Mara y la broma del sábado.
La forma de hablar por el móvil con la amiguita me dio mala
espina. Era una conversación casi sin sentido pero con risas un tanto
histéricas, terminando por meterse en su cuarto y cerrar la puerta para seguir
hablando. Después de eso, la petición de salir, que había quedado con las niñas
de su clase.
¡Qué mala espina me dio todo!
Sábado tarde, la deje salir hasta las ocho y media, no más.
La deje salir, y, que Dios me perdones, la seguí. No estaba
bien conmigo misma ni con lo que iba hacer pero…la seguí.
Se reunió en la esquina de la plaza, al lado del MacDonalds,
con tres niñas, ya conocidas, de su clase y repetidoras también como ella.
¡Vaya grupito!.
Hablaron, gritaron, dieron saltitos de nervios e hicieron un
sorteo. Cada una se quedo con un papel que, mas tarde, según supe, era una
prueba.
Las deje, preocupada, eso si, pero allí las deje, juntitas y
revueltas como gallinas en su gallinero.
Me fui a XXXXXX a ver de un abrigo de invierno para Mara, lo va a necesitar. Realmente es lo único que va a necesitar cuando venga el frío pero no están de moda y eso es un gran problema. Allí rebuscando me encuentro con que entran las cuatro niñas de forma un tanto histérica, tocando todo, hablando sin parar y sin mirar a nada concreto. Mara, la más nerviosa de todas, agarró un pantalón, una blusa y se fue al probador de la tienda. Las amigas se distanciaron de ella y se quedaron en la entrada. Mara entro en el probador, yo, detrás de una columna sorprendida y curiosa. ¿Probarse un pantalón y una blusa? Además, ¿ella sola, sin sus amigas?
Me fui a XXXXXX a ver de un abrigo de invierno para Mara, lo va a necesitar. Realmente es lo único que va a necesitar cuando venga el frío pero no están de moda y eso es un gran problema. Allí rebuscando me encuentro con que entran las cuatro niñas de forma un tanto histérica, tocando todo, hablando sin parar y sin mirar a nada concreto. Mara, la más nerviosa de todas, agarró un pantalón, una blusa y se fue al probador de la tienda. Las amigas se distanciaron de ella y se quedaron en la entrada. Mara entro en el probador, yo, detrás de una columna sorprendida y curiosa. ¿Probarse un pantalón y una blusa? Además, ¿ella sola, sin sus amigas?
La mayor de ellas, entro al rato, le dijo algo y rápidamente
se metió en el probador enfrente de la misma. Una chica del comercio,
jovencita, seguramente en prácticas, entro a coger ropa de los probadores.
Mara la llamo:
-¡Oiga! Por favor.
-¡Si! ¿En que la puedo ayudar?- Le dijo amablemente la
chica. Llevaba un letrero en el lado derecho del pecho que ponía “Silvia”
Mara espero un poco y poniendo la voz más seria que pudo le
espeto:
-¡Eh! Es que aquí no hay papel higiénico. ¿Me lo puedes
traer?
La chica se quedo sorprendida, sin palabras. Le entro una
duda y se lleno de asco.
-Peroooooo, es que esto no es el aseo, son los probadores
¿Qué ha hecho usted ahí dentro, por el amor de Dios?
-Pues necesito papel higiénico para limpiarme ¿me lo trae?
¿Por fa?
La chica salio despavorida llamando a seguridad y a la
encargada, momento que Mara aprovecho para pasar al otro probador con la ropa y
en bragas.
Al rato, vinieron la encargada que sin mediar palabra aparto
la cortina…. ¡no había nadie!...miro con duda y dureza a la chica pero no dijo
nada. Recorrió el pasilla de arriba abajo dos veces pero, al verlo tan ocupados
bufó y se fue dándole un golpecito en el hombro a Silvia.
Yo, avergonzada, me fui muy despacito y pensando como
abroncar a Mara en casa y que castigo inútil había que ponerle. Inútil porque,
después, su padre se encargaría de que quedase en aguas de borraja y yo tendría
que explicar como me enteraba de estas cosas.
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