Desahucio.
No valoramos
las cosas hasta que las perdemos o nos las quitan.
Pasa, en
menor medida, con la electricidad y luz
de la casa. Esta ahí, la usamos, abusamos de su uso incluso pero un simple
corte por unas cuanta horas nos desconcierta, nos hace débiles y comprobamos
cuanto dependemos de la misma. También es cierto que cuando hay un corte nunca
nunca se sabe cuánto va a durar y empezamos a preocuparnos por la comida del
congelador y mil cosas más. Un detalle curioso es que ya casi nadie tiene las
velas de rigor para emergencias, quizás alguna linterna ( a veces de los críos,
como un juguete) y poco más. Además esta una mentalidad equivocada que tenemos
y nos metemos en la cabeza. Me explico, ante un caso similar, a la hora de la
cena, mi hija me dice que vayamos a cenar a algún sitio pues no podemos prepara
nada en la cocina. Yo le digo que no, que es mucho gasto inútil, que haremos
unos sándwiches fríos y unas cuantas velas en la mesa y quedara bonito y
curioso. Le gusto al final tal como quedo todo, la cena pues por una vez muy
bien...
Mas grave es
que te quiten la casa. De alquiler, si, ya lo sé, pero verte con la policía en
la puerta con la orden judicial (y tú y la niña en pijama)...si, ya se, hubo
casi un mes para proveerlo pero la chica no entiende bien de estas cosas, no lo
comprendió, solo oyó de la apelación, el abogado no le hizo entender bien la
situación y la sentencia de la jueza...y aun así hay que dar las gracias que
les dieron una semana adicional, la última oportunidad. Una semana para
encontrar un piso de alquiler, casi imposible, necesitarían un autentico
milagro. Y allí esta esa madre con su hija coraje pateándose Madrid como una
loca.
Es evidente
que encontrar un piso en cinco días en este Madrid en que vivimos es imposible,
totalmente improbable. Antes del final de esos cinco días pues tuvieron que
hacer la mudanza completa, los pocos muebles a una plaza de garaje que le
prestaron, aun hay gente caritativa y comprensiva. La ropa y enseres pues a
casa de una vieja amiga que las acogió como pudo. La chica no tuvo más remedio
que irse con su padre por unos días, días de lloro y llanto, de preocuparse por
su madre y su situación. Se levantaba muy pronto y se iba a desayunar con su
madre, buscaba pisos con su madre, hora tras horas, calle tras calle. Volvía a la casa paterna por la noche rota y
cansada y cabreada por los precios de los alquileres y de las exigencias de los
dueños o de las inmobiliarias.
Una
situación que no podía mantenerse por mucho tiempo.
Tuvieron
suerte, en la media docena de pisos que localizo gracias a internet la joven
pues encontraron uno que les convenció. No era el sitio mejor. No tenía el tamaño
más adecuado. No era el alquiler más
barato o dentro de sus posibilidades, se les escapaba un poco pero solo un mes
de fianza, un único mes de fianza. Lo cogieron. Allí están.
Una tragedia
que salió bien, por fortuna. Otras salen peor.
No comments:
Post a Comment