Mara, se acabaron los exámenes.
Ayer Mara, hizo ya los dos últimos exámenes, ¡Aleluya!
Música, chupado, en expresión clara y franca de ella.
Después, la bronca por haber estudiado tanto pues el examen lo habría sacado
aun
sin estudiar. (No discutí, la dejé
hablar y desahogarse y punto).
Sociales, fue otra cosa, no está segura. Me contó vaguedades
sin cuento pero sin concretar nada. Es decir creo que la va a suspender. ¡Si
solo es esa!
Así que nos fuimos al cine por la tarde pero, antes,
mientras preparaba la comida me encuentro con que se queda frita en el sofá,
como muerta, tan así derrengada que tuve que ir para ver si respiraba.
Respiraba muerta de cansancio, agotada como pocas veces la he visto. La deje
tranquila con esa cara dulce que tiene cuando duerme. El rostro de Dios en una
niña de ya trece años. Casi lloro de amor al verla así
Se despertó a las cinco de la tarde, tras sus buenas tres
horas de sueño, a tiempo de comer y, después, por petición de ella, ir al cine.
Fuimos y, por horario, escogimos, bueno, escogió, “Frozen. El reino del hielo”.
¡Qué buen film, que divertido, que rompedor!. lástima que a mi edad ya solo se
pueda ir al cine con niños de la mano y no al aire de cada uno.
Y a comprar la cena y algunas cosas para el nuevo curso:
bolígrafos, correctores, gomas de borrar, etc.…cosas que siempre hacen falta.
Por el camino de vuelta me expresó sus miedos a que la
suspendan y repita curso, a pesar, siempre según ella, del esfuerzo que ha
hecho.
Pero, como le dije, si has hecho un esfuerzo y fallas no hay
por qué preocuparse; el problema es haber dejado las seis en el curso, son
muchas y es complicado ponerse al día en mes y medio de seis asignaturas de
todo un curso, un mundo; son demasiadas y, encima,
las fuertes, el grueso del curso, las de
chapar.
Pero siguió con sus miedos. Así que ya un poco dura le dije
que se olvidara, estaba en manos de sus profesoras, que, ella, ya no podía
hacer nada; que se preocupase o no, no valía para nada, los exámenes ya estaban
hechos, no podía cambiarlos. A esperar y punto. Y esperaba que hubiese
aprendido la lección, eso era lo más importante para mí, por encima de repetir
o no.
Como siempre, me dijo que sí, que había aprendido la
lección, que el próximo curso seria todo distinto. Una nueva Mara, más adulta,
más seria, más estudiosa.
La abrace muy fuerte y le di dos grandes besos.
¡Dios dirá!
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