Día 3.
¡Increíble!, lo
intenta una tercera vez.
Con la cabeza gacha,
pidiendo ayuda al monitor de turno.
No sabe que en el
gimnasio ya es famoso por los sobrenombres de: “El empalmao”, “El pedorro”, "El salido este".
Empieza bien, calienta
en la bicicleta unos diez minutos; en la cinta de correr otros diez minutos a trote borriquero.
Los problemas no tardaron en hacer acto de presencia. Una musculosa y maciza mujer deja libre
una maquina sensacional, de esas de pesas. Se anima y se escapa a las pesas, le
corre prisa. No puede más, las buenas intenciones se le escapan como la arena de la playa entre los dedos.
Se sienta y prueba. No
se da cuenta del nivel en que esta la dichosa maquina. Le cuesta arrancar, sufre la gota gorda.
La siguiente que ve
libre es de bíceps, fácil. Chulo el llega, se esfuerza en el primer tirón, lo consigue, sonríe para si mismo; huele algo de pronto, nota un muy mal
olor. Mira el asiento…empieza a pensar… ¡el!, en conclusión sale escopetado al
aseo, pero silbando bajito por aquello de disimular y mirando a las alturas. En el baño hace lo que puede, se quita
el slip, se seca con papel higiénico. Sale.
Una chica espectacular
se dirige a el, que inmediatamente piensa, “¡Heee ligadooooo!”. Ella con media sonrisa curvada le
dice al tiempo que le señala el culo: “Te sale el papel higiénico por el
pantalón”. Chafado se lo quita y se va de nuevo, no aprende, a la maquina de bíceps. De la que sale
con ayuda del monitor por un calambre descomunal en el bíceps izquierdo y un
golpe tremendo, una pesa de un kilo, en el pie derecho..
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