para mí.
Los cristales de los asientos delanteros, de pronto bajaron
y subieron un par de veces, de forma caótica. Se nota que querían amedrentarme
y lo iban consiguiendo, me estaba asustando de veras.
Arranco el coche, parecía que iba a ponerse en movimiento
sin nadie al volante, rugió y dio como dos o tres sacudidas y con un par de toses
roncas se paro. Tonio hizo el ademan de pasarse a los asientos delanteros pero
no pudo.
El silencio que nos inundo era ominoso
Un gran golpe en mi lado, como si viniera de fuera, abollo
la chapa y golpeándome me tiro sobre Cardi. Mire en la dirección del golpe todo
estupefacto, y, con miedo, si, con miedo por una vez en mi vida. Cardi, por si
no lo he dicho es el delincuente habitual del grupo siempre está entrando y saliendo de comisaria,
una pena. La última, más de seis meses, fue por robar en un coche de la policía
municipal, solo a él se le ocurriría hacer algo parecido.
Un olor a azufre o huevos podridos llenaron nuestras narices.
León vomito, menos mal que saco la cabeza a tiempo y echo la pastilla fuera, en
la calle y la furgo le permitió lo que antes no nos dejo hacer que fue abrir
las puertas traseras. Cuando metió la cabeza dentro la puerta se volvió a
cerrar sola con un fuerte y violento golpe.
Tonio nos calmaba diciendo que no hiciéramos caso que todo
venia de unos días atrás en la que unos gilipollas se metieron dentro con unas
velas negras y una ouija y, a partir de entonces, la furgo hacia cosas raras
pero nada más grave que los que oíamos o veíamos. León le dijo que la cambiase
antes de que pasara algo gordo, que iba a pasar algo muy gordo con aquel bicho.
Cardi empezó a flipar. Empezó a recordarnos aquella película
de un tal Crapenter no se que sobre un coche que salió mal de la cadena de
montaje, cosas de sangre y posesiones, y se dedicaba a matar gente…León le
añadió que era de un libro de King y que molaba, una pasada en bicicleta.
Yo le dije que llamara a el crédulo de la tele, ese de las
historias parasicológicas, que a lo mejor hasta le daban algo de pasta. Imagina
la pasada de tu furgo posesa en un capitulo de fenómenos en la televisión, que
pasada, tío, anímate, todos lo podríamos ver e incluso salir en el reportje.
Se encendió la radio. El salto que pegamos todos fue
espectacular. Cada vez que lo pienso me estremezco. Allí los cuatro tontos,
metidos en una furgo encantada y asustándonos como críos pequeñajos con cada
cosa que hacía. La canción era un pasada de borde, vieja y con interferencias.
Las luces se encendieron y empezaron a parpadear como en una
disco. A la secuencia de luz y sombras, las figuras del techo empezaron a moverse como reptiles al ataque, como
pequeños dragones echando fuego, como diablos en una danza infernal. El
conjunto con ese olor repulsivo era…no sé cómo describirlo, la situación se me
hacia increíble, surrealista y encima con autentico terror. Alguien, mejor no
saber quien, dejo además un olor acido y
concentrado a orines….nos arrejuntamos como unos pobres chavalines en una
esquina, los cuatro apretujados, lastima que no hubiera ninguna de la chicas,
estaría el sobeteo precioso y cachondo.
“Solo falta que empiece
a saltar sobre los neumáticos” dijo alguien, no sé quién y, acto
seguido, empezamos a dar más botes que una pelota de futbol dominguera. Me fije
que seguíamos la música o sea se algo que no cuadraba…
León que estaba más que flipado empezó a contar que un
accidente, retomando lo del libro del tal King, y que algo de sangre que le
llego al coche había provocado todo aquello…Tonio le cortó rápido y le dijo que
sí, que uno de los chicos se había hecho un corte grande en el brazo, que le
dieron incluso cinco puntos de sutura. Incluso nos enseño los restos de la
mancha en el suelo, semejaba, no sé, como una medusa grande en el mar solo que
castaño rojiza y era polvorienta.
La tormenta paso como todo en la vida. Las puertas se abrieron,
todo quedo más que tranquilo y salimos.
Sigo pensando en fallos del equipo eléctrico o un mala broma
de alguien. La furgo de Tonio, yo ya no subo en ella ni aunque me pague, bueno,
si hay curro que le vamos hacer, de algo hay que vivir, vamos, digo yo…