Prometí, un
día, contar la historia mágica de mis abuelos, por parte de madre. Aquí va.
Mi abuelo
se llamaba Federico, estaba emparentado de forma directa con los Marqueses de
XXXXX de XXX de quienes, decía el, era el primogénito y heredero. Si queréis un
semblante de él, el de un típico gentleman ingles, educado, culto, serio con
una pizca de humor. Sabia de todo, un hombre culto, con respuestas para todo y
un ingles perfecto. Mi abuela se llamaba Maruja y era todo lo contrario, una
mujer de pueblo, más bien grandota, basta, un desconocimiento de todo pero una
buena ama de casa, sobresalían unas manazas inmensas con las que amasaba el pan.
Maruja adoraba a su marido, lo llevaba en palmitas, lo atendía con un mimo casi
enfermizo y él se dejaba hacer.
A mi abuelo
Federico lo tengo asociado con su enorme y valiosa biblioteca en su despacho de
mesa de caoba tallada a mano que era su posesión mas preciada, tenia varias
ediciones maravillosas del Quijote, un joya ilustrada de La Divina Comedia,
unos libros bajo llave de los clásicos rusos (picantes)y una colección completa
de Sakhespeare, al que adoraba. Allí empezó mi afición por la lectura.
A mi abuela
en cambio la tengo asociada a las broncas con mi madre por culpa mía cuando
fuchicaba en los libros o me sentaba en la butaca de cuero del abuelo y la
cocina, cocinaba a todas horas, siempre cocinando y, cuando no, limpiando con
el plumero, con la escoba, fregando las escaleras viejas y tenebrosas. De negro
riguroso, sin saber bien porque, y una moral mas dura y recia que el integrista
evangélico mas recalcitrante.
Fue, mucho
mas adelante, pero que mucho después, cuando ya vivía con nosotros que conocí,
sin quererlo, la historia.
Es una
historia de folletín. La buena moza que sirve en casa de los Marqueses, joven,
guapa, robusta, de pueblo pero con un algo especial. El hijo mayor de los
marqueses que se encapricha con ella y la naturaleza hace el resto…queda
embarazada. El escándalo es mayúsculo y se trata de tapar como se puede, que no
era fácil en aquellos tiempos. En esto, Federico, enferma, se pone a morir. Pasan
por su cabecera todos los médicos de la ciudad y lo dan por muerto. Llega, es
la última esperanza, el cura párroco, el que marca el final de todo.
Cuando este
buen hombre llega al palacete, Federico, no hay esperanza de que sobreviva una
noche mas, esta ya a las puertas de la muerte,
ya es solo cosas de horas su defunción. La esperanza en la extremaunción es lo
que queda. El curiña lo confiesa y conoce, entonces, la historia de la criadita
embarazada y pocas historias mas; lo bendice, le da la extremaunción y le pide,
en su ultimo momento, que deje bien colocada a la chica y a su hijo casándose
con ella. El poco puede decir. Al final convencido, es casado en pocos minutos
en su propia cama ante su padre, su madre y sus hermanos, todos llorando. A Maruja,
ya casada, me la imagino feliz, muy feliz y, al tiempo, dolorida por la muerte
de su hombre y, en aquellos momentos, su marido.
Pero feliz
porque su hijo no seria un putativo, uno para la inclusa, y la veo, por otro lado, avergonzada ante la mirada
severa de toda la familia.
Maruja paso
toda la noche con el en la alcoba, velándolo, esperando la muerte de su ya
esposo para convertirse en viuda pero, los designios de Dios son indescifrables
y su bondad infinita, o quizás solo fue una broma cósmica, un chiste; el caso
es que a la mañana siguiente Federico, empieza a recuperarse poco a poco y
termina sanando.
Todos felices,
el curita hablando de milagros. Y Federico sana y se ve sano y casado con la criada
y con un hijo por venir y desheredado por el padre ante la situación. Su
hermano menor será el heredero del Marquesado.
Hermosa historia
Verdad?
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