¿Cómo contar
esta anécdota de cocina?
¿Cómo
enfocarla?
Para mí fue
una historia de amor mal entendido. Veréis. Todo empezó con un error mío al
calentar, en el microondas, el café de la sobremesa. Casi hierve.
La melita
estaba medio vacía o medio llena, como queráis, así que decidí echar el café
caliente en la jarra y ponerme otro café. Una aclaración, hago un muy buen café
que siempre tengo a mano, cafetera Moulinex de 12 tazas y un café Saimaza
natural.
Bueno, cojo
la taza del café y…me quemo los dedos de la mano. Lo cojo de nuevo con un
guante aislante, lo acerco a la jarra y…se me cae dentro del café. La taza se
quedo flotando unos segundos y, poco a poco, basculó y se hundió. Choco
lentamente con el fondo de la jarra. Un leve clic en el contacto de ambos
cristales y la rotura automática de los dos…miles de cristalitos y todo el café
que se desparramaron por los suelos de la cocina, por la encimera, por las
puertas y por mi pantalón y mis zapatillas.
Me quede como
si el tiempo se hubiera detenido, como si una venganza hubiera tomado forma,
sin saber que hacer mientras el café iba invadiendo todo lugar accesible, se
iba colando por toda rendija y atufaba mi nariz con su espectacular aroma.
Cuando
reaccione era tarde, todo era café y cristales. Recoger con la fregona el café,
con cuidado y con papel de cocina, juntar los cristales y tirarlos a la basura.
Abrir las puertas de la encimera y tener que limpiarlas todos los chorretones.
Levantar los metálicos de la encimera para limpiar por debajo… ¡cuanto salio
sin saber como se metió por allí!
Una vez
aparentemente limpio, digo aparente porque durante un mes o mas salen y saldrán
pequeños cristalitos, gotas de café escondidas, etc...el salir a buscar una
nueva jarra para la cafetera pues, sin café, no se vivir, fue una liberación..
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