Saturday, March 22, 2014

Mara y su padre.


Mara y su padre.

Poco a poco en mi cabeza ha entrado un extraño convencimiento, Ed, el padre de Mara, desde hace un cierto tiempo, la rehúye, la evita siempre que puede.

No es algo palpable y, es posible, que Ed no se cuenta de cómo esta actuando.  Con la niña delante esta siempre a la defensiva, apenas habla. No mira a la niña más cuando es imposible no hacerlo.

Pero lo peor es cuando Mara llega al salón para hacer los deberes y el, de pronto, sin venir a cuento, se va a la habitación a ver no se que papeles o a tumbarse en la cama pues se siente muy cansado. Estamos en la cocina, viene Mara y se va rápidamente al baño. Al principio me preocupe pues pensé que tenía diarrea o el vientre ligero pero no. No es normal que vaya al servicio cinco o seis veces en el día. Y esto dura ya demasiado tiempo.

Las cenas empiezan a ser un poco espesas. Mara habla por los codos, yo la incito para que siga contando todo lo que le pasa por el día en la escuela y, ella, habla y habla y habla. Javi, su hermano, la pincha cada vez que puede y ella le deja meter baza. Ed, enfrente, se centra en su comida con una obsesión realmente risible. Asiente de vez en cuando. Un “Aja” muy de Pascuas en flores y es el primero en empezar a recoger la mesa e irse.

Yo se que la quiere con locura. Le he visto llorar de cariño por ella cuando dormida iba a verla y le depositaba un beso dulce en la frente. He visto su preocupación cuando se iniciaba en la playa y jugaban los dos con las olas como dos niñitos pequeños. He visto como le enseñaba a montar en bici. En sus primeros años le encantaba prepararle el biberón y dárselo. Le enseño a comer, a andar. Cuando venia del trabajo, la niña, como si lo oliese, salía corriendo a sus brazos que la levantaban y le hacían el avión o el helicóptero. Como la niña, que los pocos días que se despertaba antes de que el fuese al trabajo, se le abrazaba a la pierna para que no la dejase sola.

Ya se que estamos en una etapa muy difícil y, estoy convencida, que lo que tiene es miedo por ella. Esta un poco asustado, el pobre. Tengo que pincharlo para que reaccione, no se encierre y vuelva a la relación abierta y bonita que tienen los dos. Hacer que las cosas que Mara le sueltan no le hagan daño, que sepa que son frases que dice sin saber, muchas veces, que pueden hacer daño. Es una niña, su niña, la niña de sus ojos. No quisiera que perdieran esa preciosa relación

Es como aquel chiste:

“A los dos años el padre coge al niño, le da besos, lo estruja y dice: “Estas para comerte”

Cuando entra el mismo a los catorce años, melenudo, mal vestido y, posible, con alguien colgado de su brazo, el mismo padre  piensa: “Por que no te comí cuando lo pensé”

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