Un encuentro
fallido.
Más de dos
años que no nos encontrábamos. Un dulce y feliz encuentro. Dos beso de rigor,
las preguntas por la familia, el añorar viejos tiempos.
Venia, yo,
de comprar, cebolla, tomates, guisantes y helados. Dos grandes cajas de helados,
de lo que gustan en casa. Tanto en invierno como en verano, no faltan en el
frigo. Los mejores son los clásicos de bombón, 16 piezas por 0,99 euros, para
un par de semanas. Mara los adora y raro es el día que, después de la cena, no
se toma uno.
Nos encontramos
dos besos y un fuerte abrazo. Querías hablar largo y tendido. Te corté, quizás
un poco presurosa, y te enseñe los
helados. Un encuentro, dos palabras, y
una despedida. Algo rápido y fraudulento. Un robo al destino que nos hizo
encontrarnos en medio de la calle. El
semáforo se puso verde para los peatones. Llevaba dos cajas de helados que se
iban derritiendo. Te prometí llamar, te
llame apenas hace unos minutos. Estabas enfadada, muy enfadada. Lógico, eran dos años sin vernos, sin
coincidir y justo en la calle con unos
helados. Quise quedar contigo a tomar un café. No pudo ser, estabas ocupada,
tenías cosas que hacer, comprar helados, por ejemplo. El teléfono se volvió como
una barrera tipo atolón en vez de ser un nexo de unión. No lo entendías, yo,
tampoco, lo entendí. Tu reacción. Mis helados. Mi reacción. ¿Tan mal lo hice?
Pero es que el semáforo se abrió y quise pasar rápido, llegar rápido a casa y
al frigo y meter los helados en el congelador ¿no se entiende? ¿No lo
entiendes? Está visto que no.
Ni un café,
ni una cerveza, ni un venir a comer a casa. Dijo que no podía, lo entiendo.
Barreras cruzadas en el medio del desierto. Incomunicación y frio. El frio
congela hasta las ideas, debe de congelar hasta la amistad. Las manos muy frías
no valen para acariciar pero una palabra fría es peor, se clava en el corazón y
lo congela.
Al final, la
invite a venir a tomar un helado y ella me mando a tomar los helados donde
quisiera. Yo, en mi casa, por la noche, después de cenar, viendo una peli o un
partido de baloncesto ahora que los vuelven a poner. Sigo al Madrid, mi equipo
de siempre, el de Emiliano, Sevillano, Luik, Brabender, Sainz, Cristóbal, Paniagua, los hermanos Ramos,
Fernando Martin, Romay, Corbalán, Llorente, Biriukov, Beiran, Del Corral, …y,
con el Estudiantes, que bien me lo pasaba con la demencia, roncos hasta la extenuación y siempre, siempre,
respetando a los contrarios. O, como ayer, viendo la serie de Perdidos, la
única que sigo.
Nos
encontramos en la calle después de dos años sin vernos. Me lleve una gran
alegría, hasta me emocione un poco. Yo llevaba helados. No pudo ser más. Mejor
que no nos hubiésemos topado. Me quedaría algo de buen recuerdo y el no-cambio
de la gente que quiero. El teléfono a la basura. Los helados ya los comerá
alguien de la casa, yo creo que por una vez pasare de ellos.
No comments:
Post a Comment