Burocracia, burrocracia, tiene nombre de mujer ¿Por
qué?
Lo cuento porque lo cuento y se acabo. Mara lo
siento pero con o sin permiso lo cuento. Todo fue a raíz de perder el carnet de
transporte. Una vez más, van tantas, perdió el carnet joven y esta vez, por
fortuna, treinta euros, no perdió el ticket mensual con lo que siguió con sus
formas de transporte y sus locuras de quince años esperando, como ya ocurrió
otras veces que nos lo devolvieran por correo, cosa típica y tardía.
Pasaban unos días extraños en las idas y venidas. El
dinero no le llegaba para nada, dando sablazos al padre, a mí, al hermano. Algo
pasaba que no quería decir, algo ocultaba como alma en pena. Y yo que soy
curiosa cuanto menos decidí saber que pasaba porque aquello no era normal (la
verdad empezaba a preocuparme pensando en chantajes de alguno de la escuela,
que estuviese metida en cosas peores, en fin, los malos pensamientos de
cualquier madre de hoy en día).
Y me fui con ella. Se opuso desde el primer minuto.
Se opuso. Se negó, incluso amenazo con no ir al colegio. Yo en mis trece, con
ella en la parada del autobús. Ella que si iba si la seguía. Yo seguí en mi
idea, al autobús con ella. Llego el bus y subimos, ella disimuladamente compro
un billete, un euro.
Nos sentamos atrás, le pregunto por el ticket mensual,
si lo había perdido, que le había pasado y me lo conto, claro, no le quedaba más
remedio. Que no le fue un viernes en una estación y pidió, en la ventanilla que
se lo cambiase, normal, pero al no poder mostrar el carnet, lo perdió, se lo requisaron hasta que demostrase que era suyo. No me lo
quería decir porque sabía que me enfadaría por el dinero y pensaba en decirlo
al padre para que la acompañase a recuperarlo. La verdad es que respire más tranquila
con la historia. Nos bajamos en Antonio Machado y fuimos, teníamos unos minutos,
a la estación del metro a preguntar por el ticket mensual y que había que hacer
para recuperarlo.
Ya no lo tenían. Buscaron, no estaba. Buscaron mas,
no estaba. Me dieron la dirección y el teléfono del Consorcio de transporte a
donde enviaban todos ellos. Otra cosa no podían hacer, órdenes eran ordenes y
nadie con billete y sin carnet, los dos juntos o ninguno.
La deje en la escuela y me fui directamente al Consorcio
que, por fortuna, no está muy lejos de casa. No muy cerca, no muy lejos. Rio
Rosas. Primera planta. Muy amables, con tiempo. Buscaron y no lo tenían metido en
el ordenador, no estaba. Miraron en el correo del día, tampoco. Que llame el
lunes que seguramente ya habría llegado. Cuando llegase con una foto le harían,
además, el carnet nuevo sin ningún problema.
Lunes, como un clavo llame, nada; que llame el martes.
Como supondréis llame el martes y el miércoles y el jueves, nada de nada. El
viernes no que era festivo. Amabilidad toda, soluciones ninguna. Le compre un bono
de diez y que lo vaya gastando, para ir tirando.
Veremos el próximo lunes y el “Llame usted mañana”.
Conclusión: En un sitio ya no nos dicen nada, la
oficina; en el que se lo sacaron no sabe, no recuerdan, no contestan, que
demostremos que le quitaron el ticket pues siempre dan un comprobante. Hemos
pedido uno nuevo por pérdida, más de quince días de entrega y las clases se
retoman el próximo martes, mañana mismo. Veremos si llega tiempo y si no…como
siempre ajo… y agua…para nosotros los paganinis y Mara tan contenta y feliz.
Esperemos que algo haya aprendido.
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