Noche de Todos los Santos.
Como en toda transición entre estaciones, la de invierno, los celtas (como muchos otros pueblos antiguos) celebraban el “Samhain”, fiesta de transición y que se aprovechaba que los límites físicos y espirituales se debilitaban tanto que podían permitirse el paso de los difuntos a nuestro mundo y tiempo.
El que coincida con nuestra fiesta de “Todos los santos” no es casualidad, hay que recordar la tremenda similitud entre la vieja religión celta y la cristiana; hay que recordar que la gran mayoría de los druidas se pasaron al cristianismo y fueron de los más fervorosos fieles. Ayudó, por supuesto, el hacer la oposición a la religión tan aberrante de los romanos.
En esa noche en la que los muertos podían caminar entre los vivos la gente del pueblo tenía la oportunidad de reunirse con sus antepasados, con sus muertos familiares. ¡Qué mejor que una cena familiar! Se ponía una luz en la ventana abierta para señalarles el camino (de ahí las calabazas vacías con las velas dentro), se dejaba algo de comida fuera para mantener a las animas contentas y a los malos alejados del hogar (de ahí la tradición de truco o trato).
La cena era amplia y golosa rematada por las castañas de siempre, otro de los símbolos mágicos de nuestra tierra. Ahora, la rematamos además por la queimada (aguardiente, azúcar, unos granos de café, mondas de manzana y/o naranja o limón) y el famoso conxuro, del que ya hablaremos mas tarde.
En todas las casas se hacía lo mismo. Se llamaban a los muertos, se les invitaba a entrar y disfrutar. Se les recordaba por sus rostros y sus palabras, se decían en alto sus nombres y sus hazañas o proezas o se contaban las anécdotas que habían protagonizado. Se comía en su honor y se bebía a su mayor gloria. También se pedía por un buen futuro, por la expulsión de los malos espíritus e ideas, porque no existirá lo maligno y la familia prevaleciera siempre; por ello antes de empezar a cenar se limpiaba el polvo y se arrojaba fuera de la casa.
Y ahora, como los celtas, no hay que olvidarse de ellos, hay que convivir con ellos y amarlos en su ausencia, decir sus nombres y recordar sus rostros, así deberíamos rezar por ellos, ir al cementerio todos los años a visitarlos y celebrar con ellos en la cena de todos los santos, brindis incluido.
Es bueno recordar a nuestros muertos, están ahí, dentro de nosotros, parte de la familia y nuestros genes, los celtas celebraban en el Samhain esa cena para ellos poder acercarse a los suyos ya caídos y echar a los malos (con la queimada para que en sus fuegos se quemen los demos y trasgos etc.) sin miedo y con cariño.
El conxuro, que me encanta hacer en determinadas fechas, me lo sabía de memoria, no es tan viejo como parece. Es de los sesenta, en Vigo, por Mariano Marcos. Que no es engañen…
En gallego:
Mouchos, coruxas, sapos e bruxas.
Demos, trasgos e diaños,
espritos das neboadas veigas.
Corvos, píntigas e meigas,
feitizos das manciñeiras.
Podres cañotas furadas,
fogar dos vermes e alimañas.
Lume das Santas Compañas,
mal de ollo, negros meigallos,
cheiro dos mortos, tronos e raios.
Oubeo do can, pregón da morte;
fuciño do sátiro e pe do coello.
Pecadora lingua da mala muller
casada cun home vello.
Averno de Satán e Belcebú,
lume dos cadáveres ardentes,
corpos mutilados dos indecentes,
peidos dos infernais cus,
muxido da mar embravescida.
Barriga inútil da muller solteira,
falar dos gatos que andan á
xaneira,
guedella porca da cabra mal
parida.
Con este fol levantarei as chamas
deste lume que asemella ao do
Inferno,
e fuxirán as bruxas a cabalo das
súas escobas,
índose bañar na praia das areas
gordas.
¡Oíde, oíde! os ruxidos que dan
as que non poden deixar de
queimarse
no augardente quedando así
purificadas.
E cando este brebaxe baixe polas nosas gorxas,
quedaremos libres dos males da
nosa ialma
e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume,
a vós fago esta chamada:
si é verdade que tendes máis poder
que a humana xente,
eiquí e agora, facede cos espritos
dos amigos que están fóra,
participen con nós desta queimada
Os pongo la versión también en castellano:
Mochuelos, lechuzas, sapos y
brujas.
Demonios, duendes y diablos,
espíritus de las vegas llenas de
niebla.
Cuervos, salamandras y hechiceras,
hechizos de las curanderas.
Podridos leños agujereados,
hogar de gusanos y alimañas.
Fuego de las Santas Compañas,
mal de ojo, negros conjuros,
hedor de los muertos, truenos y
rayos.
Aullido del perro, pregón de muerte;
hocico del sátiro y pata de
conejo.
Pecadora lengua de mala mujer
casada con hombre viejo.
Averno de Satán y Belcebú,
fuego de los cadáveres ardientes,
cuerpos mutilados de los
indecentes,
pedos de los infernales culos,
mugido de la mar embravecida.
Barriga inútil de la mujer
soltera,
maullar de los gatos que andan en
celo,
melena sucia de la cabra mal
parida.
Con este fuelle levantaré las llamas
de este fuego que se asemeja al
del Infierno,
y huirán las brujas a caballo de
sus escobas,
yéndose a bañar a la playa de las
arenas gordas.
¡Oíd, oíd! los rugidos que dan
las que no pueden dejar de
quemarse
en el aguardiente quedando así
purificadas.
Y cuando este brebaje baje por nuestras gargantas,
quedaremos libres de los males de
nuestra alma
y de todo embrujo.
Fuerzas del aire, la tierra, el mar y el fuego,
a vosotras hago esta llamada:
si es verdad que tenéis más poder
que la humana gente,
aquí y ahora, haced que los
espíritus de los amigos que están fuera,
participen con nosotros de esta
queimada
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