IX.- ¿Hablamos de verano?...
¡Sí!
Verano es calor, es sudor por todo el
cuerpo, es un nudo en la garganta que se constriñe como el cauce de un rio
estival y es sed, esa sed espesa, caliente y pastosa que te hace buscar como
sea una gota de agua. Pero Murphy en verano, maldito sea, también funciona como
un preciso reloj suizo y cuando hay sed, o no hay donde beber o no llevas algo de dinero para tomarte una caña
en el chiringuito de la esquina o estas sin camiseta y sandalias y no te van a
dejar entrar así en algún sitio o el kiosco de bebidas y chuches está cerrado.
¡Es Murphy!
Y, claro, lo que nos queda es que hay
que buscar una fuente pública, que no púdica. Y eso, una fuente pública que
como ya debéis saber, ya sois mayorcitos, nada tiene que ver con una mujer
pública (u hombre público que tiene un significado altamente diferente al caso
de la mujer). En ambos casos nada tiene que ver con el agua que apetece,
necesitas, quieres, anhelas, deseas, añoras, ansias, buscas, sueñas, codicias,
aspiras, pretendes, persigues, ambicionas, suspiras por un traguito de agua
fresca de pozo en mena de mármol…si por ti fuera, hasta pedirías de rodillas
una limosnita de agua por el amor de Dios.
Recuerdas haberlas visto pero no donde.
Sabes que las hay a millares, pero no por donde, al menos no por el sitio en el
que estas. Pasas al lado de ellas un día sí y otro también. Ahora, que las
necesitas, no aparecen tan fácilmente.
¡Es Murphy en verano!
Y la buscas con un raquítico ahínco, el
que te deja la bajada de tensión debido al fuerte calor y la chicharrera que
está cayendo desde arriba. Sera uno de esos días en que el asfalto se derrite
como en aquel gran episodio de “Historias para no dormir de Chicho Serrador” y
los pajaritos, los pobres, se caen muertos de los nidos.
Con el tiempo que pasas buscándola,
mirando a todos lados, olfateando con ansias mil el rastro imposible de la
humedad, la saliva se hace arena en la
boca, esta casi ni se mueve con los goznes maxilares oxidados y hasta el
aliento te sabe mal o huele peor, tragar es un suplicio y el estomago esta
reseco y vacio y áspero y llenos de gases y ruiditos.
Buscas y, al final, (playa de bandera
azul, paseo marítimo de precios astronómicos y comisiones varias más allá del
dos por ciento, plaza principal del pueblo, parque lleno de arboles o jardín
austero o medio asolanado), es obligatoria, la encuentras allá en la lejanía.
Te aflora una sonrisa, ya te deleitas, de forma anticipada, pensando en beber,
casi notas el frescor del agua en la garganta, avanzas más rápido que nunca…y
la encuentras rodeada de cientos de críos jugando a los globitos de agua, toda
una batalla campal en la que la fuente es el centro de la acción, son varios
equipos enfrentados casi a muerte…pero tú quieres beber y pedirles con
educación que te dejen un segundo no es la solución pues, normalmente, puede
empeorar el problema planteado que es el de echar un traguito de agua.
¿Pero hay un problema? Se planteara
algún lector despistado.
¡Sí! Aparece el problema y las distintas
opciones.
La primera posibilidad que se ocurre a
toda persona normal es buscar otra fuente que, ya lo sabes de antemano, o no
tiene agua o tendrá otras decenas de niños diferentes o iguales jugando a las
batallitas de globos de agua con lo que el problemas no solo no estará resuelto
sino que vuelve al punto de partida.
La segunda, es la más equivocada, es
pedir educadamente, con un poquito de por favor, un segundo para beber… ¿Cómo?
¿Qué porque es la más equivocada?... ¿Pero quién es el ingenuo que pregunta
eso?...es que, de inmediato, te conviertes en la victima ideal para toda la pandilla, se produce una alianza
mágica entre toda la panda, enemigos de siempre de todo el veraneo, y aparte de fusilarte primero (imagínate
delante de un pelotón de treinta niños con sus globos preparado y todos a una
contra tu cuerpo y no sabiendo, además, cuales son de agua, cuales son de
arena, cual es una piedra…), te perseguirán corriendo después por toda la zona
que dominan y no te dejaran ni a sol ni
a sombra ¡tirándote globitos de agua…o de arena, que son los peores! La mezcla
resultante sobre tu cuerpo o tu ropa es asquerosa. Tu moral por los suelos.
¿No habrá una tercera?, sí, claro que
hay otra(s) opción, normalmente hay mas, pero bueno, puedes tratar de hacerte
el invisible, colarte de rondón con media sonrisa en los labios, esquivarlos
con todo el tino posible, pero, a la hora de ir a beber, recuerda que es Murphy
siempre, algo pasara que serás el centro de la atención y eso significa que
todos, todos, iniciaran la batalla contra el enemigo principal: TU.
¿Una cuarta?...ya te he dicho que si,
que es posible, hay múltiple posibilidades, lo dice la filosofía clásica pero
nosotros sabemos, tu también, que solo hay un final y no demasiado digno para
esta historia. Puedes entrar en la guerra para disimuladamente acercarte a
beber. Le coges unos globos a uno de los equipo y al ataque pero…por arte de
magia, es magia, es verano, en una fuente publica de agua en un paseo
marítimos, son jóvenes de sangre caliente y ganas de pelea, todos (hasta los
enemigos acérrimos de toda la vida) se ponen de acuerdo en una alianza contra
natura, todos los equipos de pronto se unen en una alianza inusual y todos
contra ti que aun no has llegado al pitorro. No llegaras nunca. La moral por
los suelos y la sed que te abrasa la garganta.
Solo querías beber un poco de agua y
terminas como el rosario de la aurora, mojado, lleno de arena, mojada por
supuesto, y en medio de un grupo de jovencitos que te gritan y jalean como demonios…y, cuidadito, no se te ocurra
defenderte, es peor, hazme caso, es mucho peor pues en vez de “luchar” con unos
críos terminas escapando de la furia de sus madres que aparecen como por arte
de birlibirloque. Previamente hay una discusión violenta, hay que escuchar bastante epítetos nada agradables
sobre tu persona, más de un insulto procaz y escandaloso, posibles zarandeos
nada decorosos, rotura de camisa si la llevas; tú te callas, agachas la cabeza
y las orejas, estas alucinado viendo como la situación escapa de tu control, no
sabes ya dónde meterte o que hacer y maldices el momento en que decidiste
beber…y que no se te ocurra tocar a uno de ellos, acabas en comisaria esposado
con un denuncia por pederastia y abusador de críos pequeños…y querer escapar
corriendo tampoco es la solución al problema…no…tampoco…
¿No hay solución entonces? Dirá el
pesimista y el optimista y el realista (que es no más que un optimista o
pesimista bien informado).
¡Sí! La hay pero no creo que sea del
gusto de nadie. Rebuscada y cobarde como las buenas resoluciones, eso dice. Te
escondes, miras pero que no te miren. No muy lejos pero nada demasiado cerca.
Nunca dentro del barrullo, eso nunca, es
lo peor y lo más peligroso. El objetivo, tu objetivo, es ese globo hinchado de
agua, rebosante de agua que cae y no explota. Siempre hay más de uno, alguno
caerá cerca de tu escondrijo. Alguno podrás coger con disimulo o a la máxima
velocidad posible. Eso dice la estadística, Murphy dice otra cosa. Veremos dijo
el ciego que nunca vio. Lo coges, lo abres, suelen estar flojamente cerrados y,
con cuidado, con fervor, hasta con miedo, bebes su agua….según tu necesidad
esperas por otro o te vas. Lo habrás conseguido… ¡Aleluya! ¡Aleluya! o habrás
conseguido que todos, digo todos y los que se unan a la fiesta, te persigan
encarnizadamente con sus armas dispuestas a todo…