Friday, March 29, 2013

Mara en la cafetería.


Mara en la cafetería.

Mara adora las tortitas con nata, sin sirope. Es su pasión, como los bocaditos de nata, las ensaimadas de nata, las ostras y los percebes. Se comería, de esos productos,  todo lo que le pusieras delante, con ansia febril, como si nunca comiera. Así que, de vez en cuando, vamos a merendar tortitas. Las mejores, con diferencia son las del Vips de Orense, después están las del Corte Ingles y las de Grashtoff en La Coruña; le siguen, a otro nivel, Ital-cafe y Zahara.

Ese día, Mara, había sacado un notable en un examen de matemáticas (o eso me dijo ella antes de pedírmelas) y, aprovechando el momento, tuve que invitarla a las tortitas. Fuimos a Ital-cafe. Nos sentamos en la primera planta, al lado del cristal que da a la calle. El día era gris y lluvioso, la gente pasaba debajo de nosotros con sus paraguas y un aire acobardado, como con miedo de que el agua las desliese y borrase. Los coches, casi sin color, pasaban más despacio que de costumbre arrojando, al paso, unas estelas de agua a todo peatón. Todo tenía una patina gris como el cristal de la cafetería que, además, tenia señales de manos pequeñas y pringosas, restos de chocolate y otros remanentes que es preferible no describir.

Mara pidió tortitas, como es de suponer, y un nestea. Yo pedí un café con leche templado. Antes de que el camarero se fuera, Mara, en uno de sus arranques, le pidió un helado de cucurucho, sabor vainilla, antes de nada; se fue con el camarero al bajo para cogerlo.

Vino dichosa lameteando dicho helado.

-Bueno y ¿Cómo va el ingles?- le pregunté inocentemente rompiendo el hielo.

-Bien, ya sabes, bien.

-¿lo llevas al día en deberes y estudio?-insistí.

-¡Sí!, no te preocupes. La profe es un callo, me tiene manía, siempre esta gritando, pero lo aprobare bien al final. Hoy a Martin, que no supo los verbos, le grito, le insulto y le dijo que lo iba a suspender. Todo por fallar con el "Drink".

-Mara, sabes que no me preocupan tus compañeros, sino tú. ¿Vas haciendo bien las cosas?- le insistí.

-Te prometo que si, este trimestre seguro que aprobaré. Y cambiemos de tema, no seas pelma, siempre con lo mismo, no sabes hablar de otra cosa, me estas poniendo nerviosa, vamos a merendar en paz- contesto ella.

La que no estaba en paz era yo al ver como se ponía un poco nerviosa y comenzaba, por un lado, a mirar al suelo y, por otro, a gesticular con las manos, sobre todo con la mano derecha, la del helado que yo veía o bien en el suelo o bien sobre mi camisa.

Sabes que me preocupo y si necesitas ayuda en una asignatura, pídela, no esperes al final cuando ya poco es posible hacer- le dije dulcemente viendo, en ese momento,  venir por el pasillo al camarero con su bandeja y la comanda.
-¡No necesito ayuda!. Tu quieres meterme más horas de estudiar y eso ¡NO!......contestó furiosa al tiempo que levantaba bruscamente la mano derecha y el helado, como venciendo la ley de la gravedad, salió lanzado hacia la cara, ojo izquierdo para ser más preciso, del camarero. Este, sorprendido por el ataque inesperado, dio un manotazo al helado que cayó al suelo con estrépito. ¡Sí!, con estrépito, el ruido resonó en mis oídos como si de una bomba se tratase, anuncio precoz de que las cosas podían ir peor. El ojo manchado, la bandeja en la mano, el helado en el suelo y un silencio sepulcral entre nosotros cuando el joven dio un paso adelante, piso el helado y se cayó al suelo de culo. La bandeja ya sin soporte que la mantuviera en su lugar decidió, después de un rato de pensárselo por allí en las alturas, irse de paseo y repartió antes todo su contenido de forma muy generosa: el nestea a la cabeza de Mara, las tortitas al pantalón de Mara, el café con leche (¡gracias a Dios, templado!) a mis pantalones. Se fue la bandeja a la gris calle, como un ovni de expedientes x,  pero se encontró con el gris cristal al que golpeó, rebotó y terminó en el suelo con un ruido como de campanas llamando a misa. Fue en ese momento la algarabía, el camarero quejándose de su culo, Mara gritando y no sabiendo que hacer con las tortitas (3) sobre su vestido, el vaso vacio de Nestea en una mano y el cucurucho vacio del helado en la otra; yo chillando y dando gracias al mismo tiempo por no haberme quemado.......los clientes del local gritando y preguntando si estábamos bien, el otro camarero subiendo y ayudándonos a ponernos en pie y tratando de limpiarnos en lo posible, con lo que el que se ponía perdido era el........


Todo quedo en un susto y en ropa para lavar. Mara sigue adorando las tortitas con nata y, de vez en cuando, sigo llevándola a merendar ............al Vips.

Wednesday, March 27, 2013

Cuando la oportunidad llama a la puerta, tienes los auriculares puestos.


Cuando la oportunidad llama a la puerta, tienes los auriculares puestos.

Así se pierden oportunidades a lo largo del día, de la semana, del mes, de los años, de la vida. Absortos en inutilidades y vaguedades pasamos sin enterarnos de las cosas importantes que transcurren y que podrían condicionar nuestro futuro en otro más halagüeño para nosotros y la gente que nos rodea.

Nos encerramos en nosotros y nuestros egoísmos (auriculares) como el avestruz ante el peligro mete la cabeza en el primer hoyo que encuentra. Esa oportunidad la perdemos cuando no la vemos pasar a nuestro lado, o la llamada de ese amigo con su buena proposición de trabajo, o el timbre de la puerta con el vecino pidiendo ayuda o ofreciéndola o el aviso de fuego en al casa y nos quedaremos encerrados entre humo y llamas, o el claxon del vehículo (ha pasada tantas veces) al cruzar nosotros por el paso no habilitado.

Cuando la oportunidad llama, tienes los auriculares puestos.

Y te quedas con la mujer/hombre desabrido y áspero al gusto porque no supiste oír la llamada del hombre/mujer que estaba destinado a ser tu media naranja. Y te quedas con el empleo rutinario, con el jefe déspota y titano que descarga en ti todas sus frustraciones (el también, en su momento tenia puestos los auriculares) porque no oíste ese teléfono sonando para la entrevista de trabajo adecuada. Y te quedas con la pierna escayolada en casa, bien encerrado, sin poder salir con los amigos en ese verano mágico, porque no oíste el aviso de la zanja traidora en la calle. Y te quedas volada y avergonzada, cuando llegas a casa y te das cuenta que los gestos de la chica del metro intentaban avisarte de que te había bajado la regla y….

Cuando la oportunidad llama, tienes los auriculares puestos.

Y vamos perdiendo posibilidades y, más que eso en sí mismo, perdemos un abanico de posibilidades, nos auto restringimos nuestras capacidades de elección y optamos por lo que nos queda, ya sin auriculares, desesperados porque nadie llama, porque nadie nos hace caso, porque nadie nos avisa, porque…..hay mucho porqués en nuestra vida y pocas respuestas que buscamos.

Y con esa perdida, se restringe el mundo, se hace más pequeño. Nos ahogamos en él y nos escondemos cada vez más dentro de unos putos auriculares, escuchando tambores de selva o simplemente el ritmo sonoro que nos lleva al útero de nuestra madre, en ese en el que estuvimos muy bien durante nueve meses…pero sin auriculares.

O en la velocidad de nuestro coche, encerrados, protegidos por una armadura del resto del ambiente que vemos como agresivo y enemigo; es otra forma de auriculares, la velocidad extrema, el recinto cerrado, solos contra todos, aislados y protegidos. Es otra forma del útero materno, fijación freudiana o sola, al fin y al cabo, cobardía.

Cuando la oportunidad llama, tienes los auriculares puestos.

Llora el recién nacido y no lo oímos…

Monday, March 25, 2013

¡Si!, confieso que he vivido...


¡Si!, confieso que he vivido,

Vivido  y amado y sufrido.

Lo sé, también me han amado,

Tengo amigos  a los que amo;

También, ellos, me quieren.

Tengo amigos a los que odio;

También, ellos, me quieren.

 

De niño, plante  un castaño,

Festivo en el “Día del árbol”.

No sé si seguirá vivo,

Muchas tormentas y  agostos.

 

De joven, catorce años,

Amé a la niña adorada,

Dulce, de cabellos rubios.

Carretera de por medio.

No sé qué será de ella

¿Será otro juguete roto?

Hay muchos por  las esquinas

De la calle, en los bares

Del barrio, en camas rotas

Y en discotecas inmundas.

 

Ame y me amaron, eso creo.

Tuve dos hijos del amor.

Uno ya vive su vida

 y su trabajo

Otro asienta su futuro

Construyendo su mundo

 

También tuve una hija, mi locura,

Nacida de una amor loco

De esos cuarenta años más locos.

 

Viví aventuras, sufrí dolores,

Viaje por países lejanos.

También trabaje por dos perras.

 Construí mi casa, la que puedo llamar así,

También escribí, no un libro,

Tres están en el universo de internet,

Otros bajo el cajón de mi despacho,

Otros como hojas regaladas a amigos,

Familiares, conocidos, enemigos.

Hay que dejar puertas abiertas siempre.

 

No sé si seré un hombre bueno,

Medio Ángel,  Medio Demonio,

Nadie discute mí buena intención.

Me dicen, a la cara, sonriendo

 Que soy una persona buena.

Quieren decir que soy tonto.

Eso pondrá la lapida, espero,

Que guarde mis cenizas.

Saturday, March 23, 2013

Grandes mujeres: Beatriz Galindo:


Beatriz Galindo:

Escritora y erudita española (Salamanca, 1475-Madrid, 1535).

Conocida por el sobrenombre de "La Latina" debido a su erudición y su afición a los estudios latinos, sobre todo su admiración por Aristoteles. Una de las mujeres mas cultas de todos los tiempos.

Fue camarera y consejera de Isabel la Católica y durante mucho tiempo su profesora particular de latín.

Se le atribuyen unos Comentarios a Aristóteles y Poesías Latinas, además de su faceta erudita.

Poco después de enviudar se recluyo en Madrid, a cuya oligarquía pertenecía su marido, donde ejerció una importante influencia.

Fundó el hospital de la Santa Cruz de Madrid y dos conventos femeninos, el de la Concepción Jerónima y el de la Concepción Francisca, próximo al hospital.

Paso los últimos años de su vida en sus fundaciones y su nombre se ha perpetuado en el barrio donde estaban, que a partir de entonces se conoce como La Latina.

Su fama fue muy grande entre sus contemporáneos, y ha llegado a nosotros como ejemplo de mujer del Renacimiento y de la capacidad de la mujer en los estudios frente a una sociedad machista.

Thursday, March 21, 2013

Mara y los escritores franceses.


Mara y los escritores franceses.

 

Mara llego a casa con una nota de la dirección de la escuela. Por la expresión de la cara algo malo había hecho en clase o algo no había hecho. Por aquella época estaba entusiasmada con el baloncesto, el Estudiantes era su equipo favorito, iba cada fin de semana a verlos en el Ramiro de Maeztu con sus amigos e incluso se había apuntado a jugar a baloncesto en el equipo del colegio. Su 1,65 cm. no le daba para mucho pero entrenaba con ganas, que era lo importante. Yo, aprovechaba esta incipiente afición para, real chantaje, obligarla a estudiar un poco mas con la amenaza de no dejarla ir a los entrenamientos o a ver a su equipo.

 

Bueno, pues llego, ese día, con la notita para los padres de la directora del centro. Entre nosotros, el que escribió la nota, pienso que el mismo profe de literatura, debía de ser un poco "gili" pues en la nota hablaba de desconsideración con los compañeros, falta de respeto al profesor, mal comportamiento, desorden mental y, remarcándolo con letras mayúsculas, un atisbo de incultura y de barbarie con los clásicos franceses.

"Mara, ¿Qué es esto, que significa?"- le pregunté mirándola a los ojos.

"Bueno..... estooo, un error, nada importante, se me escapo en clase...sin querer...."- respondió eludiendo el meollo de la cuestión y poniendo, como es habitual en ella, su atención en las maderas del suelo.

"Quiero la verdad, así que comienza por el principio, paso a paso de lo que pasó o el castigo va a ser severo. Empieza"

"¡Veras!. El profe estaba dando clase de literatura francesa y citando a los escritores con su exagerada pronunciación y claro.... pues.... se me escapó"

"¿Que se te escapó esta vez?"- le dije bajando ya la guardia.

"Pues veras, el empezó a citar los nombres de sus escritores favoritos, los franceses, alargando los nombres, pronunciando profunda y fuertemente sus nombres, como en la presentación de los jugadores en un partido de baloncesto y claro....¡Ya sabes!"

"¿qué es lo que supone que debo saber sin que me lo digas?"-dije yo, un poco alterado, ya temiendo lo peor.

"Bueno imagina que el profe dice: RIIIIMBAAAAAUUUUUD....y desde el fondo de la clase alguien grita: !BIEN!......

El profe dice: VEERLAAAIIIIN......y desde el fondo de la clase: ¡BIEN!......

El profe dice: ROOOUUUSSEEEAAAUUUU......fondo de clase: ¡BIEN!..........

El profe dice: BAAAAUUUUDEEEELAAAAIIIIIRE....y toda la clase de pie y a pleno pulmón: ....... ¡BIEN, COÑO BIEN!.....y el profe me miró con los ojos muy abiertos, sorprendido, muy cabreado y................ me echo de clase".

 

Tuesday, March 19, 2013

En el cruce de caminos hay un peto de ánima.


En el cruce de caminos hay un peto de ánima, un “cruceiro” de granito realizado de una sola pieza y una gran higuera, amarillenta y ya medio mustia.

Cuando sale el sol ilumina el cruceiro con una luz rojiza, casi de sangre. La sombra se alarga de forma inconmensurable hasta la entrada en una gruta media perdida en la ladera verde de la loma. Cruz de sombras sobre una sima siniestra.

Conforme el sol va navegando por el cielo la sombra se acorta como dejando un rastro extraño sobre la hierba. Si uno se fija bien parecen millones de pequeñas cruces pintadas en la hierba quemada.

Prácticamente no pasa nadie.

Hay un silencio ominoso, una ausencia de ruidos como si la vida evitase el lugar.

La higuera, al caer la noche, como árbol maldito, sin frutos, tiene sombras que se mueven aleteando entre las ramas. A menudo brillan ojos luminosos, violetas, en esos vuelos. Son extraños seres volando sin atreverse a  salir de la protección del árbol, con el temor de la cruz cercana.

Ya en la noche, bajo las luces violáceas, las ánimas lloran por su alma, sus crímenes, su olvido y su tormento cuando fueron colgados de las ramas altas del olivo centenario.

Nadie pasa por allí, es un camino olvidado de las afueras de Vigo, cerca del Galiñeiro. No lo encontrareis en el mapa; nadie os contara nada. Es una vieja venganza o justicia donde los protagonistas están ya muertos y los vivos no quieren recordar el luctuoso hecho.

Fueron colgados diez hombres bajo la sombra mala de la higuera. Lo mando  el alcalde del lugar, que, luego, se apropio de las tierras de los condenados.

Dentro de la cueva, dicen, encontraron cinco cuerpos de niños despellejados, al lado de calderos llenos de grasa, cuentan que humana, cuernos de machos cabrios y extraños signos extranjeros. No pudieron llevárselos a las madres pues la infección de ratas y murciélagos lo impidieron. Ni las oraciones del sacerdote posibilito el sacarlos, entonces hicieron el cruceiro….Un alma caritativa levanto el peto con limosnas de aldeanos anónimos que no se atrevieron a protestar, allí quedó. Dicen que es mejor olvidar.

El alcalde quedo marcado por el crimen y por las posesiones arrebatadas a las familias de los reos. Dicen que le vino la lepra como un castigo; otras comadres dijeron que fueron los mordiscos de rata y murciélagos, sino de cosas peores.

Los hijos le salieron tontos y deformes y fueron pastos de lejanos acantilados. El rumor era que eran jorobados, de pequeñas patas y boca alargada con triple hilera de dientes, ojos acuosos que no veían y, alguno, con escamas en la espalda.

Vino el fuego y se llevo los montes. Después el granizo las cosechas. Mas tarde las langostas lo poco que quedaba.

Su mujer huyo de el. Se volvió taciturno y solitario hasta que, en un amanecer sanguíneo se tiro por los acantilados de Valdoviño.

Nos aconsejan que olvidemos, que no preguntemos, que no busquemos.

Y, siempre, una oración por el alma de los difuntos.

 

Sunday, March 17, 2013

Se rompió el amor...


Se rompió el amor

No el respeto

Que nunca existió.

 

Palabras no dichas;

Caricia que quedo

Como en suspenso,

En el aire, entre los dos.

 

Se rompió el amor

No el respeto

Que nunca existió.

 

Se nos rompió el amor

Como una cuerda

De guitarra, agotada ya,

Fatigada de sonidos.

 

Se rompió el amor

No el respeto

Que nunca existió.

 

Las mentiras empezaron,

Siguieron los insultos,

Las horas terribles de soledad

En la casa vacía.

 

Se rompió el amor

No el respeto

Que nunca existió.

 

Los olores extraños

Acompañando la ducha

O esa sonrisa a deshora

Perdida en tu mundo

Del que me echaste.

 

Se rompió el amor

No el respeto

Que nunca existió.

 

Me queda la puerta abierta,

Las calles despejadas,

Los bares de a cinco,

Los vómitos en la chaqueta,

El banco de la acera

Y el amor de veinte euros.

Friday, March 15, 2013

Grandes mujeres: Marie Curie.


Marie Curie.

Química y física francesa de origen polaco - y esposa y madre-(Varsovia, 1867- Sancellemoz, 1934).Su verdadero nombre era Marya Slodowska.

En 1891 ingreso en la Sorbona, Paris, y en 1895 se doctoro de Ciencias y se caso con el físico Pierre Curie. Fundó y dirigió el Instituto del Radium en Paris, y en 1903 consiguió el premio Nobel de Física, compartido con su marido y con el francés H. Becquerel, por el descubrimiento y el trabajo pionero en el campo de la radioactividad espontánea y los fenómenos de radiación, siendo la primera mujer en recibir ese premio.

En 1906, tras la muerte de su marido, ocupo su cátedra de Física, convirtiéndose en la primera mujer en ser admitida como profesora en la Sorbona.

Al concedérsele, en 1911, el premio Nóbel de Química por el descubrimiento de los elementos Radio y Polonio y por sus investigaciones sobre la naturaleza y enlaces químicos de estos elementos, se convirtió en la primera persona a la que se le otorgaba esa distinción por segunda vez.

Murió a los 67 años de leucemia, posiblemente provocada por sus exposiciones a la radiactividad de sus experimentos.

En 1995 sus restos mortales fueron trasladados al Panteón de Paris.

Wednesday, March 13, 2013

Mara y la manzana de la discordia.


Mara y la manzana de la discordia.

Mara en clase.

Son casi las once de la mañana, es día de clase en un martes cualquiera del mes de marzo, "conocimiento del medio", y Mara está cansada, aburrida, acalorada (no han puesto en marcha  el aire acondicionado del aula) y hambrienta. El profe habla que te habla, habla monótonamente, sin parar, con su voz cansina y triste, lleva hablando sin parar más de media hora. Mara lo mira sin verlo, lo escucha sin oírlo. Le importa un pito todo esa monotonía de congreso, autonomías, cámaras, elecciones, independencia, capitalidad, monarquía, etc.... ¡Qué aburrimiento! A Mara le gustaría estar en la piscina: nadar, tirarse de cabeza al agua, bucear, hacer una bomba, una carrera con su padre que siempre le gana. Sobre todo nadar, nadar y nadar; por ella estaría todo el día en el agua, no le importa la temperatura del agua, solo dejarse abrazar por el liquido y deslizarse por él, entre el.

Y el profe, al fondo, no deja de hablar y hablar, no nota como ha adormecido a toda la clase. El parloteo va metiendo a Mara en un sopor que la hace bostezar primero y lagrimear después; los ojos se le quieren cerrar a su pesar.

Y el profe, en su mesa sobre la tarima, como un búho en la rama de un árbol, habla de sindicatos, derechos humanos, presidente, ministros, presidente autonómico, constitución del 78.... es en ese momento que, en una ráfaga de luz, MARA recuerda que tiene una jugosa manzana en la mochila envuelta en papel de aluminio.

Mira al profe que habla y habla y mira al suelo y mira al techo desconchado y pasa los ojos por unos alumnos dormidos.....con discreción alcanza la mochila, tiene la suerte que la cremallera está abierta, coge la manzana y quita el papel de plástico que, extrañamente, casi no hace ruido. ¿Cómo morderla sin que el profe se dé cuenta? Mara duda, piensa. En un primer momento tira el lápiz al suelo y, con gesto de resignación, se agacha a recogerlo al tiempo que le mete dos buenos bocados a la manzana. Mientras mastica se pone a mirar, cabeza baja, muy baja, el libro que tiene delante.

El profe en su mundo de palabras, casi ausente de la clase, se aturulla en la enumeración de todas las autonomías españolas pero, rápidamente, con un cierto gesto de orgullo, retoma el tema y se lanza a la separación de los tres poderes.......... ¿o eran cuatro?

Mara disimuladamente empieza a toser quedamente, casi silenciosa. Con cada ataque de tos se aprieta el estomago, baja la cabeza y le mete un mordisco a la manzana.
Coge de la mochila los libros de mate, lengua, música, diccionario y plumier y los apila encima de la mesa, delante de ella, ocultándola parcialmente de la vista del profe, al tiempo que ataca la manzana cuyo jugo le chorrea un poco por la comisura de los labios.

"¡Mara trae aquí lo que tienes en la mano!"- le dice el profe, de pronto.

Mara, sorprendida, se levanta medio avergonzada, va hasta la tarima y le entrega lo que queda de la manzana: rabo y cañoto. El profe levanta el trofeo con la mano y, sorprendido al ver los restos, intenta enfadarse.

"Está prohibido comer en clase. ¿Es que no lo sabes?"- brama el profe tratando inútilmente de contener la primera risa.

Mara no contesta. Esta avergonzada, tiene miedo al posible castigo y a la bronca del profe que, sin darse cuenta, aun enarbola los restos de manzana cogidos por el rabo con los dos dedos de la mano izquierda.

"Es culpa de usted, cuando hablo de la constitución me recordó la manzana"-se atreve a decir, en un hilo de voz Mara.

Los chicos de la clase oyendo la respuesta y viendo la ridícula situación rompen a carcajadas. Toda la clase a carcajada limpia, el profe con los restos del crimen en alto, aguantando la risa, y Mara mirando al suelo, negra y temiendo lo peor.

Suena el timbre del recreo, toda la clase se levanta corriendo y sale de la clase. Mara, en una rara inspiración, se camufla con todos ellos en un segundo y sale también.

Una clase vacía, un profesor de pie en la tarima, en su mano izquierda levantando el carozo de una manzana y.....muerto de risa.

Monday, March 11, 2013

Cuidado con los deseos…pueden cumplirse.


Cuidado con los deseos…pueden cumplirse.

Se enamoro del coche del escaparate, era el de sus sueños. Se paró a mirarlo, tenía algo de tiempo antes de entrar a trabajar aun sabiendo que la reunión con los nipones era muy importante para la empresa y para el. Un descapotable deportivo de la marca Ferrari sobre una tarima redonda dando vueltas inútilmente como la tierra sobre su eje. Rojo  como la sangre recién derramada. Se ponía a 140 kilómetros por hora en cuatro segundos. Con una belleza de líneas medio salvaje, inhóspita, peligrosa,  atrayente. Con el precio de un apartamento de un tamaño mediano era eso un sueño, imposible de poseer algo así y lo sabía. Su sueldo escaso, la familia amplia, el colegio de los niños, la hipoteca mensual. Valía mucho más que su propia casa. Esa era la típica idea de un idealista, un iluso, algo deseable pero inalcanzable. Su mano abierta sobre el cristal del escaparate era todo un símbolo, un gesto casi infantil…en la fuente de la plaza le dio la espalda al agua y, con una mueca que pretendía ser una sonrisa y los ojos cerrados,  arrojo con desespero un euro, el del café que no podría tomar en ese día.

Todo empezó a ir mal a partir de ese momento ¡y de qué forma!

Eran las ocho de la mañana cuando piso la mierda de un perro en la acera, resbalo y se cayó cuando largo era sobre la espalda que crujió como un viga de madera al romperse, de rebote la nuca impacto contra las losas de la calle por dos veces. Vio estrellas volando alrededor de su cabeza y a la gente solicita que le ayudaba. En realidad solo era un joven melenudo y lleno de piercings pero en su mareo lo veía por quintuplicado; curioso, pensó, como en los documentos mensuales para la dirección, por quintuplicado. El buen samaritano lo sentó en un banco de madera donde en una astilla le rasgo, pierna derecha, el pantalón; un siete enorme que dejaba entrever el calzoncillo blanco y sus piernas peludas y muy blancas. Medio conmocionado trato de recomponerse pero el dolor no le dejaba concentrarse bien. El joven le decía de ir al hospital, a urgencias pero el le respondía que debía ir al trabajo, que tenía que llegar a su oficina, cosas importantes, negocios, dinero, salario. El borracho que vivía en el banco cabreado con el intruso, pensando en que posiblemente le robase el lugar, su lugar de toda la vida,  le vomito encima como diciendo que no se metiera en su territorio, que se buscase su propio banco.

Llego tarde al trabajo, eran las nueve pasadas,  por primera vez en su vida y, tras la bronca de rigor por la tardanza y el aspecto deplorable, no digamos del olor que desprendía,  lo despidieron a distancia y con gestos.

Llego, en cambio,  temprano a casa, temprano y abatido, queriendo darse una ducha y poder cambiarse de ropa. Eran las diez horas treinta minutos,  y encontró a su mujer con otro; según ella, no era otro, era el de siempre. La escena era absurda, todas esas lo son, ridículas, un mal chiste.  La mujer, ex, más bien a partir de esa entrada, le hizo la maleta ante la sonrisa sardónica del testigo inoportuno que se tapaba sus cosas con una toalla blanca, la suya de siempre, y salió de la casa con el alma en los suelos. Menos mal que le dejaron  el tiempo justo de limpiarse y cambiar de ropa. “La casa me la quedo yo y los niños, por supuesto, gilipollas” le espeto la ya su ex en la puerta que se cerró como una condenación a los calabozos de la soledad.

No podía pensar que más le podría salir mal. Andado como un autómata se fue al café de la plaza, viejo y de grandes cristaleras. Era absurdo, pensó el, que a las once y media de la mañana, con su pequeña maleta, estuviera en aquel café en el que no entraba desde sus tiempos de la universidad. Era absurdo también que después de años de trabajo toda su vida se resumiera en aquella maleta mínima, se sentía casi desnudo como los hijos de la mar aunque el era más bien de aviones y aires. Su reflejo en el gran espejo mostraba ya los estragos de la situación y de la vida.

El café le quemo la garganta, en la impresión le vivieron ganas de llorar, y una furia consigo mismo inexplicable.  Se sentía airado, violento sin dejar de sentir la inutilidad de todo. Años de trabajo y familia tirados por la borda en unos minutos, un pequeño accidente, una broma cómica de algún Dios juguetón.

Los minutos pasaban sin darse cuenta, en un vacio de mente y alma mientras se abrían dudas y verdades. Vio el ticket de la consumición en un pequeño platillo de metal reluciente, un euro con cuarenta céntimos. Pago con desgana, casi llorando. Se pregunto qué podría hacer. ¿Una pensión? ¿La casa de un amigo por unos días? ¿Un abogado?....llamo al camarero y le entregó el dinero. Eran las once y cincuenta y siete. El garÇón comprobó el dinero, se dio la vuelta y avanzo con paso tambaleante hacia la caja central. Por el camino atendió la llamada de una joven guitarrera, tomando nota de  su pedido.

Entrego todo al viejo arrugado y de grandes mostachos de la caja, el de siempre, el eterno, eternamente empotrado en un sitio minúsculo. Pulsó el precio y, al coger las monedillas de la vuelta,  sonaron campanas como cristales rotos. Un grueso y orondo camarero de chaleco reluciente, frac  y un puro en la boca, bajó por las escaleras de las oficinas con una bandeja enorme, con un chasquido seco de los dedos de la mano derecha se  rodeo de todos los camareros con bengalas encendidas y se acercaron a la mesa de aquel  hombre, nuestro mísero y desgraciado protagonista, y haciéndole entrega, eran las doce en punto de la mañana,  lo sé por las campanadas del reloj de la sucursal bancaria de enfrente que se puso a dar esas doce campanadas, de las llaves del coche que le había tocado en ese mismo momento, un coche rojo como la sangre recién derramada, le iba describiendo el grueso camarero, descapotable, un  deportivo para conquistar y poder vivir en la absoluta velocidad,  en cuatro segundo se ponía a ciento cuarenta kilómetros a la hora, con un precio equivalente al de un apartamento mediano, una joya de la mecánica Ferrari de la que podía elegir el color, con unas curvas sinuosas y aerodinámicas….nadie entendió la blancura que se extendió por  su rostro, nadie entendió el porque el dolor del corazón, nadie entendió el miedo que se instauro en su cara y como gritó como un poseso, un loco, un orate mientras se mesaba los cabellos…