A veces pienso que tú, a veces, piensas en mí,
no como yo, cuando soy tú en el espejo,
pero si como tú cuando me hablas muy adentro.
Muchas veces pienso en ti, y que tu, a veces,
piensas en mi, imagen borrosa en el arcén
de la carretera al limbo del silencio.
No como yo, ausencia perdida en la niebla,
bruma insomne del que no quiere partir.
Siempre pienso que tú, a veces, piensas en mí
no como yo, vaguedad, atisbo de dolor en tu pecho.
El vacío se cierne sobre los parpados cerrados
con olor a papayas maduras y fritanga de plátanos.
Quiero pensar que tú, a veces, piensas en mí
No como yo, cuando soy como tú bajo la lluvia
esperando el rescate del barco que nunca llega,
sin barca, sin remos, en la isla de San Simón:
"moriré hermosa en el mar mayor".
Quiero pensar que tú piensas en mí, a veces,
no como yo, cuando soy tú en el campo, de romería,
bailando con amigos e invocando brujerías
al compás de las sombras de la fogata en la playa,
al compás de las olas lunares o los corazones.
Sueño que tú, a veces, piensas en mí,
no como yo, cuando soy tú, perdido en la ciudad
habitada por cuatro millones de cadáveres,
con el olor de cuatro millones de cuerpos descompuestos,
con la violencia de cuatro millones de iras,
que no saben que están muertos, que están de pie
por la inercia del momento; velocidad sin fin y sin motivo.
Pienso que tú, a veces, piensas en mí, a veces,
no como yo cuando soy tu, atesorando miles de libros
de desconocidos países, si es que existen,
atesorando miles de videos extraños realizados
por extrañas personas que juegan a crear vida,
atesorando miles de prendas de vestir
inútiles en el camino por donde vamos.
A veces, pienso que tú, a veces, piensas en mí,
no como yo cuando soy tu vacío y estoy ausente.
Muchas veces, pienso que tú, muchas veces, piensas en mí,
no como yo cuando soy tu ira y tu silencio.
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