Monday, September 04, 2017

Problemas en la playa. capitulo 9.


IX.- ¿Hablamos de verano?...

¡Sí!

Verano es calor, es sudor por todo el cuerpo, es un nudo en la garganta que se constriñe como el cauce de un rio estival y es sed, esa sed espesa, caliente y pastosa que te hace buscar como sea una gota de agua. Pero Murphy en verano, maldito sea, también funciona como un preciso reloj suizo y cuando hay sed, o no hay donde beber o no  llevas algo de dinero para tomarte una caña en el chiringuito de la esquina o estas sin camiseta y sandalias y no te van a dejar entrar así en algún sitio o el kiosco de bebidas y chuches está cerrado.

¡Es Murphy!

Y, claro, lo que nos queda es que hay que buscar una fuente pública, que no púdica. Y eso, una fuente pública que como ya debéis saber, ya sois mayorcitos, nada tiene que ver con una mujer pública (u hombre público que tiene un significado altamente diferente al caso de la mujer). En ambos casos nada tiene que ver con el agua que apetece, necesitas, quieres, anhelas, deseas, añoras, ansias, buscas, sueñas, codicias, aspiras, pretendes, persigues, ambicionas, suspiras por un traguito de agua fresca de pozo en mena de mármol…si por ti fuera, hasta pedirías de rodillas una limosnita de agua por el amor de Dios.

Recuerdas haberlas visto pero no donde. Sabes que las hay a millares, pero no por donde, al menos no por el sitio en el que estas. Pasas al lado de ellas un día sí y otro también. Ahora, que las necesitas, no aparecen tan fácilmente.

¡Es Murphy en verano!

Y la buscas con un raquítico ahínco, el que te deja la bajada de tensión debido al fuerte calor y la chicharrera que está cayendo desde arriba. Sera uno de esos días en que el asfalto se derrite como en aquel gran episodio de “Historias para no dormir de Chicho Serrador” y los pajaritos, los pobres, se caen muertos de los nidos.

Con el tiempo que pasas buscándola, mirando a todos lados, olfateando con ansias mil el rastro imposible de la humedad,  la saliva se hace arena en la boca, esta casi ni se mueve con los goznes maxilares oxidados y hasta el aliento te sabe mal o huele peor, tragar es un suplicio y el estomago esta reseco y vacio y áspero y llenos de gases y ruiditos.

Buscas y, al final, (playa de bandera azul, paseo marítimo de precios astronómicos y comisiones varias más allá del dos por ciento, plaza principal del pueblo, parque lleno de arboles o jardín austero o medio asolanado), es obligatoria, la encuentras allá en la lejanía. Te aflora una sonrisa, ya te deleitas, de forma anticipada, pensando en beber, casi notas el frescor del agua en la garganta, avanzas más rápido que nunca…y la encuentras rodeada de cientos de críos jugando a los globitos de agua, toda una batalla campal en la que la fuente es el centro de la acción, son varios equipos enfrentados casi a muerte…pero tú quieres beber y pedirles con educación que te dejen un segundo no es la solución pues, normalmente, puede empeorar el problema planteado que es el de echar un traguito de agua.

¿Pero hay un problema? Se planteara algún lector despistado.

¡Sí! Aparece el problema y las distintas opciones.

La primera posibilidad que se ocurre a toda persona normal es buscar otra fuente que, ya lo sabes de antemano, o no tiene agua o tendrá otras decenas de niños diferentes o iguales jugando a las batallitas de globos de agua con lo que el problemas no solo no estará resuelto sino que vuelve al punto de partida.

La segunda, es la más equivocada, es pedir educadamente, con un poquito de por favor, un segundo para beber… ¿Cómo? ¿Qué porque es la más equivocada?... ¿Pero quién es el ingenuo que pregunta eso?...es que, de inmediato, te conviertes en la victima ideal  para toda la pandilla, se produce una alianza mágica entre toda la panda, enemigos de siempre de todo el veraneo,  y aparte de fusilarte primero (imagínate delante de un pelotón de treinta niños con sus globos preparado y todos a una contra tu cuerpo y no sabiendo, además, cuales son de agua, cuales son de arena, cual es una piedra…), te perseguirán corriendo después por toda la zona que dominan y no te dejaran ni  a sol ni a sombra ¡tirándote globitos de agua…o de arena, que son los peores! La mezcla resultante sobre tu cuerpo o tu ropa es asquerosa. Tu moral por los suelos.

¿No habrá una tercera?, sí, claro que hay otra(s) opción, normalmente hay mas, pero bueno, puedes tratar de hacerte el invisible, colarte de rondón con media sonrisa en los labios, esquivarlos con todo el tino posible, pero, a la hora de ir a beber, recuerda que es Murphy siempre, algo pasara que serás el centro de la atención y eso significa que todos, todos, iniciaran la batalla contra el enemigo principal: TU.

¿Una cuarta?...ya te he dicho que si, que es posible, hay múltiple posibilidades, lo dice la filosofía clásica pero nosotros sabemos, tu también, que solo hay un final y no demasiado digno para esta historia. Puedes entrar en la guerra para disimuladamente acercarte a beber. Le coges unos globos a uno de los equipo y al ataque pero…por arte de magia, es magia, es verano, en una fuente publica de agua en un paseo marítimos, son jóvenes de sangre caliente y ganas de pelea, todos (hasta los enemigos acérrimos de toda la vida) se ponen de acuerdo en una alianza contra natura, todos los equipos de pronto se unen en una alianza inusual y todos contra ti que aun no has llegado al pitorro. No llegaras nunca. La moral por los suelos y la sed que te abrasa la garganta.

Solo querías beber un poco de agua y terminas como el rosario de la aurora, mojado, lleno de arena, mojada por supuesto, y en medio de un grupo de jovencitos que te gritan y jalean  como demonios…y, cuidadito, no se te ocurra defenderte, es peor, hazme caso, es mucho peor pues en vez de “luchar” con unos críos terminas escapando de la furia de sus madres que aparecen como por arte de birlibirloque. Previamente hay una discusión violenta, hay que  escuchar bastante epítetos nada agradables sobre tu persona, más de un insulto procaz y escandaloso, posibles zarandeos nada decorosos, rotura de camisa si la llevas; tú te callas, agachas la cabeza y las orejas, estas alucinado viendo como la situación escapa de tu control, no sabes ya dónde meterte o que hacer y maldices el momento en que decidiste beber…y que no se te ocurra tocar a uno de ellos, acabas en comisaria esposado con un denuncia por pederastia y abusador de críos pequeños…y querer escapar corriendo tampoco es la solución al problema…no…tampoco…

¿No hay solución entonces? Dirá el pesimista y el optimista y el realista (que es no más que un optimista o pesimista bien informado).

¡Sí! La hay pero no creo que sea del gusto de nadie. Rebuscada y cobarde como las buenas resoluciones, eso dice. Te escondes, miras pero que no te miren. No muy lejos pero nada demasiado cerca. Nunca dentro del barrullo, eso  nunca, es lo peor y lo más peligroso. El objetivo, tu objetivo, es ese globo hinchado de agua, rebosante de agua que cae y no explota. Siempre hay más de uno, alguno caerá cerca de tu escondrijo. Alguno podrás coger con disimulo o a la máxima velocidad posible. Eso dice la estadística, Murphy dice otra cosa. Veremos dijo el ciego que nunca vio. Lo coges, lo abres, suelen estar flojamente cerrados y, con cuidado, con fervor, hasta con miedo, bebes su agua….según tu necesidad esperas por otro o te vas. Lo habrás conseguido… ¡Aleluya! ¡Aleluya! o habrás conseguido que todos, digo todos y los que se unan a la fiesta, te persigan encarnizadamente con sus armas dispuestas a todo…

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