Sunday, March 11, 2018

Un café con leche (III).


Un café con leche (III).



Allí sentado, absorto, auto compadeciéndose, estaba bien y tranquilo, hasta se diría que feliz. Un rictus de media sonrisa se había quedado en sus labios.



El local era amplio, de tonos rojos y mesas desperdigadas. Una barra de madera barnizada se estiraba por el fondo y, detrás de ella, un hombretón de brazos tatuados atendía con cierta indolencia a la clientela. Dos jóvenes camareras se movían entres las mesas atendiendo peticiones y guiños y esquivando pellizcos.



No recordaba si había pedido algo y, si lo había hecho, que podía haber comandado.



Se sentía confuso, perdido. Felizmente confuso, felizmente perdido.



Su reloj de pulsera estaba parado como el del bar en la pared, como su conciencia.



No sabia como pasaba el tiempo, no entendía como estaba allí y que hacia allí.

Del mediodía a la tarde y, de esta, a  la noche. Oscurecía. No le traían nada.



Levanto el brazo tratando de hacerse notar a la chica pelirroja, la que le caía mejor, pero, esta, paso a su lado como si tal cosa, ignorándolo totalmente.



La tenue luz de la bombillas hacia huir a las sombras hacia las esquinas.



En la esquina de la ventana una afanosa araña construía su tela en un prodigio de matemáticas y orden cósmico.



Y él estaba allí, pegado a la tela de araña, con el cuerpo de mosca y veía como la negra se acerca babeando y los aguijones de la boca se abrían y se cerraba… ¿Cuándo vendrá mi café con leche? Pensaba.


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