¿Dónde
los robles abatidos
Por
las hachas asesinas?
¿Por
qué no cantan a sus sombras
Los
guerreros celtas y beben
El
brebaje inmortal?
¿Porque
las laderas del monte
Siguen
peladas y desnudas
Mientras,
en el pueblo,
Al
amor de la lumbre,
Juegan
al mus mustios ancianos
Y
duermen imberbes chiquillos?
¿Dónde
los druidas con su hoz de oro
Que,
refulgiendo bajo la luna llena,
Llenaba
sacos de las hierbas prodigiosas?
¿Por
qué siguen de negro
Los
montes de la aldea
Mientras
las mujeres del pueblo
Devanan
la lana de las ovejas
O
desgranan del maíz las mazorcas
Separando
las barbas rubias
Para
la medicina prodigiosa
De la
natalidad y el vigor?
¿Por
qué dejan quemar los bosques?
Las
hadas están huidas a lo lejos,
Preguntándose
que locura.
Los
lobos, fieros y fieles, aúllan
En la
lejanía. Los búhos misteriosos
Viajan
a lejanos países
De
grandes y profundas selvas.
Los
trasgos místicos se envuelven
En sus
capas y desaparecen.
No hay
selvas en Galicia,
Ni
hadas, ni trasgos, ni guerreros,
Solo
montes quemados
Por
la cruel desidia.
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