Friday, April 10, 2015

Mi susto con Mara en unos grandes almacenes.


Mi susto con Mara en unos grandes almacenes.

Que susto me lleve. Otra vez de casualidad, Madrid es grande, pero las zonas por las que transitamos, al final, son siempre las mismas o es la casualidad, la eterna casualidad que cose, calceta e hila nuestros caminos.

A lo dicho que cuando se empieza no se debe parar, sería de muy mala educación dejaros a medias con la historia y las velas están a medio apagar.

Sucedió este último sábado por la tarde. Mara había salido con sus amigas cercanas para comprar el regalo de cumpleaños de Cinty; como siempre le comprarían una camiseta de marca, había pensado para mis adentros; antes de salir me soplo, como es habitual, esos diez euros para compra y cosillas. Lo de las cosillas me temo que es el tabaco, una pena.

A las seis salía aburrida de la nada insoportable de la programación televisiva, todo en la casa limpio y recogido, y decidí darme una vuelta por la librería del Corte Ingles mientras mi Ed se quedaba viendo un partido de futbol de segunda y más tarde, según él, un importante partido. No se gusto le tienen a ver 25 pares de piernas peludas persiguiendo como locos un balón; con lo bonito que seria que cada uno tuviese su balón, al menos los árbitros tiene sus pitos individuales, no me los imagino compartiendo silbato…

Allí en la librería me podría estar horas y horas viendo las últimas novedades, los de bolsillo, hojeando, fisgando, toqueteando. Me encanta ese momento sin hora fija en la que estar viendo libros, una manía como otra cualquiera solo superada por una buena librería de libros de viejo…los libros carísimos, los de novedades, claro, y hay tanto donde elegir, me hubiera llevado mi buena docena si no fuera por el precio y mis posibles. Me decidí, al final, por “El tiempo entre costuras”. Deje con pena “Maldito Karma”, Siete vidas de John  Grishman, Se lo que estas pensando de John Verdon, El pasaje de Justin Cronin, El Sindicato de Policía Yiddish de Michael Chabon. (Bolsillo), etc…

Al salir en un momento me pareció ver a Mara y sus compinches entre frascos de perfumes y maquillajes…cuando un aviso por megafonía anunciando vete tú a saber que veo que mi hija se pone a gritar: “¡no! otra vez las voces, ¡no!"… "¡no! otra vez las voces, ¡no!”…"¡no! otra vez las voces, ¡no!"…. con las manos tirándose de su hermoso pelo se tira al suelo y se pone en posición fetal mientras sigue gritando "¡no! otra vez las voces, ¡no!"… “¡no! otra vez las voces, ¡no!"… "¡no! otra vez las voces, ¡no!”…"¡no! otra vez las voces, ¡no!"

Corrí a su lado como una loca, la loca que soy, como un alma en pena, mientras palabras e ideas fugaces vinieron  mi mente como locura, ataque sicótico, síndrome bipolar, posesión diabólica…pero ya llegue tan tarde como que la estaban atendiendo dos chicas de la sección que no sabían que hacer. Las aparte con cierta brusquedad y la cogí en mis brazos mientras no ella dejaba de murmurar: "¡no! otra vez las voces, ¡no!"… "¡no! otra vez las voces, ¡no!"…hasta que se dio cuenta de que era yo la que la tenía en los brazos y le hablaba tratando de tranquilizarla, de hacerla volver a la realidad del  mundo. Se incorporo medio asustada con los ojos abiertos como platos de comer, miro a sus compis como diciendo y ahora que hago, me guiño un ojo, el derecho para más inri, me sonrió con una cierta timidez y salió escopetada entre sus amigas que le hacían como una protección contra la gente, una barrera para que no la pudieran seguir nadie.

Me quede boquiabierta y en medio de una gran confusión….decidí hacerme la tonta ante la situación así que a las dependientas y vigilancia pues lo de siempre, solo ayudaba, no sabía quién era aquella chica, no entendía lo que había pasado pero sí que me había llevado un buen  susto…la multitud se fue disolviendo como el azúcar en una buena taza de café. La buena de la encargada de la sección me trajo una silla y un café bien cargado, me devolvió al bolsa con el libro que había dejado caer al suelo y hablamos, durante un rato, de literatura, de precios, de las bromas gilipollescas y de los hijos…¡como no!

 

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