Sunday, November 02, 2014

Mara y el pediatra.


Mara y el pediatra.

Ultima revisión, le prescriben la vacuna contra el cáncer de útero.

Le corresponde las vacunas de catorce años y la susodicha. Menos mal que estamos en este Madrid y entra en la campaña que ha hecho pues de forma privada cuesta cerca de los 400 euros. (Si no se la ponen en la seguridad social se la pongo yo por mi cuenta).

La enfermera joven y muy agradable, le habla todo el tiempo sobre nada de beber, nada de fumar, buena comida, natural, pocos chuches, poco picante, etc.…y que la siguiente dosis en dos meses.

Se pone a escribir la nota cuan Mara se pone pálida y cual tabla se cae hacia atrás, de espaldas y empieza a convulsionarse.

Pegue un grito, me tire al lado de ella llamándola y llorando, no sabía que pensar y todo era como una pesadilla.

Vino la pediatra, rápidamente le abrió la boca y le levanto las piernas. Entre dos enfermeros la levantaron y la pusieron en una camilla un poco más tarde.

Poco a poco despertó. Le dijeron que media hora a ver cómo reaccionaba, que seguramente era una bajada de tensión.

Ella no sentía nada, no recordaba nada. Solo que la vacuna le dolía, que se iba la cabeza pero que prefirió no decir nada, no era importante,

Le dolía la lengua, Se la miraron y claro se la había mordido. Las señales de los dientes impresa en ella y un color oscuro de la sangres. Le sabía mal la boca, la sangre claro.

Aparentemente no se dio ningún golpe malo. La espalda con dolor, las cervicales también pero le fue pasando y a la media hora, bien agarrada por mí, pues abajo y un taxi. Ya en casa pues pijama y sofá, que descansase y un “ibuprofeno” por si tenía dolor. Durmió sus buenas tres horas y yo, cada minuto, iba a verla y tocarla. Estaba asustad. Ya paso pero sigo asustada y, lo malo, es que no debo dejar que esto influya en las cosas ha hacer o decir. Quizás o le vuelva a pasara o q…

Ed., cuando lo supo se preocupo mucho y vino corriendo. La niña dormida y el cogiéndole la mano. Cuando despertó se asombro de ver a su padre allí mismo. El padre empezó a bromear con ella, que si el miedo ala inyección, que era un damisela que se desmayaba por nada, que baya espectáculo y, en vos bajita pero al tono necesario para que yo lo oyera, que le gustaría haber estado allí solo para ver la reacción mía que debió ser todo une espectáculo. Mara termino riéndose con él y la complicidad de ambos me tranquilizo.

Eso sí, ya les dije, la de dentro de dos meses, que vayan los dos, yo no voy, otra así y me muero yo del susto. La noche sin dormir a causa de una opresión que se me puso en el pecho y aun tengo y no deja ni respirar ni vivir. Angustia, preocupación, dolor. Una simple y maldita vacuna.

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