Mara en su último día de exámenes.
Se acaba de marchar toda ufana, satisfecha y orgullosa y eso
que aun no ha acabado. Ha respondido bien a la presión en estos dos días y le
queda solo la tercera, hoy: la Música que detesta un poco (mira que es fácil y
sencilla, solo dan dos cosas y sencillas) y Sociales con los mapas del mundo y
la historia de unos antiguos que ya han desaparecido.
Ayer me contó que al empezar el examen
de Lengua se puso a reír de lo fácil que era
el examen, era faciliiisisiiiiiimooo. Después, al final, entregó el libro de
trabajo de verano y los resúmenes de los dos libros de lectura que le habían
mandado. Los resúmenes solo los entregaron tres alumnos, uno de las cuales, su
intima amiga Carol, de la cual sabemos que dichos trabajos se los hizo la madre
que tuvo la santa paciencia de leerse los libros en este verano. La profesora
se enfado un poco con el resto de la clase y les dijo que esos trabajos los iba
a valorar con un punto adicional. (Entre nosotras y que no se entere nadie: yo le
hice los resúmenes de los libros y eso que, últimamente, la Allende no me gusta
nada). De Ingles más de lo mismo, examen fácil y entrega del libro de trabajo.
Del librito de lectura no pidieron nada por lo que se enfado un poco pues yo si
la obligue a llevarlo terminado.
Después, en el postre de la comida, y con su padre le
entregamos sus regalos de cumpleaños. Cumplió trece años pero decidimos no
hacer nada especial por los exámenes, ya tendremos tiempo para celebrarlo como
se merece una ocasión como esta. Yo le entregue el primero, paquete de
golosinas, medio kilo. Sonrió al abrirlo, pero se noto como se mosqueaba
quedando un tanto sorprendida y desilusionada.
Después, ante el gesto de la niña, el padre le dio el
segundo paquete: un conjunto de bolígrafos de gel de mil colores. Le gusto pero
siguió con el ceño fruncido y la boca se le puso muy pequeña. Las cosas del
colegio no valían como regalo, nos dijo, eso era hacer trampas. Nos dijo que
esos regalos no podían ser todo, que era un trece cumpleaños, un muy importante
cumpleaños, que estaba segura que había algo más, que tenia que haber algo más.
A regañadientes saque el tercer paquete: Una
cartera-monedero de la que estaba enamorada.
Eso ya le gustó. Ya le cambio la cara, se permitió una
pequeña sonrisa, y un beso para nosotros.
Y siguió inquiriendo porque ella merecía algo más, que era
poco, que tendría que haber alguna más sorpresa, que todo el conjunto era algo
así… como… ¿barato?
Y sacamos la cuarta y última sorpresa, el verdadero regalo,
se lo entregó su padre: unos pendientes de aro de oro con filigranas y brillos.
Aquí ya cambio todo, besos, abrazos, cariños, y hasta se
permitió el llorar un poco de emoción. Empezaron las visitas al espejo para
contemplarse con los pendientes, el peinarse diferente para resaltarlos, el
preguntarnos cada cinco minutos si estaba guapa con ellos, que si la hacían un
poco mayor….Al final, como siempre en estos casos, hubo que poner un poco de orden
en la situación y hacer que se pusiera a repasar Música que queda como la
importante mañana para aprobar. Después de la cena repaso a los esquemas de
Sociales, a la cama y, ahora, allá va, camino de la gloria. Esperemos.
¡Lo necesito ya más que ella!
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