Mara y el
pediatra.
Ultima
revisión, le prescriben la vacuna contra el cáncer de útero.
Le
corresponde las vacunas de catorce años y la susodicha. Menos mal que estamos
en este Madrid y entra en la campaña que ha hecho pues de forma privada cuesta
cerca de los 400 euros. (Si no se la ponen en la seguridad social se la pongo
yo por mi cuenta).
La enfermera
joven y muy agradable, le habla todo el tiempo sobre nada de beber, nada de
fumar, buena comida, natural, pocos chuches, poco picante, etc.…y que la
siguiente dosis en dos meses.
Se pone a escribir
la nota cuan Mara se pone pálida y cual tabla se cae hacia atrás, de espaldas y
empieza a convulsionarse.
Pegue un
grito, me tire al lado de ella llamándola y llorando, no sabía que pensar y todo
era como una pesadilla.
Vino la
pediatra, rápidamente le abrió la boca y le levanto las piernas. Entre dos
enfermeros la levantaron y la pusieron en una camilla un poco más tarde.
Poco a poco
despertó. Le dijeron que media hora a ver cómo reaccionaba, que seguramente era
una bajada de tensión.
Ella no
sentía nada, no recordaba nada. Solo que la vacuna le dolía, que se iba la
cabeza pero que prefirió no decir nada, no era importante,
Le dolía la
lengua, Se la miraron y claro se la había mordido. Las señales de los dientes impresa
en ella y un color oscuro de la sangres. Le sabía mal la boca, la sangre claro.
Aparentemente
no se dio ningún golpe malo. La espalda con dolor, las cervicales también pero
le fue pasando y a la media hora, bien agarrada por mí, pues abajo y un taxi.
Ya en casa pues pijama y sofá, que descansase y un “ibuprofeno” por si tenía
dolor. Durmió sus buenas tres horas y yo, cada minuto, iba a verla y tocarla. Estaba
asustad. Ya paso pero sigo asustada y, lo malo, es que no debo dejar que esto
influya en las cosas ha hacer o decir. Quizás o le vuelva a pasara o q…
Ed., cuando
lo supo se preocupo mucho y vino corriendo. La niña dormida y el cogiéndole la
mano. Cuando despertó se asombro de ver a su padre allí mismo. El padre empezó
a bromear con ella, que si el miedo ala inyección, que era un damisela que se
desmayaba por nada, que baya espectáculo y, en vos bajita pero al tono necesario
para que yo lo oyera, que le gustaría haber estado allí solo para ver la
reacción mía que debió ser todo une espectáculo. Mara termino riéndose con él y
la complicidad de ambos me tranquilizo.
Eso sí, ya
les dije, la de dentro de dos meses, que vayan los dos, yo no voy, otra así y
me muero yo del susto. La noche sin dormir a causa de una opresión que se me
puso en el pecho y aun tengo y no deja ni respirar ni vivir. Angustia,
preocupación, dolor. Una simple y maldita vacuna.
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