Mara
y el ingeniero mecánico.
Tenía
Mara siete años cuando me acompañó a ver la obra que estaba realizando un amigo
en la ampliación del puerto de Gijón, El Musel. Era un ingeniero atípico de pantalón
sucio de obra, casco, guantes, siempre corriendo por todos los lados y demasiado buen carácter.
Por otro lado impresionaba físicamente, un metro ochenta de estatura y unos 82
kilos de peso, moreno de obra y unos ojos verde-miel brillantes.
Mara,
rápidamente, le cogió la aguja de marear y, hacia el final de la visita, empezó
con sus preguntas a las que mi amigo iba contestando de forma clara y
sencilla. Pero, como siempre hubo un final y ese fue:
-¡Oye!
Entonces los obreros son los que ponen el cemento ¿NO? -Pregunto de golpe Mara
con cierto retintín.
-Sí,
claro. Respondió con una sonrisa en los labios, no sabía aun lo que se le avecinaba.
-Y
los eléctricos son los que pones esos cablecitos para la corriente. ¿NO?- Siguió
Mara preguntando.
-Sí,
claro.
-Y
los mecánicos son esos de azul que aprietan los tornillos y están llenos de
grasa ¿NO?
-Sí,
claro.
-Entonces...si
los obreros hacen el cemento, los eléctricos ponen los cables, los mecánicos
aprietan los tornillos ¿Para que estáis vosotros, los ingenieros?
Mi
pobre amigo se quedo cortado y rojo como la grana, sin respuesta aparente para una
chiquilla de solo siete años.
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