IRENA
SENDLER.
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Fue, en 1943,
detenida por la Gestapo y torturada. (En un colchón de paja encontró una
estampa de Jesús Misericordioso con la leyenda: “Jesús, en ti confío”,
que conservó consigo hasta 1979, en que se la obsequió a Juan Pablo II.)
Era la única
que sabía los nombres y las direcciones de las familias que albergaban a los
niños judíos. Soportó la tortura y se negó a traicionar a sus colaboradores o a
cualquiera de los niños ocultos. Fue sentenciada a muerte. Mientras esperaba la
ejecución, un soldado alemán se la llevó para un "interrogatorio
adicional". Al salir, le gritó en polaco "¡Corra!". Al día
siguiente halló su propio nombre en la lista de los polacos ejecutados. Irena
continuó trabajando con una identidad falsa.
Durante el
Levantamiento de Varsovia, colocó sus listas en dos frascos de vidrio y los
enterró en el jardín de su vecina. Al finalizar la guerra, Irena misma los
desenterró y entregó las notas al doctor
Adolfo Berman, el primer presidente del Comité de salvamento de los judíos
supervivientes. Los chicos que no tenían una familia adoptiva fueron cuidados
en diferentes orfanatos y poco a poco se los envió a Palestina.
Fue
candidata al Premio Nobel de la Paz en 2007, aunque finalmente no resultó
elegida. Sin embargo, fue reconocida como Justa entre las naciones y se le
otorgó la más alta distinción civil de Polonia: la Orden del Águila Blanca (Order
Orła Białego).
«La razón por la cual rescaté a los niños tiene su origen en mi hogar,
en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe
ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad.»[
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