Wednesday, March 07, 2018

Un café con leche (II).


Un café con leche (II).



Pidió, con la boca pequeña, un café con leche, corto de café y la leche templada. Estaba sentado de espaldas a la barra mirando el aparcamiento vacío y una arboleda al fondo. Un pequeño lagarto tomaba el sol en el alfeizar de la ventana.



El cielo era un esplendoroso azul intenso, totalmente despejado. El contraste era más acusado ante la tenue luz interna del café. Unas bombillas sucias y de poca potencia disimulaban las sombras pero acentuaban la vejez y suciedad de la cafetería. De la maquina de música sonaba continuamente “Sacrifice”, una y otra vez.



No supo bien cuando le pusieron el café. De pronto lo tenía delante, humeando levemente como bailando al compás de la canción. Se le quitaron las ganas de tomarlo. Abrió el sobre del azúcar y lo vertió sobre el café. Revolvió con la cucharilla después de limpiar esta con la servilleta de papel.



“Sacrifice” sonaba como en un ritual de sangre roja, la del ocaso del sol ocultándose detrás de los árboles.



Bebió a sorbos el café, poco a poco, degustando la cafeína por la garganta y ese sabor dulce y amargo en el paladar.



Las sombras lanzaban dedos alargados en su búsqueda, reptando por el asfalto del parking, arañando las piedras y alcanzando la ventana.



Pensó en pedir otro café. Miro la mesa y la vio con la taza llena de nuevo,  y humeando como danzarinas orientales en la danza del vientre. Adoraba la danza aunque el no supiera bailar, nunca lo había intentado, para maricas de colegio.



Rehízo el rito del café, el azúcar, el revólver…lo saco de la parte trasera del pantalón, se lo metió en la boca y apretó el gatillo.



La detonación sonó como el final de la canción, todo se hizo más oscuro. Rosas de sangre florecían por los espejos…




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