Míralo. (Soledad V)
¡Míralo! Acurrucado
al lado de la cama, esta temblando, encogido y abrazando sus piernas como.
Tiene miedo y llora. Sabe que no debe llorar, es peor, la última vez tuvo que
ir al hospital. No debe llorar pero no puede contener sus lágrimas sobre todo
en estos días viendo a tantos niños con sus regalos, felices de estar en casa,
con golosinas, jugando en los parques. Los ve por televisión, no le dejan salir
de casa. Los ve por la calle tras los cristales de su ventana. Preferiría estar
en el colegio, allí está a salvo; tiene que estudiar, si, pero no le disgusta;
tiene que bregar con los niños duros, pero no se está mal, hay reglas y si las
cumples todo va como la seda. En casa, no. En casa si no es malo, es peor. Si
no lloras, malo; si lloras, peor, como la última vez. Si callas malo, te vienen a buscar enfadados;
si hablas, peor, como la última vez. Llora ahora que está solo, pero pronto
volverán y no es capaz de saber que va a pasar, solo sabe que el pagara el plato
y algún día será algo más que una paliza.
Añora el tiempo, ¡que poco duró!, que estuvo con la
abuela. La abuela olía a lavanda y
menta. Tenía las manos callosas y grandes, pero dulces y suaves cuando le
bañaba y le aplicaba pomada por el cuerpo dolorido. A él no le importaba que la
abuela lo apretase en su regazo y le cantase, ni que llorase un poco con sus
ojos tristes cuando lo arropaba en la cama, ni que lo besase con cariño…
Esta llorando, queda poco tiempo para que vuelva de la
compra, tiene que esforzarse por contener el llanto y permanecer invisible, es
lo mejor, invisible para todos y para ella. Más tarde vendrá él del trabajo,
vendrá cabreado como todos los días, furioso con la vida, con los jefes, con
los compañeros, con el presidente, con
la botella y el, debe ser invisible, camuflarse con el papel de la pared, con
los colores de la colcha de la cama pues está solo, está solo, el más solitario
del mundo y solo quisiera estar con su abuela y poder llorar….
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