Saturday, July 26, 2014

La deuda.


La deuda.

Tengo que pagar una deuda de hace mas de dos años. Me viene a la cabeza, de vez en cuando, como un mal sentimiento. Fue sin querer el dejar de pagar una consumición y fue el olvido, meses mas tarde, el no haber cumplido la deuda.

Todo empezó con las ansias de Mara por las ostras. ¡Como le gustan! Es uno de sus platos favoritos, junto con los percebes, las patas de las necoras y el pulpo. ¡Y eso que no le gusta el pescado….!

Viajando llegamos a La Piedra, en esa bella atalaya sobre el mar que es Vigo.

Vigo es un balcón al mar, mirador a una hermosa ría con sus islas paradisíacas en la boca de la misma; es un escaparate hacia las aguas de las que vive y en las que muere.

La Piedra esta en el barrio viejo, cerca de la Concatedral, la calle de los Cesteros, el antiguo ayuntamiento. Antes se vendían los productos exóticos de otros países que traían los marineros; sin descartar todo el contrabando de café, tabaco, etc. Hoy en día, tras una fea reforma, es mi opinión, quedan unos comercios vendiendo recuerdos típicos y ropa de marca a buen precio.

Allí, lo típico es pedir a la pescantina, en la calle, una o dos docenas de ostras y ya dentro, en la cafetería, el resto, pan, vino o refresco, etc.…

La pescantina las abre y te las acerca a tu mesa, frescas, casi vivas aun, casi se mueven al contacto con el limón. Solo tienes que cogerlas y aspirando el olor del agua marina, las introduces en tu boca que se llena de mar, de libertad, de piratas, de playas vírgenes.

Así Mara se comió docena y media de ostras, yo, tres escasas, las mismas que Ed.

Una llamada telefónica me hizo dejarlos allí para cumplir con los deberes de una amistad lejana.  Así que me fui.

Mas tarde al regreso, ya en el coche, me dice Ed que si había pagado las ostras, que el se había negado a pagarlas pues pensaba lo había hecho yo; que el solo había pagado lo del bar y una docena adicional que pidió por exigencia de Mara.

Yo no había pagado nada y me quedo un resquemor y un cierto malestar por ello pero, a partir de ahí, aun pensando en que debía pagarla, nunca me acorde la veces que fui  y, de lejos, me siento culpable. Me he dado el plazo de estas navidades para visitar a mis viejos y cumplir con el pago.

Veremos si cumplo y no me olvido una vez mas pues siempre hay algo que me lo impide, hay tantos compromisos, tantas visitas, tantos recuerdos. Pero las deudas hay que saldarlas y las ostras estaban tan buenas…de paso repetiremos, como mandan los cánones.

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